…eso es lo que deberían hacer las asociaciones de autores. Parte de ese trabajo es recaudar y repartir dinero entre sus asociados. Pero otra parte, que casi nunca recuerdan, es la de defender los derechos legales de sus asociados frente a editoriales, discográficas, grandes estudios, distribuidores y demás intermediarios que se interponen entre estos y sus consumidores.
Dos casos.
Tengo junto al ordenador un tebeo de Mortadelo y Filemón de los que escribió y dibujó FernandoFrancisco Ibáñez para la Editorial Bruguera. La Fundación Solidaridad de Carrefour los está reeditando con la colaboración de Ediciones B y los pone a la venta por dos euros, con uno destinado a la lucha contra el autismo. Una iniciativa fantástica tanto por lo que tiene de obra social como por recuperar algunos de los mejores Mortadelos de la historia (¿para cuándo un repositorio digital de Mortadelos en línea? Yo me apunto a una suscripción de cinco euros al mes ya). El binomio Ibáñez / Bruguera debe ser el mejor ejemplo de artista explotado por una editorial de la historia de España: un tipo que ha vendido tebeos en cantidades industriales y que, como el resto de artistas de Bruguera, curraba tropecientas horas a la semana con salario de oficinista… Afortunadamente Ibáñez ahora (creo) vive divinamente de los royalties que se ha ganado a lo largo de los años con el sudor de su frente, pero ni durante muchos años hubo nadie para defenderle ni, lo que es peor, la situación actual es idílica. Pregunta: ¿Qué es lo que no tiene la reedición? Respuesta: Ninguna información sobre propiedad intelectual. Un ISBN es todo lo que nos ofrece, sin ninguna otra información: ni año de edición, ni de autoría, ni titularidad de derechos, ni nada. Una triste mancha para una iniciativa tan brillante :-(.
Pero la cosa allende nuestras fronteras no está mucho mejor. Neil Gaiman se hace eco de que los derechos de creación del personaje de Superman han sido otorgados, finalmente y tras prolongado proceso judicial, a los herederos de Jerry Siegel, cocreador con Joe Shuster del superhéroe volador en 1938, puesto que hasta ahora estaban en manos de Time Warner y la editorial DC Comics, que los adquirieron por aquel entonces por unos ridículos (aún teniendo en cuenta la inflación) 130 dólares.
El caso de los tebeos es, tristemente, de los que más injustos han sido con sus creadores, pero la cosa de las discográficas con intérpretes y compositores no está mucho mejor. ¿Cuándo se dedicaran las sociedades de autores a evitar injusticias como estas más que a perseguir los actos de presunta piratería de los fans?