The Confusion, de Neal Stephenson

En slashdot tienen una entrada sobre The Confusion, el último libro de Neal Stephenson. Lo curioso es que afirman que ha salido hoy mismo, cuando yo lo tengo desde el lunes pasado, cortesía de amazon :-), y voy por la página cuatrocientos sesenta y algo. Donde sí estamos de acuerdo, es en el juicio lapidario (traduzco): si te gustó Quicksilver, este es mejor; si no, no te molestes.

Paréntesis: En español Quicksilver se editará en tres volúmenes, todos traducidos por pjorge. El primero de ellos, Azogue, ya está disponible.

Lo que no sé es cómo se lo va a montar Ediciones B para partir el libro en tres. Dado el volumen de los últimos libros de Neal Stephenson, el Criptonomicón salió en España en tres volúmenes (El código enigma, El código pontifex y El código aretusa, 8,08 euros unidad en la edición de bolsillo en la fnac). Con Quicksilver la cosa fue/será más fácil, ya que el tomo original está dividido en tres partes. Pero el título de este segundo volumen de la trilogía (aquí, ¿nonalogía?) ya indica que la cosa no será fácil, ya que el autor ha ‘con-fundido’ (el guión es suyo) dos libros que se entrecruzan en el tiempo, para evitar la confusión del lector (si él lo dice…), con lo que los puntos dónde romper el libro de manera mínimamente natural son como mínimo difíciles de elegir.

Ah, sí. Que si me está gustando. Pues bastante. Los que hayan leído Quicksilver recordarán el auténtico rompecabezas que es. Y los que no, una indicación: de las páginas 917 a 927 son un Dramatis personae para que el lector no se pierda más de lo necesario… Aquí la cosa se relaja bastante, ya que casi todos los personajes ya son conocidos del tomo anterior y la sensación de desconcierto se mitiga considerablemente.

Los personajes siguen dando vueltas por Europa en sus odiseas particulares (bueno, de hecho alguno ya ha llegadao, a estas alturas, a Oriente Medio). La obsesión de Stephenson por el dinero y los mercados financieros sigue presente y bien presente. La criptografía, al menos de momento, aparece bastante menos que en Quicksilver o Cryptonomicon. Y sigue habiendo emoción y humor en la dosis necesaria para consumir tal barbaridad de páginas.

¿Se podría haber escrito en menos páginas? Desde luego. El autor abandonó hace tiempo lo de ‘lo bueno, si breve…’. Pero las descripciones retorcidas y minuciosas, de batallas, o anécdotas, o qué se yo, no dejan de ser parte de su estilo. Las 460 páginas que llevo se podrían haber condensado en 300 sin perder nada del hilo argumental básico, pero no habría sido lo mismo.

¿Y si lo recomendaría? Pues no. Me explico. Cryptonomicon es un libro genial, en mi opinión. Quicksilver, no. Está bien, pero es demasiado difícil para poderlo disfrutar del todo. Este vuelve a estar muy bien. A trozos, al nivel de Cryptonomicon. Pero claro, para poderlo disfrutar hay que pagar el peaje de Quicksilver. Y eso es mucho peaje.

¿Recomendación? Atacar el Criptonomicón. A precio de bolsillo uno de los libros no es una gran inversión. Si el gusto coincide con el mío, leer uno y los tres es lo mismo. Después, a por Azogue. Con un poco de suerte, al acabar el Criptonomicón ya estará en edición de bolsillo y, encantados como estaréis con los tres anteriores, un libro más a riesgo perdido no dolerá mucho. Y si no lo encontráis malo, seguir avanzando, pensando que para el cuarto volumen la cosa mejorará…

[Escuchando: Stevens Last Night In Town – Ben Folds Five – Whatever And Ever Amen]

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