Neil Gaiman, sobre copyright, piratería y la web

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Cuando la web comenzó, solía enfadarme con la gente. Porque publicaban mis poemas, publicaban mis historias, publicaban mis cosas en la web. Y yo creía, de forma totalmente errónea, que si alguien cuelga tus cosas en la web y no les dices que no lo hagan, pierdes tu copyright y eso, sencillamente, no es cierto. Y estaba muy enfadado, porque estaban pirateando mis cosas, y que eso era malo. Y comencé a darme cuenta de un par de cosas. Una de ellas es que los lugares en que me pirateaban, especialmente en Rusia, donde la gente traducía mis cosas al ruso y las distribuía por el mundo, estaba vendiendo más y más libros. La gente me estaba descubriendo a través de la piratería. Y entonces iban y compraban los libros reales. Y cuando un libro salía en Rusia, vendía cada vez más copias. Me parecía fascinante. Y probé unos pocos experimentos. Algunos fueron difíciles. Convencer a mi editor, por ejemplo, de coger uno de mis libros y publicarlo gratis. Y cogimos American Gods, un libro que aún vendía, y vendía bastante bien, y durante un mes lo pusieron completamente gratis en la red. Y se podía leer. Y se podía descargar. Y… Y lo que pasó es que las ventas de mis libros en librerías independientes, que es como medíamos, subieron al mes siguiente un 300%…

Y comencé a darme cuenta de que, en realidad, no estás perdiendo libros, no estás perdiendo ventas, por tener tus cosas ahí fuera. Y cuando doy una charla, ahora, sobre este tipo de temas, y la gente me pregunta ‘¿qué pasa con las ventas que estoy perdiendo por tener cosas ahí fuera?’… Comencé a pedir a la audiencia que levantaran la mano con algunas preguntas. Les pregunté ‘¿Tenéis un autor favorito?’. Y contestaron que sí. Y yo respondí ‘Bien, lo que quiero es que todos los que descubristeis a vuestro autor favorito porque os dejaron un libro suyo, levantéis la mano’. Y, luego, ‘todos los que descubristeis a vuestro autor favorito entrando en una librería y comprando un libro, que levantéis la mano’. Y probablemente sea un 5 o 10%, si llega, la gente que descubrió a su autor favorito, del que se lo compran todo, los libros en tapa dura, atesoran… Mira, de ese autor, muy poca gente compró el libro. Se lo dejaron. Se lo dieron. No lo pagaron. Y así descubrieron a su autor favorito. Y pensé, ¿sabes? Eso es lo que es: gente que deja libros. Y no puedes considerarlo una venta perdida. No es una venta perdida. Nadie que se hubiese comprado tu libro deja de comprarlo porque lo puedan encontrar gratis. Lo que estás haciendo en realidad es publicidad, estás llegando a más gente, estás haciendo crecer la gente que te conoce. Y comprender eso me dio una idea completamente nueva de la forma del copyright. Y de lo que estaba haciendo la web. Porque la cosa más grande que está haciendo la web es permitir a la gente oír cosas, permitir a la gente leer cosas, permitir a la gente ver cosas, que no habrían visto de ninguna otra forma. Y, básicamente, eso es algo increíblemente bueno…

Ese que habla en el vídeo que os he pseudo-transcrito-y-traducido es el autor británico Neil Gaiman (su web, su blog, su entrada en la Wikipedia y su Twitter, con su millón y medio de seguidores).

Gaiman es un animal muy extraño: un escritor que se forra con lo que escribe. Escribe mucho, desde hace mucho tiempo (hasta el punto de que su bibliografía merece entrada separada en la Wikipedia) y vende muchísimo de prácticamente todo lo que escribe (incluyendo un libro sobre ¡Duran Duran! de 1984 y otro sobre la Guía de la Galaxia para Autoestopistas de 1988, que ya es decir).

Y lo incrusto y ‘traduzco’ aquí, más que nada, porque a pesar de ser un autor de éxito desde hace muchos años, antes de decir algo sin pensar, miró la realidad que le rodeaba, experimentó un poco (y, como él mismo dice, alguno de esos experimentos era difícil) y, finalmente, llegó a una conclusión. Y eso le convierte en un animal todavía más raro…

A lack of control

Hablando tanto del mundo de la impresión, hay algo muy importante que conviene tener en cuenta, y es que la web no es papel. Así, donde los diseñadores para papel no deben preocuparse de que el usuario cambie el tamaño del texto, o de que no tenga el conjunto de fuentes deseado, o de que no tenga el ‘aliasing’ activado, nosotros sí, y con frecuencia surge la tentación de intentar obligar al visitante a ver un cierto diseño—por ejemplo, fijando un tamaño de texto rígido, o colocando el texto en contenedores de anchura y altura fijas, o incluso reemplazando trozos enteros de texto con imágenes.

Pero esta ausencia no tiene por qué ser un problema—solo hay que acostumbrarse a la idea de que la gente va a querer leer tu contenido en una variedad de dispositivos en una variedad de entornos en una variedad de formas. No deberías intentar impedírselo—si quieren leer tu contenido deberías ponérselo tan fácil como sea posible. A lo mejor quieren leerlo en un dispositivo móvil volviendo a casa del trabajo; puede que prefieran imprimirlo todo y leerlo en papel y no en pantalla; puede que tengan dificultades de visión y necesiten incrementar algo el tamaño de la letra. Es por eso que cuando das estilo a tu texto en la web lo que haces en realidad es dar una guía para que todos los dispositivos de navegación sepan cómo preferirías tú que se viese el texto. Los dispositivos son libres de ignorar todo lo que les dices, desde luego, pero no es problema—lo que importa es que no estás intentando forzar a toda la audiencia a aceptar tus decisiones de diseño.

Fragmento traducido del excelente artículo Typography on the web del no menos excelente Web Standards Curriculum de la Opera Developer Community.

Estándares Web 2008: Los Tres Círculos del Infierno

(Esto es una traducción, bien intencionada aunque seguro que imperfecta, del artículo Web Standards 2008: Three Circles of Hell, de Molly E. Holzschlag, aparecido en A List Apart el 23 de septiembre de 2008, de acuerdo con el permiso que se da aquí. Nótese, además, que las ideas de la autora se parecen en algunas cosas a las del traductor, pero la coincidencia no es total.)

La culpa es la cura, cúralo todo — Mike Doughty

Los lectores y los participantes en conferencias saben que cuanto más escribo y hablo de estándares web, más señalo que, en realidad, no existen. Demos un paso atrás por un momento: ¡no necesitaríamos un movimiento por los estándares web si los hubiese! Seguimos haciendo el mejor trabajo que podemos para llegar a un estándar de calidad y profesionalismo. Pero, tristemente, a pesar de una década o más de evangelismo de los estándares web, nos enfrentamos a la posibilidad de perder la influencia que hemos ganado estos últimos años.

Compartiré aquí algunas de mis opiniones sobre la problemática y las influencias constructivas de la mayoría de gente que trabaja hoy en los estándares web. Os reto a contraargumentar estos pros y contras desde vuestro punto de vista y a discutir sin buscar culpables cómo hacer avanzar la web protegiendo a la vez los ideales y buenas prácticas que tanto apreciamos.

(Esto es una traducción, bien intencionada aunque seguro que imperfecta, del artículo Web Standards 2008: Three Circles of Hell, de Molly E. Holzschlag, aparecido en A List Apart el 23 de septiembre de 2008, de acuerdo con el permiso que se da aquí. Nótese, además, que las ideas de la autora se parecen en algunas cosas a las del traductor, pero la coincidencia no es total.)

La culpa es la cura, cúralo todo — Mike Doughty

Los lectores y los participantes en conferencias saben que cuanto más escribo y hablo de estándares web, más señalo que, en realidad, no existen. Demos un paso atrás por un momento: ¡no necesitaríamos un movimiento por los estándares web si los hubiese! Seguimos haciendo el mejor trabajo que podemos para llegar a un estándar de calidad y profesionalismo. Pero, tristemente, a pesar de una década o más de evangelismo de los estándares web, nos enfrentamos a la posibilidad de perder la influencia que hemos ganado estos últimos años.

Compartiré aquí algunas de mis opiniones sobre la problemática y las influencias constructivas de la mayoría de gente que trabaja hoy en los estándares web. Os reto a contraargumentar estos pros y contras desde vuestro punto de vista y a discutir sin buscar culpables cómo hacer avanzar la web protegiendo a la vez los ideales y buenas prácticas que tanto apreciamos.

Los sospechosos habituales

La frustración lleva con facilidad a señalar con el dedo. Pero la culpa, pese a que el cantante y poeta Mike Doughty nos diga que es la cura, cúralo todo, sabemos que no lleva muy lejos.

Pero eso no significa que no sea justo echar una ojeada a las fuerzas del diseño y el desarrollo de ‘front-end’, especialmente en relación con el HTML y el CSS. Es especialmente cierto para los que creemos que la web nos pertenece a todos y no a ninguna compañía, gobierno u organización de otra clase.

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MS Word: ¿sí o sí? ¿no o no?

Hací­a tiempo que no encontraba una de estas y ha sido reconfortante, casi melancólico:


(clic para agrandar)

Si le doy al «Sí»… ¿es para continuar o para esperar? ¿o para esperar hay que darle al no? ¿o al sí? Lo peor es que le daba al sí (asertivo que es uno) y no sucedía nada, así que creo que estaba esperando… o esperando a poder continuar, porque con las esperas que no acaban de finalizar, uno nunca sabe.

De creatividad (Andy Rutledge, A List Apart)

(Esto es una traducción, bien intencionada aunque seguro que imperfecta, del artículo On Creativity, de Andy Rutledge, aparecido en A List Apart el 4 de marzo de 2008, de acuerdo con el permiso que se da aquí. Nótese, además, que las ideas del autor se parecen en algunas cosas a las del traductor, pero la coincidencia no es total.)

Si eres diseñador web, ¿te consideras «un creativo»? Al describir tu profesión a los demás, al promocionarte a ti mismo o a tu agencia, ¿hay referencias prominentes a la creatividad en tus palabras? Si es así, ¿cómo caracterizas el rol o siginificado de la creatividad en tu trabajo? ¿Qué distancia hay entre tus referencias a la creatividad y lo que se entiende popularmente por creatividad… y cuánta con su verdadera naturaleza?

Esta última distinción es importante porque la concepción popular de la creatividad y su relación con el diseño con frecuencia está distorsionada. Como diseñadores, se nos percibe ampliamente, correctamente o no, como exponentes profesionales de la creatividad. Por tanto, las formas con que definimos, empleamos y representamos la creatividad son importantes.

A la luz de esta responsabilidad profesional, es mejor que los diseñadores reconozcamos la diferencia entre las definiciones ideales de creatividad y la naturaleza práctica y efectiva de la creatividad aplicada que los profesionales deben ejercer ? y después actuar en consecuencia. Cada diseñador puede tener ideas diferentes sobre estos temas. Creo que nuestras ideas sobre la creatividad y cómo la usamos son un factor significativo en la calidad de nuestros esfuerzos de diseño y en nuestras perspectivas profesionales, por lo que quiero poner en duda vuestro criterio del lugar de la creatividad en nuestro trabajo y en la comunicación profesional.

Así que, ¿qué es la creatividad?

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