Vengo yo de dar un paseo escuchando el penúltimo episodio de The Vergecast, en el que se habla de la review que han hecho de las Ray-Ban Meta (vídeo arriba, review completa aquí) que, si me diera la nómina, serían las que me convertirían en un glasshole (muy de acuerdo con los comentarios en el vídeo de que la cámara necesita una manera de taparla físicamente, que plantean toda una serie de dudas sobre privacidad y, sobre todo, lo que se dice en el podcast de que limitar las gafas al ecosistema de Meta es excesivo y una decisión que espero que acabe demostrándose inútil).
(Por cierto, en el podcast también se habla de la nueva ley californiana del derecho a reparar, y vale muchísimo la pena la conversación.)
En cualquier caso, también he echado en falta (en las reviews que he leído, pero también en la presentación de Meta) es cualquier referencia a las personas con discapacidad visual. ¿Quién no querría poder usar las esperadas capacidades de IA de las gafas para que te describiesen lo que tienes delante, te leyeran una etiqueta, un menú o un libro (la IA o las múltiples aplicaciones móviles que ya ayudan con estas cosas en el móvil, un formato que se me antoja) o, en caso de que aplicaciones e IA se queden cortas, conectarte con alguien para que pueda ver lo que la cámara tiene delante y echarte una mano con lo que sea que estás haciendo? (Y si la vida de la batería del cacharro es corta, que inevitablemente lo es, también creo que ningún ciego tendría ningún problema en que de la patilla pudiese colgar un cable USB delgadito a una batería USB externa…)
En fin, Zuckerberg, que el cacharrito mola, pero que estás perdiendo una oportunidad de oro de hacer algo realmente bueno, por una vez.
Después de tres años y pico con el Garmin Vívomove 3 Style, tocaba cambiar de reloj. Antes de entrar en materia, tres cosas que debe cumplir todo reloj:
Dar la hora continuamente. Si no da la hora siempre, no es un reloj. O tiene agujas, o la pantalla permanece encendida dando la hora continuamente.
Poder llevárselo de fin de semana sin pensar en un cargador. Si la batería no aguanta tres días con tranquilidad (dando la hora continuamente), es un dolor de cabeza.
Casi corolario del anterior, no debe necesitar más tiempo de recarga diaria que el que dura una ducha. Si me apuras, le podemos dar un cuarto de hora, pero no más. (Después de un fin de semana fuera, podemos darle una horita.)
Y para pasar de reloj a mis (muy modestas) necesidades para un smart watch necesita, además…
Enseñarme las notificaciones del móvil. Puntos extra si permite interactuar con ellas de alguna manera.
Controlar la reproducción de música / podcasts del móvil.
Contar pasos y controlarme el sueño. Puntos extra si controla pisos subidos y bajados y si dispone de GPS (o alternativa) para controlar mis paseos.
Mi «viejo» Garmin (tiene un poco más de tres años) cumple con todos los requisitos, con algunos apuntes…
La batería duraba cuatro días. Tres años más tarde, ha bajado a tres.
Antes pasaba de sobras con diez minutos diarios de carga, ahora con una cierta frecuencia necesita quince…
Las notificaciones en la (muy elegante, todo hay que decirlo) pantalla oculta, al sol, no eran lo más legible del mundo. (Pero, por otro lado, puntos extra por las caras de sorpresa del personal cuando de golpe un reloj «de los de toda la vida» aparta sus agujas para que puedas leer cómodamente lo que aparece en una pantalla que no estaba ahí 😬. Las voy a echar mucho de menos.)
No sé si serán mis dedazos, pero en ocasiones la pantalla táctil no es tan táctil como uno habría querido.
(Si alguien está interesado en uno de segunda mano, que me diga. Diría que Garmin no lo ha distribuido en España, pero sigue disponible en Amazon Francia, que sirve sin gastos extra a España. A pesar de mis comentarios, estoy muy contento de la compra. A mí me costó 285 euros, y en el momento de escribir esto, está a algo más de 275.)
En cualquier caso. Tres años son muchos años. En el mundillo de la electrónica de consumo en general y en Can OBM más (o al menos tanto como la nómina y la hipoteca permiten)… Y, aunque no estaba yo buscando activamente sustituto, el otro día llegué, por accidente, a esta review en The Verge… y uno es débil. Más cuando vienes de un reloj de 285 euros y el que te «hace tilín» cuesta «solo» 200 (enlace de compra en amazon.es). Qué le vamos a hacer.
¿Cumple el GTR 4 con todos los requisitos de un reloj y un smart watch? Sobradamente. Con la pantalla siempre conectada, la vida de la batería apunta a cinco días cómodamente, y eso con la detección automática de ejercicio que lanza el GPS integrado mucho antes de lo que uno podría esperar dado el presupuesto. No permite una gran interacción con las notificaciones de Android, pero la permite: respuestas «enlatadas» a mensajería (si alguien recibe un «un minuto» mío, lo más probable es que haya sido desde el reloj) e incluso una pantallita para responder con emojis. El controlador de música y podcasts es más que razonable (tarda una décima de segundo en preguntarle al móvil los metadatos de lo que estamos reproduciendo, pero de nuevo me parece más que razonable). No puedo asegurar la precisión de la medida del latido cardíaco, pero parece creíble. El barómetro, por su lado, también da unas medidas (de presión atmosférica y altura sobre el nivel del mar) perfectamente creíbles. Se integra bien con el calendario del móvil (Google Calendar, en mi caso)… Tiene Alexa integrada (con el móvil haciendo de ventrílocuo, no autónomamente), la pantalla (¡OLED!) es visible incluso con luz del sol intensa…
Si tuviese que criticarle algo… La usabilidad de la app de acompañamiento en el móvil es limitada (aunque suficiente), dudo que nunca tenga un gran ecosistema de aplicaciones y las posibilidades de configurar el aspecto del reloj son bastante limitadas (más aún si no quieres pagar los dos o tres euros que cuestan algunas de las opciones para ello). ¿Razonable por 200 euros? Desde luego.
Y si tenéis alguna duda… para eso tenéis los comentarios de la entrada :-).
Algo habrá que decir sobre las inteligencias artificiales generativas, ¿no?
Ya había algo sobre inteligencia artificial en el anterior enlaces, pero no sobre el tema de si todas estas aplicaciones son o no creativas o si producen arte o no (mi posición, tremendamente poco informada, es que el arte es un proceso humano, primero, y que mientras el debate esté tan cargado de hormonas, me atrae tanto como un accidente de tráfico). Aun así, me ha parecido interesante este vídeo:
Aaron Hertzmann es principal scientist en Adobe Research, ¿filial? de Adobe, esa compañía que «amamos odiar» pero que lleva ya muchos años entre el software y la creatividad. Si eso es bueno o malo u ortogonal al tema es algo que deberá decidir quien se lo mire. Debe decirse, además, que no es exactamente reciente: me lo he encontrado en este artículo de Communications of the ACM de mayo de 2020 (cuando las hormonas no estaban tan disparadas), de título alineado con mi postura (curiosamente) y escondido tras el muro de pago que parapeta a tantas publicaciones académicas, lamentablemente.
(Como me ha preocupado un poco el parafraseo que hace de Baudelaire, he intentado buscar la fuente. Si no me equivoco, aquí tenéis tanto el texto en francés del que se saca la cita como una traducción al inglés (de aspecto terrible en navegadores de escritorio, podéis paliar el problema haciendo más estrecha la ventana del navegador, por ejemplo)).
Si alguien quiere leer a Hertzmann explayándose más sobre el tema, también está este When Machines Change Art suyo (mucho más reciente, eso sí).
El disco
Dice last.fm que son shoegaze noise rock post-punk lo-fi… Yo solo sé que me encantan, y que desde luego no son para todos los públicos. El disco es de mediados del año pasado. Aquí el dinosaurio hace lo que puede por mantener una dieta musical más o menos actualizada…
…y el «easter egg» de cierre
Es un «easter egg» bien poco sostenible, pero confieso que me ha hecho gracia el homenaje que le ha dedicado Boeing al último 747 salido de su línea de montaje. La fuente de la imagen supongo que caducará pronto, pero está en en FlightRadar.
we as computer scientists not only vastly overestimate our abilities to create an AGI, we vastly underestimate and underrepresent what behavioral scientists, psychologists, cognitive scientists, neurologists, social scientists, and even the poets, philosophers and storytellers of the world know about what it means to be human.
…y subo a que, además, lo que no sabemos en las ciencias del comportamiento, la psicología, las ciencias cognitivas, la neurología, las ciencias sociales, la poesía, la filosofía y la narrativa sobre lo que significa ser humano, estoy convencido, pesa más que lo que sí se sabe… y que una de las gracias principales de trabajar en inteligencia artificial está, precisamente, en ampliar nuestro conocimiento en todos esos campos.
La imagen que vale más que mil palabras
Imagen que me pasan y que, si miráis con atención, os planteará dudas sobre la seriedad con que Google se toma la selección de sus fuentes de información, al menos en España.
El vídeo cultureta
Hasta ahora solo he conseguido pasar un fin de semana en Roma. Fue suficiente para que me pasara por encima más que el resto de ciudades que he visitado. Aquí, una explicación de su urbanismo:
Toca renovar el intento que hacemos de vez en cuando por aquí de darle un poco de vida al blog. Hubo un tiempo (¡de 2011 a 2015!) en que semanalmente me dediqué a recuperar los mejores tuits de los siete días anteriores, en la categoría tuitlinks, algo que hoy podría haber sido una newsletter. No voy a recuperar ahora los tuits de la semana porque, al ritmo tuitero al que voy, no daría para mucho contenido, ni voy a arrancar una newsletter (RSS’s not dead), pero sí voy a intentar ir guardando por aquí lo que voy leyendo, mirando y escuchando, a ver si sale algo medio decente. Vamos allá con el primer intento (que se reduce a audio y vídeo)…
Los podcasts
Uno de los podcasts escuchados con regularidad en esta casa es Decoder, de Nilay Pattel. Y en su penúltimo episodio hablan con Cory Doctorow (al que tuve el gusto de entrevistar para Mosaic hace un millón de años (999 985 años arriba o abajo (dios qué viejo soy))) y la profesora Rebecca Giblin sobre «chokepoint capitalism» (las prácticas extractivas de determinadas grandes empresas para quedarse con buena parte de lo que los consumidores creemos que pagamos a creadores) y, sobre todo, algunas ideas para luchar contra él.
Y otro de los podcasts habituales es el de Danielle Newnham, que suele tener a la gente más interesante que te podrías imaginar. En esta ocasión se trata de Steve Furber, una de las dos personas responsables de la CPU de tu móvil (la otra persona tiene una historia aún más… ¿interesante?, pero la de Furber no está nada mal).
Y también está el podcast oficial de Otro blog más, claro… 😬
El vídeo
Si no fuera por el título, me habría jugado algo a que estaba hecho por ordenador (dura 34″):