Ahora que el tema del desarrollo de los cuatro «grandes» navegadores (esto es, el grandote, el mediano y los dos chiquitines, si hablamos de cuota de mercado) está tan de moda (los dos renacuajos han pasado la prueba del ácido, el mediano apunta a su tercera versión pronto y prepara la cuarta, el grande está llegando a la 8 cuando la 7 aún no tiene mucha tracción…), resulta muy interesante la entrevista con Asa Dotzler en Wired, que trata, entre otros temas, de la brutal complejidad de mantener un gran proyecto de software como Mozilla, desarrollado a medias por profesionales a sueldo de la Mozilla Foundation y la gran comunidad de programadores que orbita a su alrededor. Me quedo con dos detalles:
- Al igual que Linux y muchos otros grandes proyectos de software libre, Firefox no es una democracia en la que las cosas se decidan de acuerdo con la opinión de las mayorías. En el caso concreto de Firefox, la estructura es meritocrática y, además, cada uno de los diferentes módulos tiene un «propietario» con nombre y apellidos que es quien toma las decisiones finales.
- La que para mí es la característica definitoria de Firefox, su arquitectura de extensiones, en sus inicios no era más que una solución para evitar la deserción de muchos desarrolladores, que se habían frustrado al ver que las características que habían creado no se incluían (o más aún, eran eliminadas) del código del navegador para evitar la «featuritis».