La idea la defiende Michael H. Goldhaber en un artículo de First Monday, The Attention Economy.
La idea es que con la llegada de Internet, o más bien con la digitalización de casi todo, el modelo económico cambia. Hasta ahora, se ha hablado de una economía de la información. Pero Goldhaber afirma que esta no es posible, ya que en el centro de la economía debe haber un bien escaso. Y la información no lo es de ninguna forma. Hay algo de información en cada una de las más de ocho mil millones de páginas que indexa Google, por ejemplo. Reuters y AP, de hecho, regalan la información que tanto dinero les cuesta obtener. El País intentó cobrar por toda su información (incluyendo las partes que podían obtenerse a coste cero en las webs de otros diarios), y está cambiando su modelo de negocio… Siempre hemos podido obtener información a coste casi cero en la radio y la televisión. Y cuando pagamos por un diario (si es que leemos uno de pago), ese euro no paga toda la información que recibimos a cambio.
Goldhaber dice que el bien escaso que va ligado a la información y nuestro nuevo mundo es la atención. Los medios de comunicación no se ganan la vida a base de distribuir información, ni siquiera entretenimiento: regalan esa información para captar la atención del lector, oyente o televidente, y venden a sus anunciantes un trocito de esa atención para que estos vendan sus productos…
La idea, al menos en mi opinión (y uno y la economía están bastante discutidos), tiene su atractivo, y puede explicar bien lo que pasa cuando nos movemos de un mundo en que la información, y en consecuencia la atención, se concentran en unas pocas manos a otro en que la información se distribuye a la velocidad de la luz, y prestamos nuestra atención (en inglés, la atención no se presta, se ‘paga’. Es curioso ver cómo ya hablamos de la atención en términos económicos. ¿Representará la diferencia entre el pago y el préstamo una concepción de la nueva economía radicalmente diferente en los mundos hispanohablante y anglosajón?) de una manera mucho más dispersa. Cuando menos, un primer efecto es que los anunciantes ya no se pegan tanto por un espot en la tele, y que los hay que hasta me pagan a mí por un poco de vuestra atención… Sólo la posibilidad de repartir en muchísimos más trozos el pastel económico representa una revolución… Eso sí, como siempre, el negocio lo siguen haciendo los intermediarios: Google, en este caso, que consigue capitalizar la atención que nos trabajamos los demás día a día…