¿De quién son las ideas?

En el número de junio de Technology Review (una revista del MIT), hay un interesante debate sobre propiedad intelectual. El siempre interesante Lawrence Lessig presenta sus ideas en The People Own Ideas!. La cuestión es que con los cambios a las leyes americanas sobre los derechos de copia y el advenimiento de las tecnologías digitales, hemos pasado relativamente deprisa de un mundo de cultura libre (pocos materiales protegidos por el copyright, durante relativamente poco tiempo, y una mayoría de usos —préstamo, lectura, reproducción de contenido audiovisual— que no suponen copia, y por tanto no quedan regulados) a uno de cultura «con permiso» (todo material queda protegido, por defecto, por el copyright, durante plazos cada vez superiores, y un mundo digital en que prácticamente toda acción implica una copia).

A Lessig le preocupa que las tecnología de administración (¿restricción?) digital de derechos supongan una cortapisa para la libertad personal e inhiban la transferencia digital de la cultura. Insiste, además, sobre su ‘leit motif’ de la cultura como proceso de remezcla (búsquese, por ejemplo, una película de animación de Disney —no de Pixar— que no se base en algún cuento, historia o leyenda ya existente, pero no protegida por el copyright; por no mencionar que esta entrada no es más que una remezcla de un artículo de revista). Nótese que Lessig jamás defiende ni el ‘top manta’ ni las redes P2P: lo que defiende es, por ejemplo, el derecho de un productor de hip-hop a usar (razonablemente) un ‘sample’ de otra pieza musical, el de un pintor a hacer su interpretación de una obra de otro artista, o el de un cineasta de hacer un ‘remake, por ejemplo. Lo que pasa es que para defender esos derechos necesita abolir (o no permitir) algunos de los límites que se usan para perseguir el P2P y el ‘top manta’.

El artículo también menciona que el problema no es la existencia del copyright, ni pretende su extinción. Todo aquel que desee que su producción intelectual quede protegida por las leyes del copyright está en su pleno derecho de hacerlo. Lo que comenta el artículo (o lo que yo leo en él) es (i) que muy pocos creadores se benefician de la acción de las agencias de ‘protección’ de la propiedad intelectual (el entrecomillado es porque no acabo de estar convencido de que sea a eso a lo que se dedican), (ii) que los derechos de los creadores que opten a esa protección no deben restringir las libertades del público ni más producción cultural basada en el uso razonable y (iii) que el concepto de cultura libre no niega la existencia de una industria basada en esa cultura, ni impide en ningún momento la creación de riqueza.

El tema no se cierra con ese único artículo, A Lessig le responde Richard Epstein con The Creators Own Ideas (Esptein es, como Lessig, profesor de Derecho, pero en la University of Chicago). Sus argumentos no me parecen tan buenos como los de Lessig (más que nada porque este es mejor defindiendo sus ideas y estoy más de acuerdo con ellas), pero también representan una lectura interesante. Sí creo que tiene razón, eso sí, cuando dice que no se trata de una batalla entre el soft libre y el propietario, sino que ambos pueden convivir perfectamente (como demestra el hecho de que ya conviven), y que la labor de los estados debería ser ser asegurarse de que se respeta la elegida por el creador, sea la que sea. Creo, eso sí, que olvida que eso no significa que diversas protecciones que se dan al software propietario (y a la cultura propietaria) son excesivas, y que si se aspira a una distribución equitativa de la riqueza el modelo libre es mucho más razonable, por lo que los gobiernos deberían apoyar este modelo más que el propietario (y no ser agnósticos, como propone Epstein).

Donde más puedo estar en desacuerdo con los argumento de Epstein es cuando dice:

Some creators are motivated solely by the desire to create and would be happy to distribute their works under simple terms such as a Creative Commons license requiring attribution only. But for most authors, compensation matters, and we increase their production by limiting the rights of others to copy their work.

A algunos creadores les motiva únicamente el deseo de crear y les satisface distribuir su obra bajo términos sencillos, como una licencia Creative Common que sólo exija atribución. Pero para la mayoría de autores la compensación es importante, e incrementamos la producción limitando los derechos de los demás de copiar su trabajo.

Creo, específicamente, que se equivoca totalmente cuando dice que a la mayoría de autores les preocupa su compensación, sobre todo porque implica que esa compensación debe ser económica, y en la forma de un pago de royalties. Más que nada porque lo que pasa, creo, es que antes los que tenían acceso a la distribución de sus obras, y disponían de los recursos (económicos y temporales) para crear y distribuir era una minoría muy reducida. Con el advenimiento de las tecnologías de la información y de la comunicación, ese escenario cambia, y cada vez más gente accede a la posibilidad de desarrollar el rol de creador. Y eso cambia las reglas del juego. Pasó primero dentro de la propia industria de la tecnología de la información y la comunicación, y a medida que el acceso a esas tecnologías se universaliza, su efecto se extiende a todos los demás ámbitos de producción intelectual.

Finalmente, se da derecho de réplica a Lessig en Lessig’s Rebuttal to Epstein, que no hace más que insistir en que no es un extremista, que está de acuerdo con Epstein en la mayoría de puntos, y que preferiría que no se le malinterpretara ni se le tomara como abogado de un diablo al que nunca ha defendido.

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