Categoría: Propiedad intelectual

  • fnac y propaganda

    Este año, para celebrar el día de la música, la fnac regala un libro...

    Como cada año, fnac (una de las cadenas de tiendas en que me he dejado más pasta en mi vida) anuncia que durante unos días hace un descuento para compensar el IVA en música y merchandising. Este año, además, me fijo en el detalle de regalar un libro, La gratuidad es el robo. El título me huele un poco «a chamusquina» y me pongo a buscar. La google búsqueda por el título en castellano no me devuelve ni un solo resultado, o sea que paso a buscar al autor, Denis Olivennes y, como era de esperar, me lo encuentro en la Wikipedia (aunque en la francesa) y la cosa comienza a oler aún peor. Resulta ser que Olivennes lideró de 2003 hasta este mismo año el grupo fnac (ahora mismo es director general delegado del semanario francés Nouvel Observateur). Y queda feo que una tienda regale un libro del jefe, ¿no? Leo que el buen señor es un abanderado de la venta de música en digital sin DRM, cosa de la que me congratulo y continuo leyendo. Y dice la Wikipedia que hay un «rapport Olivennes», enviado a la entonces ministra de Cultura francesa y que parece ser el embrión de la ley Hadopi, actualmente en discusión, y que es esa que amenaza con cortar la conexión a internet de los «piratas» a los que se les ocurra bajarse materiales con derechos de autor.

    Si a alguien esto no le parece suficiente argumento como para afirmar que en la fnac se han pasado «un poco», recomiendo un paseo por la página de «opiniones de internautas» sobre el libro en fnac Francia, o este artículo en Ars Technica sobre Olivennes y sus ideas para la protección de las industrias culturales (un contrasentido al menos tan grande como el de «inteligencia militar»), que cuenta que según el libro el P2P está matando la cultura francesa, directamente…

  • Ya tenemos Britannica

    Captura de la entrada sobre Julio César en la Encyclopedia Britannica

    El otro día comentaba Michael Arrington en TechCrunch que Encyclopedia Britannica daba acceso libre a sus contenidos a los bloggers y, como es natural, hice mi inscripción, a ver si les servía un sitio en lengua castellana. Por lo visto, parece que sí, o sea que los que lo deseéis podéis inscribiros en britannicanet.com. Además del acceso a sus contenidos, el blogger de turno podrá enlazar artículos de la enciclopedia (el de Julio César, por ejemplo). Los visitantes del blog podrán seguir el enlace y leer el artículo sin más problemas, pero no seguir navegando por otras entradas sin identificarse como usuario o darse de alta y pagar la correspondiente cuota (el acceso, cuenta Arrington, cuesta 70 dólares anuales, si no consigues pasar el filtro blogger).

    ¿Huida adelante de Britannica? Probablemente. Luchar con lo gratis es difícil, y más si el producto gratuito es competitivo, como es el caso de la Wikipedia (véase la entrada de Julio César en la Wikipedia anglosajona, compárese e inténtese justificar el pago de los 70 dólares…). Aún así, nadie puede negar la calidad de la Encyclopedia Britannica y no deja de ser un paso adelante.

  • Piensa el ladrón

    Disculpen que me ría, pero es que han pillado a Sony BMG usando software pirata. Pocas grandes compañías pueden permitirse el lujo de «tirar la primera piedra» con el tema del software pirata: siempre hay algún empleado que se instala una versión pirata de un software del que se tiene licencia porque estás hasta las narices antipiratería / tocanarices del programa de turno, o que se ha instalado alguna cosa más bien poco legal para su uso particular. Pero en el caso de una de las compañías que más esfuerzos ha invertido en evitar que sus contenidos se distribuyan sin su permiso y el previo paso por caja, pensaría uno que iban a ser más cuidadosos. 300,000 euros, les pide la compañía propietaria del software pirateado…

  • Defender al autor (versión tebeo)

    …eso es lo que deberían hacer las asociaciones de autores. Parte de ese trabajo es recaudar y repartir dinero entre sus asociados. Pero otra parte, que casi nunca recuerdan, es la de defender los derechos legales de sus asociados frente a editoriales, discográficas, grandes estudios, distribuidores y demás intermediarios que se interponen entre estos y sus consumidores.

    Dos casos.

    Tengo junto al ordenador un tebeo de Mortadelo y Filemón de los que escribió y dibujó FernandoFrancisco Ibáñez para la Editorial Bruguera. La Fundación Solidaridad de Carrefour los está reeditando con la colaboración de Ediciones B y los pone a la venta por dos euros, con uno destinado a la lucha contra el autismo. Una iniciativa fantástica tanto por lo que tiene de obra social como por recuperar algunos de los mejores Mortadelos de la historia (¿para cuándo un repositorio digital de Mortadelos en línea? Yo me apunto a una suscripción de cinco euros al mes ya). El binomio Ibáñez / Bruguera debe ser el mejor ejemplo de artista explotado por una editorial de la historia de España: un tipo que ha vendido tebeos en cantidades industriales y que, como el resto de artistas de Bruguera, curraba tropecientas horas a la semana con salario de oficinista… Afortunadamente Ibáñez ahora (creo) vive divinamente de los royalties que se ha ganado a lo largo de los años con el sudor de su frente, pero ni durante muchos años hubo nadie para defenderle ni, lo que es peor, la situación actual es idílica. Pregunta: ¿Qué es lo que no tiene la reedición? Respuesta: Ninguna información sobre propiedad intelectual. Un ISBN es todo lo que nos ofrece, sin ninguna otra información: ni año de edición, ni de autoría, ni titularidad de derechos, ni nada. Una triste mancha para una iniciativa tan brillante :-(.

    Pero la cosa allende nuestras fronteras no está mucho mejor. Neil Gaiman se hace eco de que los derechos de creación del personaje de Superman han sido otorgados, finalmente y tras prolongado proceso judicial, a los herederos de Jerry Siegel, cocreador con Joe Shuster del superhéroe volador en 1938, puesto que hasta ahora estaban en manos de Time Warner y la editorial DC Comics, que los adquirieron por aquel entonces por unos ridículos (aún teniendo en cuenta la inflación) 130 dólares.

    El caso de los tebeos es, tristemente, de los que más injustos han sido con sus creadores, pero la cosa de las discográficas con intérpretes y compositores no está mucho mejor. ¿Cuándo se dedicaran las sociedades de autores a evitar injusticias como estas más que a perseguir los actos de presunta piratería de los fans?

  • Piratería y ventas perdidas

    Muy interesante artículo en la revista Gamasutra, dedicada al mundo de los videojuegos desde el punto de vista de la industria y sus creadores: Casual Games and Piracy: The Truth, escrito por Russell Carroll, director de marketing de Reflexive, una empresa dedicada al desarrollo de «casual games», esos juegos relativamente sencillos y económicos que se puede uno descargar de la red, probar y, si es suficientemente interesante, activar por un cierto precio… o buscarle un crack por ahí para jugar con él sin pagar.

    Carroll explica que para uno de los juegos estrella de la casa, Ricochet Infinity, estiman que la tasa de piratas es del 92%. Esto es, que ni uno de cada diez jugadores [del juego completo] ha pagado los 20 dólares que cuesta. Algo bastante duro. Pero… ¿está perdiendo la empresa el 92% de los ingresos? El propio Carroll afirma que, después de diversas pruebas endureciendo el DRM del juego (y observando los efectos posteriores sobre descargas y ventas), esto no es así, sino que solo uno de cada mil usuarios ilegales pasa por caja cuando no puede «reventar» el juego. En sus propias palabras (traducidas libremente),

    Aunque eso no hace menos desagradable esa tasa de piratería del 92% en uno de nuestros productos de bandera, saber que eliminar 50,000 copias piratas podría producir solo 50 copias legales más ayuda a poner las cosas en perspectiva.

    Que cada cual saque sus propias conclusiones y extrapole (o no) a otras industrias de contenidos susceptibles de ser pirateados y protegidos vía DRM.