Categoría: Propiedad intelectual

  • Neil Gaiman, sobre copyright, piratería y la web

    [youtube]http://www.youtube.com/watch?v=0Qkyt1wXNlI[/youtube]

    Cuando la web comenzó, solía enfadarme con la gente. Porque publicaban mis poemas, publicaban mis historias, publicaban mis cosas en la web. Y yo creía, de forma totalmente errónea, que si alguien cuelga tus cosas en la web y no les dices que no lo hagan, pierdes tu copyright y eso, sencillamente, no es cierto. Y estaba muy enfadado, porque estaban pirateando mis cosas, y que eso era malo. Y comencé a darme cuenta de un par de cosas. Una de ellas es que los lugares en que me pirateaban, especialmente en Rusia, donde la gente traducía mis cosas al ruso y las distribuía por el mundo, estaba vendiendo más y más libros. La gente me estaba descubriendo a través de la piratería. Y entonces iban y compraban los libros reales. Y cuando un libro salía en Rusia, vendía cada vez más copias. Me parecía fascinante. Y probé unos pocos experimentos. Algunos fueron difíciles. Convencer a mi editor, por ejemplo, de coger uno de mis libros y publicarlo gratis. Y cogimos American Gods, un libro que aún vendía, y vendía bastante bien, y durante un mes lo pusieron completamente gratis en la red. Y se podía leer. Y se podía descargar. Y… Y lo que pasó es que las ventas de mis libros en librerías independientes, que es como medíamos, subieron al mes siguiente un 300%…

    Y comencé a darme cuenta de que, en realidad, no estás perdiendo libros, no estás perdiendo ventas, por tener tus cosas ahí fuera. Y cuando doy una charla, ahora, sobre este tipo de temas, y la gente me pregunta ‘¿qué pasa con las ventas que estoy perdiendo por tener cosas ahí fuera?’… Comencé a pedir a la audiencia que levantaran la mano con algunas preguntas. Les pregunté ‘¿Tenéis un autor favorito?’. Y contestaron que sí. Y yo respondí ‘Bien, lo que quiero es que todos los que descubristeis a vuestro autor favorito porque os dejaron un libro suyo, levantéis la mano’. Y, luego, ‘todos los que descubristeis a vuestro autor favorito entrando en una librería y comprando un libro, que levantéis la mano’. Y probablemente sea un 5 o 10%, si llega, la gente que descubrió a su autor favorito, del que se lo compran todo, los libros en tapa dura, atesoran… Mira, de ese autor, muy poca gente compró el libro. Se lo dejaron. Se lo dieron. No lo pagaron. Y así descubrieron a su autor favorito. Y pensé, ¿sabes? Eso es lo que es: gente que deja libros. Y no puedes considerarlo una venta perdida. No es una venta perdida. Nadie que se hubiese comprado tu libro deja de comprarlo porque lo puedan encontrar gratis. Lo que estás haciendo en realidad es publicidad, estás llegando a más gente, estás haciendo crecer la gente que te conoce. Y comprender eso me dio una idea completamente nueva de la forma del copyright. Y de lo que estaba haciendo la web. Porque la cosa más grande que está haciendo la web es permitir a la gente oír cosas, permitir a la gente leer cosas, permitir a la gente ver cosas, que no habrían visto de ninguna otra forma. Y, básicamente, eso es algo increíblemente bueno…

    Ese que habla en el vídeo que os he pseudo-transcrito-y-traducido es el autor británico Neil Gaiman (su web, su blog, su entrada en la Wikipedia y su Twitter, con su millón y medio de seguidores).

    Gaiman es un animal muy extraño: un escritor que se forra con lo que escribe. Escribe mucho, desde hace mucho tiempo (hasta el punto de que su bibliografía merece entrada separada en la Wikipedia) y vende muchísimo de prácticamente todo lo que escribe (incluyendo un libro sobre ¡Duran Duran! de 1984 y otro sobre la Guía de la Galaxia para Autoestopistas de 1988, que ya es decir).

    Y lo incrusto y ‘traduzco’ aquí, más que nada, porque a pesar de ser un autor de éxito desde hace muchos años, antes de decir algo sin pensar, miró la realidad que le rodeaba, experimentó un poco (y, como él mismo dice, alguno de esos experimentos era difícil) y, finalmente, llegó a una conclusión. Y eso le convierte en un animal todavía más raro…

  • Efemérides 20N (2/2): Funky Drummer

    [youtube]http://www.youtube.com/watch?v=Xlh-XKQ7VJA[/youtube]

    Ese señor que explica el solo de batería en el vídeo se llama Clyde Stubblefield. Y si te suena el solo de marras es porque, muy probablemente, sea el fragmento musical más sampleado del mundo: desde que se grabara, un 20N de 1969, lo han utilizado en sus canciones los Beasty Boys, De La Soul, Depeche Mode, GangStarr, George Michael, New Order, Nine Inch Nails o Prince, entre otros muchos.

    A parte de su importancia musical, Funky Drummer ilustra de manera única dos de los problemas fundamentales de la propiedad intelectual en el mundo de la música:

    • En primer lugar, porque el difunto James Brown se pasó años persiguiendo a todos los que habían usado el fragmento sin pagar un duro e infringiendo las leyes de la propiedad intelectual.
    • Pero, aún más allá, porque el propio Stubblefield nunca vio un duro por los derechos de un ‘break’ que, al final y al cabo, creó él, y no James Brown, y solo cobró por la sesión de trabajo.

    Y es que el tema de reconocer al creador, en muchas ocasiones, es bastante más complicado que buscar al propietario de los derechos.

    Lo que hace especialmente dramático el tema es que Clyde Stubblefield, a sus 67 años de edad, sigue hoy al pie del cañón… y no puede pagarse los gastos del trasplante de riñón que necesita. Estaría bien que, 31 años después de grabarse ese ‘break’, os pasarais por esta página de ayuda y contribuyeseis algún euro a la causa… :-)

  • Una de recursos educativos abiertos: revisitando OLCOS…

    En una semana loca de actividad en Barcelona (mi ‘highlight’ personal es el Drumbeat, pero eso es otra entrada…) el jueves tuve el gustazo de partcipar en una jornada sobre recursos educativos abiertos con M. Antonia Huertas, Brian Lamb y Aníbal de la Torre, hablando de recursos educativos abiertos…

    Para los que quieran unas notas completas (aunque en inglés), allí teníamos a Isma Peña «power blogging»

    Por mi parte, os dejo mi powerpoint:

    Algunas notas sobre el PPT en sí:

    • Como podréis observar, un PPT absolutamente textual aunque espero que los dioses de las presentaciones me perdonen (comenzando por Carles). En mi defensa, diré que era más un fondo de pantalla y un guión que otra cosa.
    • Siguiendo el espíritu de la reutilización, básico para el mundo de los recursos educativos abiertos, casi consigo crearlo exclusivamente a base de ctrl+c, ImprPant y ctrl+v :-).

    Y otras notas sobre lo que dije en mis 20 minutos y que no están en el PPT…

    Casi todo el PPT consistía en revisitar el proyecto OLCOS, que hace ya algo más de 3 años elaboró un «roadmap» para 2012 para el mundo de los OER. Me pareció interesante recuperar las recomendaciones que se hacían desde allí cuando 2012 ya prácticamente se divisa en el origen…

    Y esas recomendaciones en mi opinión, pasan hoy una importantísima «prueba del algodón»: suenan a sentido común y a cosas hacia las que no nos queda más remedio que avanzar si queremos que la educación se mueva hacia adelante. Pero, como dije unas cien veces el jueves, casi cada una de esas recomendaciones es hoy una pregunta abierta: ¿hemos avanzado lo suficiente? Si se quiere ver el vaso medio vacío, no, no hemos llegado a donde queríamos. Si se quiere ver medio lleno, en casi todas hemos avanzado mucho en los últimos años…

    En cualquier caso, la presentación pretendía ser un ‘tráiler’ que animase a la lectura de los documentos que persisten en OLCOS. Exactamente igual que esta entrada :-).

  • El verdadero coste de gratis

    Nota: Esto es una traducción de la entrada The real cost of free, escrita ayer por Cory Doctorow (en Google, y si queréis más, la entrevista que tuve el gusto de hacerle para Mosaic hace ya bastante tiempo) en el blog the tecnología del diario británico The Guardian. A pesar de que el artículo está protegido con un fantástico copyright, algo me dice que no me demandarán por esto… No suscribo todo lo que dice, pero su lectura merece sobradamente el esfuerzo de la traducción. Traducción, por otro lado, bienintencionada pero, seguro, imperfecta: se recomienda saltar al original y se acepta todo tipo de correcciones.


    La semana pasada mi co-columnista del Guardian Helienne Lindvall pubicó una pieza titulada The cost of free, en la que calificaba de «irónico» que «defensores del contenido en línea gratuito» (incluyéndome a mí) «cobren elevados precios por hablar en eventos».

    Lindvall dice que habló con alguien que había contactado con una agencia con la que yo había trabajado y le dieron precios de entre diez y veinte mil dólares por hablar en una universidad y de veinticinco mil dólares por hablar en una conferencia. Lindvall procede a hablar de lo que cobran otros oradores, entre ellos el editor de Wired Chris Anderson, autor de un libro llamado «Free» (del que hice una crítica aquí en 2009), el cofundador de Pirate Bay Peter Sunde y el experto en marketing Seth Godin. En la opinión de Lindvall, todos somos parte de una única ideología que exhorta a los artistas a regalar nuestro trabajo, pero no practicamos lo que predicamos porque cobramos tanto por nuestro tiempo.

    (más…)

  • Verifica tu privacidad en Facebook

    No sé si algún día llegará el Chernobyl de la privacidad con Facebook pero la cosa se está poniendo caliente. Recursos como Openbook dejan bien a las claras que existen ingentes cantidades de usuarios de Facebook que no saben quién lee sus status y los usan para insultar a propios y extraños, declarar su odio por sus trabajos y jefes y gritar cómo acaban de copiar en un examen… Que probablemente haya motivos para hacerlo, pero no creo que sea una buena política de comunicación.

    Uno de los problemas (probablemente el más grave, aunque ni de lejos el único) es que como contaba el New York Times en forma de infográfico, las opciones para comprobar la privacidad de Facebook han pasado de la relativa simplicidad de sus orígenes a ser un auténtico laberinto en el que saber qué compartes con quién es una odisea digna de Kafka…

    Es por ello que es especialmente importante la existencia de herramientas como el ‘bookmarklet’ que nos da ReclaimPrivacy.org. Su uso es sencillo: basta arrastrar el enlace Scan for Privacy a la barra de favoritos del navegador, entrar a Facebook y hacer clic en el enlace que acabamos de arrastrar. El ‘bookmarklet’ escaneará nuestros ‘settings’ a la caza y captura de posibles agujeros y nos mostrará un diagnóstico. La cosa no es trivial: yo tenía un par de agujeros que preferiría haber subsanado antes….

    Captura de pantalla del escáner de privacidad comentado en el texto. Muestra dos agujeros importantes
    El amarillo no es especialmente grave, pero esos dos rojos ya no tienen ese color…

    Nota importante: ahora mismo el ‘Opt-out’ para el ‘Instant Personalization’ (que es el que comparte mucha de tu información personal con muchos sitios web cuando los visitas, aunque no sea desde Facebook) no funciona correctamente. Pero es sencillo arreglarlo a mano: si tenéis el mismo problema, basta con hacer clic en el enlace ‘Instant Personalization’ que os aparecerá; accederéis a una página en la que lo podréis desactivar (tras aceptar un texto en que os dirán cómo desactivarlo hará que Ariel deje de lavar tan blanco).

    Para cerrar, un par de ‘rants’ de Danah Boyd sobre el tema, muy recomendables: Facebook and “radical transparency” (a rant) y Facebook is a utility; utilities get regulated.