Así titula Noticiasdot.com un artículo sobre el «mal» uso de Internet por parte de los trabajadores desde su puesto de trabajo.
Resumiendo, fruto de un estudio se ha encontrado que el trabajador navega una media de 18,25 minutos por cuestiones de ocio. Primera objeción: el artíclo da por descontado que todo lo que no es «navegación corporativa» es ocio. Corolario: es mejor cogerse toda la mañana de fiesta para hacer una gestión en el banco (una transferencia), en el médico (pedir hora) o por asuntos personales inexcusables (el cole de los críos) que navegar 10 minutos para resolverlo.
El artículo sigue y nos cuenta que los directivos de las empresas ya se han puesto las pilas para que evitar que sus empleados «sigan perdiendo el tiempo» y «reduciendo la productividad»
. Además de lo dicho hasta ahora, segunda objeción: ¿ir al lavabo será también perder el tiempo? Porque digo yo que no es navegación corporativa — aparte del hecho de transcurrir en aguas institucionales. Corolario: ¿se ha analizado si la navegación pierdetiempos se realiza, por ejemplo, a la hora de desayunar?
Más: dos de las soluciones ya puestas en marcha son la prohibición de la mensajería instantánea y la implantación de un sistema vigilado por un supervisor que puede saber en cada momento qué se está haciendo en cada una de las terminales de la empresa
. Bien, vayamos por partes. Objeción: la mensajería instantánea tiene muchos usos, algunos de ellos institucionales y, para colmo, que pueden incrementar la productividad y hasta reducir los costes (en llamadas) de la empresa. Corolario 1: los supervisores que saben lo que cada terminal está haciendo cobran un sueldo mayor que cero. Corolario 2: para empresas pequeñas, un supervisor cuesta más que el ahorro de tiempo «perdido». Corolario 3: para empresas grandes, un supervisor no puede controlar todas las terminales de la casa.
Al final del artículo aparece el sentido común y un consultor afirma apostar más por inculcar el sentimiento de responsabilidad entre la plantilla que en medidas que puedan dar la sensación que limitan la libertad de los empleados
u otro consultor que cree en el trabajo por objetivos y no por estarse X tiempo sentado en tu sitio. El último párrafo lo borda:
Y es que en definitiva, lo importante no es siempre saber cuanto tiempo pierde un empleado sino si este cumple con sus obligaciones dentro de los estándares de calidad de la empresa. Y es que uno puede volcarse durante sus ocho horas diarias a no levantarse de su mesa sin acudir al baño ni responder al teléfono y el resultado de su trabajo estar por debajo de la media de otros «más dispersos» pero con más capacidad de concentración.
Eso sí, no se escapa una empresa que va a ofrecer a sus empleados una formación titulada ‘Los ladrones del tiempo’
, que me recuerda a mi no se qué campaña chapucera.
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