Parece que los propietarios de las salas de cine (como mínimo los estadounidenses), además de meterse con Mark Cuban, también se dedican a pensar en soluciones para la crisis de espectadores que sufren. La idea, esta vez, es aprovechar la instalación de proyectores digitales (a los que se podría alimentar cualquier tipo de señal de vídeo) para ofrecer retransmisiones deportivas en directo. La cosa tiene su atractivo: al fin y al cabo, es mucho más divertido ver un acontecimiento deportivo (un partido de fútbol o baloncesto, un gran premio…) rodeado de un montón de gente que en el salón de casa. Y en este país ya hemos demostrado que estamos dispuesto a pagar lo que no está escrito por ver a nuestro equipo favorito en casa.
Ya estoy oyendo, eso sí, las quejas de los propietarios de bares por esta «intolerable intromisión»…