Tocar las narices del usuario

Eso del título es lo que se consigue estableciendo estúpidas protecciones contra copia (y las protecciones contra copia son, por definición, estúpidas mientras no se demuestre lo contrario). Uno que lleva lustros peleándose con esto de la informática lo ha sufrido en sus carnes en múltiples ocasiones, a veces en silencio, a veces quejándome amargamente a alguien que habitualmente ni tenía la culpa ni podía ofrecer una solución. Las primeras veces, a principio de la década de los ochenta (qué tiempos, oiga, qué tiempos) cuando los fabricantes de juegos para mi maravilloso Commodore 64 (no lo olvidemos: el ordenador más vendido de todos los tiempos, una plusmarca que jamás se superará) decidieron imponer a sus productos protecciones anticopia que más que medidas de seguridad eran un castigo divino para el que se había dejado la paga de muchas semanas en adquirir la maravilla tecnológica del mes. Mucho más crecidito, hace apenas cuatro días, me he tenido que pelear hasta la extenuación con los esquemas de protección que impone Discreet a 3DStudio Max. Créanme que no me he pasado al pirata en centenares de ocasiones porque no estaba en mi mano. No vamos a hablar de las restricciones draconianas que Pixbox pretende imponer (que no siempre lo consigue) a los que usamos su servicio…

Y aún así, jamás lo habría puesto en palabras con tanto talento como este señor. Si es que van provocando. Igual algún día se dan cuenta que irritar al que paga no es buena idea.

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