Las inexplicables URL de El País

Algunos detalles de las URL de El País siempre han sido un misterio en esta casa. Por ejemplo los famosos «elpporopivin» o «elpepivin» que aparecen por todas partes:

Captura de pantalla de una URL de El País, del estilo elpppopropivin&xref=20111212elpepevin_1&type=Tes&k=Forges

Anuncian ahora en El País un lavado de cara para las páginas dedicadas a la actualidad de las Comunidades Autónomas, lo que, además, conlleva un nuevo diseño en la estructura de las URL, a saber:

Captura de pantalla de una URL de El País, del estilo ccaa.elpais.com/ccaa/catalunya.html

Bien, parece ser que nos hemos librado de el «elpporopivin» y el «elpepivin». A cambio de ellos, aparece una estructura de lo más sorprendente: el contenido migra a un subdominio «ccaa.elpais.com» y, dentro de este, al directorio «ccaa»: ¿hacía falta ubicar doblemente el contenido bajo un subdominio «ccaa» y un directorio «ccaa»? A lo mejor sí.

Por supuesto, las URL siguen sin incorporar las palabras clave en su estructura. Así, la noticia Intelectuales de todo el mundo defienden el legado de Josep Ramoneda en el CCCB se queda con una URL del estilo:

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2011/12/13/catalunya/1323738851_203574.html

Donde queda explícita la fecha, pero no el contenido. Aquí en casa hubiesemos propuesto algo del estilo, corrigiendo la doble ubicación por CCAA y añadiendo las palabras clave:

http://ccaa.elpais.com/catalunya/2011/12/13//intelectuales-defienden-ramoneda-cccb.html

Por proponer que no quede.

Seguiremos investigando.

La paradoja del Sharismo, o cómo una buena idea me pagará la hipoteca

(Nota: lo que sigue es una traducción de The paradox of Sharism, or how a cool idea will pay my mortgage, publicada en ictlogy.net.)

El motivador clave de los medios sociales y el espíritu central de la web 2.0 es un cambio de chip llamado ‘sharismo’ (o ‘compartismo’, si se quiere). El sharismo sugiere una reorientación de valores personales. […] Y no pasa nada por buscar recompensas económicas. Pero en todo caso obtendrás algo igual de substancial: felicidad.

Ese es Isaac Mao, traducido, en su ensayo Sharism: A Mind Revolution, que escibió para el libro Freesouls, de Joi Ito. Aunque me gusta la música, —hasta la tarareo de vez en cuando— me cuesta cantar esa letra.

No me malinterpreten: hay casi dos mil piezas de trabajo que ya comparto en esta web (ictlogy.net) desde la más simple entrada de blog a la última versión de un material de aprendizaje, pasando por presentaciones, artículos, capítulos de libros… Todo está (ahora mismo) bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0, aunque ello no ha impedido que terceras partes hayan pedido permiso para crear obras derivadas, que siempre ha sido concedido.

Las razones de este comportamiento son las que Isaac Mao describe en su ensayo, y muchas más, incluyendo tanto mi propia filosofía sobre la naturaleza de la producción resultante de fondos públicos o el ethos del científico y su papel en la sociedad. Pero este comportamiento, aún alimentado por ideologías, en realidad se hace posible porque mi tiempo ya ha sido pagado: en parte por el contribuyente, en parte por los estudiantes matriculados en mi universidad [pública] (dinero del contribuyente también, después de todo).

Al levantarme por la mañana, mi hipoteca ya se está pagando. Con eso en mente, tengo mucho espacio para poner las ideologías en práctica.

Isaac Mao habla de los «resultados positivos» del «sharismo»:

  • «Obtienes comentarios» y feedback general que enriquece tu trabajo.
  • «Obtienes acceso a todo el resto de cosas que se comparten».
  • «Todo lo que compartes puede ser reenviado, circulado y republicado», lo que implica reconocimiento y estatus social.
  • Lo que haces, si lo compartes, «tiene significado no sólo para ti, sino para toda la sociedad».
  • «Pero en todo caso obtendrás algo igual de substancial: felicidad».

A mí me funciona al 100%. Como estudioso, y estudioso pagado por fondos (mayoritariamente) públicos, funciona al 100%, en especial por lo que respecta a la felicidad. En serio. Desde que comencé el blog en 2003, sólo he obtenido beneficios de compartir. A veces incluso en efectivo.

Pero.

He hecho los deberes (véase más abajo). He leído lo que debería. Y aún así no veo cómo el «sharismo» —o, un pariente cercano, la ética hacker— puede aplicarse a toda la economía como retrata Mao. Sí, tenemos (algunos) ejemplos en la comunidad de software libre y (muchos menos) ejemplos en el movimiento de cultura abierta/libre. Pero aún así, en una economía global en que el dinero viene de capturar el valor añadido de un producto (donde «capturar» es un término muy amplio para un muy complejo conjunto de prácticas, la mayoría de ellas relacionadas con el acceso restringido a ese producto), el sharismo lo va a tener complicado para pagar una hipoteca, que se paga con moneda de curso legal.

Web 2.0, el poder de compartir

Mi universidad invita a Isaac Mao a su V Encuentro Instituciones y Empresas asociadas. La segunda parte del evento es una mesa redonda abierta que dirijo y en la que participarán el propio Isaac Mao, Ricardo Galli, fundador de Menéame, y Alfons Sort, CEO de Adobe Systems Ibérica.

Naturalmente, llevaré todas mis cuestiones a la mesa con el objetivo de ver si podemos iluminar alguno de los temas que, en mi opinión, todavía le quedan por aclarar al Sharismo.

Lecturas recomendadas

Antes he dicho que había hecho los deberes. Lo que sigue es una breve colección de lecturas que me parecen relevantes para la discusión. Buen provecho.

La larguísima e inmensa cola: Paco, Paco, Paco

A estas alturas ya todo el mundo ha visto del derecho y del revés la versión «remezclada» del videoclip de Single Ladies (de Beyoncé) con la canción Paco, Paco, Paco (de Encarnita Polo).

Quién le iba a decir a RCA Records (ahora marca registrada de Sony BMG) en 1969 que el sencillo de Encarnita Polo resucitaría 40 años más tarde.

Y que daría dinero: si uno se toma la molestia de ir a Spotify, verá que aparece la canción Paco, Paco, Paco, que esta es la única que (por ahora) hay de Encarnita Polo y que, además, el disco (el sencillo) «fecha» de 2009, es decir, lo acaban de añadir al catálogo.

Se nos plantean, pues, dos opciones. Podemos, por una parte, perseguir a Francisco Manuel Gutiérrez Barrachina, el autor de la remezcla que ha originado el revuelo, y mandarle los abogados y las amenzas de denuncia hasta que lamente haber nacido. Por otra parte, podemos subirnos al carro e intentar monetizar las iniciativas sin ánimo de lucro de particulares. Lo que son las cosas.

Google down & tweeter alerts

El correo de Google se ha caído. Aunque eso es lo de menos.

Lo interesante del tema es dónde ir a buscar la noticia.

Uno lleva un rato intentando entrar en su correo sin conseguirlo. Como este uno tiene el dominio en Dreamhost, pero gestionado con Google Apps (correo incluído), va allí en busca de información: ¿habrá caído algo? ¿qué será ese algo? Una pereza innombrable intentar encontrar, en algún sitio del panel, si habrá algún aviso que me afecte. También está la opción de ir al blog de Dreamhost pero… ¿y si el problema no es de Dreamhost?

Lo que hacemos últimamente es irnos a twitter y buscar, para este caso en concreto, google+mail. En el tiempo de escribir esta entrada van ya 37 50 61 77 actualizaciones. Efectivamente, el correo de google ha caído.

¿Solución?

La que propone Rene Looper no está nada mal:

Google mail down, not the end of the world. Baby boom in 9 months!

Wifi abierta… en el vestíbulo.

Hotel Sevilla Congresos, 4 estrellas. Conversación aproximada en la forma, pero fidedigna en el contenido:

– Hola, tengo una reserva

– [……] Aquí tiene, la habitación…

– ¿Para conectarme a Internet, por favor?

– 5€ la hora, 15 el día

– [cara de «lo deben traer en cables de oro»]

– Eso desde la habitación

– … ¿perdón?

– Que eso es desde la habitación

– Y… ¿fuera… de la habitación?

– Aquí, en el vestíbulo del hotel y el bar, es gratis

Y, efectivamente, me giro, y veo el bar lleno de residentes (clientes) que, en lugar de estar plácidamente en sus habitaciones, han bajado aquí a conectarse a la red. Previa pelea por los enchufes.

Y aquí estoy, en un bar de un hotel, con un televisor a todo trapo con una basura (repito: basura) de programa, en lugar de estar en pijama en mi habitación trabajando (o no) con toda comodidad.

¿Si me quedo a dormir en el vestíbulo también será gratis?

Supongo que el gerente es un topo de la competencia para que los que venimos aquí no repitamos. Es la única explicación racional que le encuentro. O quizá es que temen por la vida social de los friquis que nos conectamos todo el rato y así, con incentivos a conectarnos en público, igual hasta hacemos amigos.