Que ya puede usted ponerse a pontificar las bondades de la cola larga. Que el 20% de los productos que antes ocupaba prácticamente todo el mercado ahora sigue siendo hegemónico, pero que los productos para minorías selectas, y no tan selectas, se hacen un hueco en el mercado gracias a los agregadores, a la optimización y la distribución digital. Que los «meganichos» le pueden permitir a uno forrarse atendiendo a comunidades muy especializadas. Que…
Ya. Y entonces llega la Super Bowl. El acontecimiento televisivo estadounidense del milenio. Como cada año. Y esta vez, va y rompe los audímetros. Hasta 93 millones de teleespectadores, este domingo, sólo en Estados Unidos. El tercer programa de televisión más visto de todos los tiempos en aquel país. Siguiendo a otra Super Bowl (la del 96). Muy lejos del ‘top’ de la lista, eso sí, el episodio final de M*A*S*H, en 1983, con la friolera de 106 millones de espectadores (en un país que, además, tenía unos cuantos millones menos de habitantes).
Y es que, de vez en cuando, a casi todos nos gusta comportarnos como dóciles miembros del rebaño, y enviar a los nuevos medios a pastar un rato, nunca mejor dicho…
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