Sobre el fin de la publicidad basada en comportamiento…

La noticia (en La Vanguardia, por ejemplo) de que la Junta Europea de Protección de Datos está en el proceso de prohibir a Meta la publicidad basada en el comportamiento va a ser recogida por todos con gran regocijo. Pero la cosa no está exenta de sus efectos secundarios negativos. Se lo he leído en alguna ocasión a Ben Evans, pero ahora lo explica también @antonello en su última newsletter:

Algo poco ponderado en este debate es que hay todo un ecosistema para el que es clave la publicidad de bajo precio de Meta. Y me refiero a barata por eficiente: para que una campaña sea rentable lo que tiene que conseguir es que te genere más de lo que gastas. Hay millones de sitios de comercio electrónico, servicios online y contenidos que han crecido a la sombra de un coste de adquisición de cliente pequeño. Hay todo un sector industrial europeo al que esta medida afecta, perjudica de manera importante y puede empujar hacia la subida de precios (por aumentos de costes) hasta la desaparición (dejas de ser competitivo) pasando por acabar integrado en una plataforma, casi siempre estadounidense (ya no es rentable vender directo al consumidor, me voy a Amazon).

https://www.error500.net/p/en-el-beef-entre-cientificos-de-inteligencia

No exime esto de culpa a Meta. Es cierto que la publicidad basada en comportamiento ha abierto avenidas para que el pequeño emprendedor encuentre un mercado global que sería inalcanzable con otros tipos de campañas. Pero la absoluta falta de ética y control de Meta —y de muchos otros anunciantes, pero los grandes son Meta y Google (tampoco vamos a defender aquí a Google) y para estos menesteres me da a mí que anunciarse en Instagram y Facebook es mejor camino— lleva ahora a una más que comprensible respuesta de máximos que va a «tirar el bebé con el agua del baño», y para tratar de evitar los innegables e incontables malos usos, va a cerrar un montón de puertas a negocios que van a dejar de ser viables. Uno podría pensar en medidas más finas por parte de las entidades reguladoras, pero no dejan de ser las empresas publicitarias (sobre todo Meta, en este caso) las que podrían haber resuelto el problema cuando apareció, pero les ganó el cortoplacismo :-S.

#fueBonitoMientrasDuró

Software is eating photography…

…de hecho se ha comido ya una buena parte (de las últimas cien fotos que habéis hecho, al menos noventa las habéis hecho con el móvil, y ha habido tanto software entre vuestro clic y lo que habéis subido a Instagram / enviado por WhatsApp que daría para varios libros) y, por otro lado, nunca se acabará de comer la fotografía química (eso de llamar analógico a todo lo que no es digital siempre se me ha hecho especialmente raro en el caso de la fotografía «de toda la vida», aunque es cierto que no es un abuso de notación especialmente significativo).

En cualquier caso, lo de la fotografía computacional es un tema apasionante por lo tecnológico, por lo cultural, por sus implicaciones éticas… y pocas maneras mejores de aprender un poco sobre el tema que escuchar la entrevista que le hacen en Vergecast a Marc Levoy, el profe de Stanford que se convirtió en el responsable de la cámara (apartado software, claro) de los Google Pixel y que ahora ha fichado por Adobe.

Solo me permitiré apuntar dos cosas…

La primera de ellas, que las implicaciones éticas llegaron mucho antes del digital. Primero, con el encuadre de la foto (¿habéis visto alguna vez las fotos de una manifestación en dos diarios con puntos de vista diferentes?) y después en los laboratorios (al fin y al cabo toda la botonera de Photoshop son iconos de lo que se hacía en los laboratorios mucho antes de que nadie soñara con el digital). Antes de seguir con la crítica y la reflexión —no solo lícita sino absolutamente necesaria— sobre la manipulación de las imágenes fotográficas, uno debería reflexionar sobre si lo que le preocupa es la manipulación, quién manipula, la democratización de la manipulación, su automatización, o exactamente qué. Si vas a tener un discurso sobre el tema, que tenga un mínimo de solidez.

El segundo apunte, que ahora que Levoy ha llegado a Adobe, es hora de que esa aplicación de cámara que va a ayudar a desarrollar nos permita no solo archivos tipo «raw», sino PPSDs (portable PSDs, o Portable PhotoShop Documents), con los diferentes capturas que ha hecho la «cámara» y el historial de manipulaciones que le han hecho antes de mostrarte el resultado por pantalla.


PS 20200912 Lectura complementaria extremadamente recomendable: Your Phone Wasn’t Built for the Apocalypse. Why the orange sky looks gray, de Ian Bogost en The Atlantic.

La asimetría del valor de Facebook

Este tuit me ha hecho buscar un artículo de revista académica que vi referenciado hace un tiempo. En serio. Pero, de momento, volvamos al tuit. Facebook busca gente para hacer un experimento que implica desactivar su cuenta en Facebook y en Instagram durante unas semanas. Si os fijáis en las imágenes, Facebook está dispuesta a pagar al menos diez dólares a la semana por ello. ¿Os parece mucho? ¿Poco? Resulta ser que no es fácil convencer al usuario medio de Facebook de que lo abandone. Ni barato, si lo que pretendes es pagarle por ello. Y esto nos lleva el artículo, «How much is social media worth? Estimating the value of Facebook by paying users to stop using it», de Jay Corrigan et al. (2018). En el artículo Corrigan & Co plantean un experimento muy interesante: ¿cuánto te tengo que pagar para que no accedas a Facebook? La respuesta os dejará helados. O no. Pero es curiosa, como mínimo :-).

Corrigan & Co procedieron a una subasta para encontrar el precio medio que hay que pagar para conseguirlo. Los detalles metodológicos los encontraréis en el artículo, pero sobre unos 1200 participantes, el valor medio (y hay que decir que la desviación estándar es muy alta) de desactivar Facebook durante un año es de… más… de… mil dólares, o aproximadamente veinte dólares a la semana, en términos del experimento del tuit.

Por el otro lado… ¿cuánto vale cada usuario para Facebook? Si nos fiamos de estos datos, Facebook ingresa aproximadamente treinta dólares por usuario al año (y ese número está creciendo de una manera brutal). De nuevo, si aceptamos esos treinta dólares como media, la desviación tiene que ser enorme y, por lo tanto, hay que proceder con extremo cuidado. Pero aun así, si el usuario medio percibe que el valor que le da Facebook es de mil dólares al año, y aceptamos que el valor de ese usuario medio para Facebook es de treinta dólares anuales, estamos ante una relación salvajemente asimétrica. Y uno tiende a pensar que, en condiciones así, Facebook tendría que meter la pata mucho más todavía de lo que lo está haciendo para dejar de ser un enorme negocio.

Despacho 42, allá vamos

Efectivamente, con esta gracia que me caracteriza, así anunciaba yo hace un par de días que nos habíamos liado la manta a la cabeza con Susanna Tesconi y Dani Riera a hacer un podcast. Y sí, iba en serio, ahí lo tenéis, el primer episodio, incrustadito desde Spotify:

(Cosas que pasan, aun tardaremos unos días en aparecer en el catálogo de iTunes/Apple Podcasts, por lo que va a costar un poco encontrarnos fuera de Spotify y iVoox durante un breve período, pero se nos puede añadir en todos los reproductores (el Pocasts de Apple incluido) con nuestro RSS: https://www.ivoox.com/despacho-42_fg_f142911_filtro_1.xml.)

Afortunadamente Apple Podcasts ya nos indexa. Nos podéis encontrar en Apple Podcasts, en Spotify y en todos los clientes de podcasts que usan el motor de búsqueda de Apple (todos los grandes, diría). Y si alguno se resiste, el RSS sigue siendo el camino: https://www.ivoox.com/despacho-42_fg_f1842911_filtro_1.xml.

Y sí, si lanzar un podcast en 2019 era

pues no sé yo cómo va a ser en 2020…

Si le echáis valor a la cosa y nos escucháis (advertencia, al menos en este primer episodio se me oye más a mí que a Susanna y a Dani :-S) sabed que además del hashtag #Despacho42, tenéis los comentarios de esta entrada para dejar vuestras opiniones (sed blanditos). Se agradece toda crítica constructiva («déjalo que no es lo tuyo», dicho con amabilidad, es una crítica constructiva, que al fin y al cabo me ahorraría un montón de tiempo).

Ya están en marcha los episodios 2 y 3 del podcast, que de momento aspira a ser mensual, o sea que si os queréis suscribir, podéis encontrarnos en las búsquedas los diferentes clientes de podcast (por si no tenéis cliente favorito de podcasts: yo soy usuario desde hace tiempo de Podcast Addict, para Android (hasta el punto de haber pagado por la aplicación), pero en esta entrada de Xataka recomiendan unas cuantas maneras diferentes de volverse adicto a esto de los podcasts desde cualquier dispositivo (ojo: de verdad provocan adicción, si encuentras los podcasts adecuados)). Prometo que en los próximos episodios se me oirá menos que en este: tenemos invitados e invitadas en cartera, y molan bastante, os lo aseguro.

(También tengo un par de ideas más que tienen que ver con algunos de los lectores habituales de obm. (¿Se puede hablar de lectores habituales en un blog que no llega a una entrada al mes?) En cualquier caso, quedan uno o dos y en algún momento intentaremos engañarles.)

A la pregunta de por qué un podcast está la respuesta escueta del tuit que abría esta entrada pero, lo sabe todo el mundo que me conoce, es una excusa: en realidad es porque me gusta mucho hablar e imaginar que tengo una audiencia (puedo asegurar que no me gusta tanto escucharme, algo que he hecho muchas más veces de las que me gustaría editando este primer episodio).

¿Algún consejo a dar desde la más exigua experiencia posible?

  • ¡No lo hagáis! Es mucho trabajo.
  • ¡Hacedlo! Es muy divertido (sobre todo si consigues engañar a dos cracs como Susanna y Dani :-)).
  • Fijaos en cómo lo hacen los podcasts realmente buenos.
  • Practicad, practicad, practicad. Podéis pensar que este primer episodio es atroz. Y por lo que a mi parte respecta, estaríamos bastante de acuerdo. Pero si oyeseis las cosas que perpetraba hace un par de meses…
  • Si el podcast llega a cumplir un año prometo volver sobre el tema, a ver si he aprendido algo por el camino.

¿Y si quiero escuchar buenos podcasts?

Que os vayan a gustar, no os lo puedo asegurar, pero podcasts que me gustan hay un montón (demasiados, de hecho). Ya hice una entrada sobre el tema hace algo más de ocho años o.O (sí, este blog, actualmente en la UVI de los blogs, tiene una edad). Repasemos…

Los de música

Sigo escuchando Siglo 21, de Radio 3. Los Rock Reaktor y Cuando los elefantes que recomendaba hace ocho años ya no están en antena, pero desde entonces me he aficionado a Turbo 3 (alguien lo definía como Los 40 para los que tenemos una edad: es posible que tenga algo de eso, pero me da igual: soy muy fan). Y también ha entrado en la lista de habituales El celobert, el programa que conduce Lluís Gavaldà (sí, el cantante de Els Pets) en Catalunya Ràdio. Probad antes de criticar ;-).

Los divulgativos

Divulgativos de ciencia, debería aclarar, tal vez. Ocho años más tarde, siguen vivos The Infinite Monkey Cage y More Or Less, de la BBC (el primero va de ciencia con humor, el segundo de los números que aparecen en los medios y que no deberíamos creernos sin hacer, al menos, un pequeño esfuerzo crítico).

Desde entonces hemos añadido 50 Things That Made The Modern Economy, también de la BBC, que afortunadamente va por la segunda temporada y por tanto pasa ampliamente de las «cincuenta cosas» de su autodescriptivo nombre, en dosis de diez minutos, más o menos.

Más reciente (son diarios y no han llegado aún a los 80 episodios) es Shortwave, de la radio pública estadounidense (que sí, es una cosa que existe), que se lanza cada día a por un tema de ciencia. No sé cómo se las apañan para lanzar un episodio al día: tenéis que escucharlo para haceros una idea del curro que lleva cada uno de los programas.

Los «techies»

Estos no los tenía en cartera hace ocho años. ¿No existían? ¿No los había encontrado? En cualquier caso, en orden más o menos alfabético…

Los capitalistas de riesgo Andreesen Horowitz (más conocidos como a16z (el Adreessen del nombre es, sí, el Marc Andreessen de Netscape) tienen un par de podcasts la mar de apañados. Por un lado el muy originalmente titulado «The a16z Podcast» y por el otro «16 Minutes On The News». En el primero se suelen centrar en uno de los temas en los que invierten con un cierto detalle e invitados de nivelón (algún día les superaremos desde el Despacho 42 ;-)) y en el segundo (que también espero poder replicar algún día en el Despacho 42 (¡pero en menos de 42 minutos!) atacan las noticias sobre temas que les atañen, desde su propia óptica. Tanto uno como el otro lo encontraréis en la página de podcasts de la empresa (que no está particularmente bien ordenada, me permito el lujo de opinar).

La BBC tiene en su «World Service» Digital Planet un programa de media hora que cada semana se detiene en tres o cuatro temas de tecnología digital que seguramente podrían salir también en Despacho 42 (si tuviéramos el presupuesto y la infraestructura de la BBC). La interrelación entre personas y tecnologías que mueve a Digital Planet es una parte importante de la inspiración de nuestro podcast :-).

Exponent es el podcast del bloguero Ben Thompson (del blog homónimo) y James Allworth y se centra, como el blog, en los negocios y estrategias empresariales tras la tecnología. Thompson está un poco demasiado enamorado de teoría de los agregadores, pero aun así es muy interesante, al menos para alguien lego en la materia como yo.

Vox Media, el grupo editorial tras The Verge, tiene Reset y The Vergecast. Este último, liderado por los blogueros Dieter Bohn y Nilay Patel , es el podcast sobre la actualidad tecnológica que me gustaría hacer si fuese lo suficientemente bueno como para dedicarme a ello en exclusiva (y tuviese sus recursos): comentarios sobre los últimos cacharritos y las últimas tecnologías que han repasado en el blog, entrevistas con figuras de nivel… Reset, por su lado, intenta centrarse más en la crítica a los puntos más problemáticos de las tecnologías digitales (no se van a quedar sin temas, me temo).

«Cultura pop»

Otra categoría que no tenía yo cubierta hace ocho años… Desde entonces me he acostumbrado a oir al crac Jordi Sánchez-Navarro & co hablar de cine fantástico y de terror desde su conocimiento sin límites en Marea Nocturna, a enterarme algo más del mundillo del cómic en Bullpen (los programas con Carlos Pacheco y Javier Fernández son imperdibles), de pelis de culto en The Rewatchables (últimamente han tenido nada más y nada menos que a Quentin Tarantino repasando algunas de sus pelis favoritas)…

Deportes yanquis

Qué le vamos a hacer, me gusta el fútbol americano (y mis San Francisco 49ers) y la NBA (últimamente centrado en los Warriors). Y eso hace que escuche cosas como ESPN Daily, el programa de radio matutina Golic and Wingo, los programas de Bill Barnwell y Mina Kimes (todo esto de ESPN), los podcasts de KNBR, una de las emisoras de deportes de San Francisco, el podcast de Bill Simmons, su The Book of Basketball 2.0 o el podcast de fúbol americano de The Ringer… (Tenía que decirlo y lo he dicho, ¿vale? El blog es mío, al fin y al cabo :-P)

¿Y ya está?

Pues alguno más escucho, pero no sé yo si son tan recomendables (dice César después de listar hasta ocho podcasts sobre deportes estadounidenses, sin ningún tipo de reparo).

En cualquier caso, ya habéis visto que apenas escucho podcasts en español. ¿alguna sugerencia?


PS Mil cuatrocientas palabras de entrada. Quién habría dicho que todavía recordaba cómo se escribe en obm…

Lo social como herramienta de retención para los Spotifys y Netflix del mundo

(Creo que jamás había puesto un nombre tan largo a un tuit post. Se aceptan recomendaciones de mejora.)

Cuando Benedict Evans escribe es buena idea leerle. Lo último viene a colación de la última quinout de Apple y habla de servicios y fosos (o de servicios como fosos, de hecho, y es que el concepto de que el ecosistema que está montando Apple es un foso que la protege de que los usuarios la abandonen se está poniendo muy de moda y es una perspectiva muy razonable (por cierto: los competidores de Apple no lo hacen porque no están en disposición de hacerlo)).

Ese apunte inicial que he destacado en Twitter hace un rato a mí me parece muy interesante (mientras no se demuestre lo contrario, queda poco por diferenciar en el mercado móvil), pero después Evans dice algo en lo que me voy a permitir el lujo de llevarle un poco la contraria (qué atrevido y imprudente es el desconocimiento). Analiza el lanzamiento (finalmente) de la plataforma de vídeo bajo demanda de Cupertino desde el punto de vista del foso y decide que poco puede funcionar como tal:

But music is a streamed subscription now, so you lose very little by switching between Apple Music and Spotify. Unlike music, the subscription TV platforms, Apple TV Plus included, have exclusive content, but if you cancel them you’re not losing anything you ever felt you owned, any more than you were if you cancelled HBO or AMC, and you can always turn it on again. There’s no lock-in. These platforms have to keep you month by month with each new show – unlike iTunes, they’re not locking you in with what you already committed to.

Y yo diría que eso es cierto ahora, pero como apuntaba hace unos días (qué ilusión me hace enlazar una entrada de obm de hace menos de un mes (sí, podría ser que esta entrada sea básicamente efecto de esa ilusión)) yo diría que la curación de contenidos y lo social pueden convertirse en una fantástica herramienta de retención para los grandes del mercado: si tengo en Spotify multitud de discos y canciones anotados, por mí o, aún mejor, por un experto en la materia, mucho más barata va a tener que ser la plataforma Y para que servidor deje atrás todo ese patrimonio…

Cierto es que en música es mucho, muchísimo más fácil que esto funcione porque apenas hay diferenciación en los catálogos de los servicios (¡y que dure la cosa así!), pero qué no daría yo por un Netflix (o un Filmin, o…) con un catálogo de ciencia ficción, fantasía y terror en que las películas viniesen acompañadas de la introducción o los comentarios de un Jordi Sánchez Navarro, por ejemplo… Si los catálogos de sindicación de series y películas que todavía no pertenecen a Disney se volcaran (de una puñetera vez) a las plataformas bajo demanda y decidieran que no se ofrecen en exclusiva a una de las plataformas dada la fragmentación y lo relativamente poco que les iban a pagar las plataformas por la exclusividad, los mejores anotadores iban a ser un factor diferencial de órdago, opino. Y si la plataforma Z me dejase sincronizar la reproducción del episodio de turno para verlo a la vez que mis colegas y poderlo comentar en una segunda pantalla con mis colegas, pues…

En fin. Cosas mías.