No todos los cables son iguales

El misterio, de los que provocan dolor de estómago. Mi disco duro portátil (un Western Digital de 250 gigas), de golpe, se negaba a funcionar en el portátil con el que no había tenido ningún problema tan solo veinticuatro horas antes. Se trataba del ‘netbook’, el Acer Aspire One (más en este blog) y estaba desconectado de la corriente. Seguro, pensé, que es que no tiene suficiente potencia (aunque, insisto, veinticuatro horas antes sí la tenía). Lo enchufo. Y que no. Me rasco la cabeza y me voy al despacho, a enchufarlo al portátil de verdad (un Dell XPS M1330). Y tampoco. Ni desconectado de la corriente ni conectado. Le echo la culpa a los astros y dejo pasar la noche. Preocupado por un buen montón de datos que hay dentro del disco, como es natural, pero sin perder el sueño. Repito el experimento a la mañana siguiente y, como buen científico, replico sin problemas el fracaso de la víspera.

Hasta que, naturalmente (el nombre del asesino está en el título) se me ocurre usar, en lugar del cable USB cutre, uno ‘de marca’ (Sony, para ser exactos). Maravilla de maravillas, todo vuelve a funcionar. Quién lo iba a decir…

5 opiniones en “No todos los cables son iguales”

  1. Igual no es que el cable que no funciona no lo haga por no ser de marca, sino por estar… ¿roto?

    Mételo en el enchufe (el de la pared), y la lengüecica (la de tu boca) en la otra punta.

    Si pica, era, como tú proponías, una cuestión de marca ;)

  2. Hombre. Teniendo en cuenta que si lo uso para conectar el móvil, por ejemplo, que solo pasa datos, funciona perfectamente…

  3. Yo creo que deberías hacer la prueba de la lengua igualmente, como cuando uno prueba el estado de las pilas…

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