Parece que, finalmente comienzan a salir ordenadores al mercado con «disco duro sin disco duro». Esto es, con cajas de formato disco duro de 2.5″ que sustituyen el disco por memoria flash de 32 o 64 gigas. Cuando el disco duro de 2.5″ típico anda por los 100 gigas y 100 euros, dar el salto a la nueva tecnología implica dejarse un pastón (del orden de 400 o 500 euros más) por una tercera parte del espacio, pero los efectos sobre la velocidad, el peso y, sobre todo, la duración de la batería (y una mejora de la fiabilidad en entornos más o menos agresivos), son como para pensárselo. Particularmente, y mientras el precio de la flash no acaba de caer, a mí me atraería más una combinación mixta, con 16 o 32 gigas de flash para sistema operativo y aplicaciones y un disco duro para los datos pesados, pero parece que queda claro que están comenzando a construir el ataúd para los discos duros de 2.5″… Vía, por ejemplo.