Mixtapes

Interesante reportaje en el New York Times, Hip-Hop Outlaw (Industry Version), sobre las prácticas de la RIAA, algo así como la SGAE yanqui. En este caso se trata de las aventuras de Aphilliates, un colectivo hip-hop de Atlanta que hace una temporada vio cómo su estudio era invadido por la policía, con las pistolas desenfundadas y dispuestas a disparar. En el estudio no había ni drogas ni armas. Ni siquiera duplicados ilegales de grandes éxitos discográficos. Los Aphilliates se dedican a la producción de ‘mixtapes’: recopilaciones de pistas que suelen contener samples, e incluso pistas enteras, que vulneran la letra de la legislación de propiedad intelectual… pero que difícilmente justifican ni la entrada de la policía con armas desenfundadas ni el espectáculo mediático posterior, digno de la nota de prensa más demagógica. Máxime si se tiene en cuenta que las discográficas afiliadas a la RIAA utilizan con cierta frecuencia los servicios de colectivos como Aphilliates para producir mixtapes para la promoción de sus artistas hip-hop, y entonces no se preocupan para nada de si se vulneran o no los derechos de autor… En más de una ocasión, de hecho, alguna ‘mixtape’ (nombre anacrónico donde los haya, por cierto) ha llegado primero a los grandes canales de distribución y después a las listas de éxitos y a la prensa especializada, que no ha escatimado elogios para su producción, sin que ningún abogado de la RIAA haya hecho nada por impedirlo, ni se haya lanzado el mismo tipo de redada contra las grandes cadenas de tiendas que distribuían los CDs.

Queda claro en el artículo que colectivos como Aphilliates obtienen un notable beneficio de la venta de las mixtapes, que se ponen en la calle por entre cinco y diez dólares habitualmente: al fin y al cabo, no pagan royalties, el duplicado de cada CD no llega al dólar y los costes de distribución tampoco son prohibitivos. Uno no puede evitar ver una cierta analogía con el modelo de negocio de las discográficas…

También aclara el reportaje que el día siguiente a la redada las discográficas seguían enviando pistas de sus artistas a productores de mixtapes para que continuasen promocionando sus artistas.

Interesante reportaje, insisto, pero más interesante aún que un diario del prestigio del Times dedique un buen montón de espacio al hip-hop, por un lado, y a los abusos del cartel de las discográficas por el otro, dejando un breve espacio para las políticas de distribución de las discográficas, que se interesan casi exclusivamente por las grandes superficies y los grandes éxitos, ignorando tanto a las tiendas pequeñas que son el espíritu de la música, como a los nuevos artistas que necesitan de esfuerzos de distribución viral para llegar a alguna parte, más aún en el caso de músicas como el hip-hop.

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