Paul Carr entierra los diarios (que no la prensa)

De todo lo que se ha escrito últimamente sobre el futuro de la prensa, diría que lo más inteligente que he leído es lo que cuenta Paul Carr hoy en The Guardian, en su pieza No use crying over spilt ink. Parece claro que la industria que ahora vive de empaquetar diariamente en papel unas gotas de buen periodismo rodeadas de una enorme cantidad de corta-y-pega barato —en el mejor de los casos— va a tener que cambiar de modelo. Mientras dicha industria se lleva las manos a la cabeza y se rasga las vestiduras enarbolando la bandera del Periodismo-con-mayúsculas que cada vez practica menos intentando proteger sus márgenes de beneficio, la solución propuesta por Carr no suena mal.

Carr opina que la actual prensa diaria no puede competir apuntándose al tren de la alta velocidad: hace años que la radio y la televisión demostraron que ese tipo de información se les da bastante mejor, lo que parece indicar que no tiene demasiado sentido competir donde no están los puntos fuertes propios, más emparentados con la calidad, la reflexión… y el empaquetado en forma de diario. Apunta también que no todo lo que se imprime en papel tiene la misma tendencia a caer que los diarios y que los semanarios muestran unos números en crecimiento (no sé yo si lo que dice sobrevive la migración del mercado anglosajón al hispano). Lo que propone Carr, como ya pueden olerse, es abandonar el diario y centrarse en una publicación semanal limpia de polvo y paja copiadoypegado. Y exigir un pago por ese contenido, cosa que facilita «imprimirlo y encuadernarlo» (entre muchas comillas, porque lo más probable es que el papel sobre el que se imprima sea el del Kindle o el libro electrónico de turno…) o, como mínimo, alejarlo todo lo posible del entorno de la web, en que la opinión de la mayoría es que todo es gratis.

El mismo Carr se asegura de dejar claro que más que apostar por su solución, pretende centrar un debate que está siendo caótico y a veces absurdo. Pero no puede uno dejar de pensar que, así de salida, la idea no pinta mal.

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