Dos o tres cosas que me llevan a una reflexión a medio cocinar (disculpen las molestias…).
Por un lado, una entrada en uno de los blogs del New York Times, The Medium, The Hong Kongs, New Yorks and Tokyos of the Internet, sobre la problemática (o mejor las especifidades) de los grandes foros en la red, cómo la comunidad, numerosa, que se había creado para un tema, negocia de mejor o peor forma la aparición de los «off topics» que inevitamblemente surgen al menor descuido.
Juntémoslo con todo lo que se está hablando últimamente de vínculos fuertes y débiles en las redes sociales, donde los fuertes son «familia, amigos, compañeros de trabajo cercanos y similares» mientras que los débiles serían las conexiones espontáneas y fortuitas que suceden vaya usted a saber por qué y que son mucho más difíciles de explicitar dentro del marco de las redes sociales. Resulta ser (ahora mismo soy incapaz de encontrar el enlace) que alguna investigación reciente afirma que la resolución de problemas viene más del lado de los enlaces débiles, dado que la gente que conocemos vía enlace fuerte tiende a tener conocimientos y maneras de pensar y hacer similares a las nuestras, con lo que es difícil que puedan atacar un problema de una forma radicalmente diferente a la nuestra. Un argumento por un lado un punto obvio y, además, falaz si se toma al pie de la letra, pero que aún así lleva a pensar sobre la importancia de facilitar la conexión casual, que viene a ser como un sorteo de cualquier lotería: baja probabilidad de premio, pero premios potencialmente muy suculentos… Si el precio del billete de lotería (o, en nuestro caso, el esfuerzo necesario para mantener muchos enlaces débiles) es lo suficientemente bajo, el «ciudadano medio» (si es que eso existe) comprará boletos «por si acaso». Podría argumentarse que en un mundo hiperconectado, con «six degrees» y en el que cualquier usuario de FaceBook o LinkedIn (por no hablar de MySpace, claro) tiene docenas y docenas de contactos de primer orden y centenares dando un par de saltos ese problema se resuelve solo, pero me resulta difícil creer que esas comunidades permitan emular el comportamiento social «cara a cara»…
Finalmente, la aplicación de mundos virtuales 3D estilo Second Life que me contaban el otro día, que por primera vez se me presentaba como algo difícilmente emulable en la red pero fuera de un mundo virtual, algo por lo que valdría la pena estar en un mundo en vez de hacer una retransmisión : en un motorcon audio localizado (esto es, en el que oigo mejor lo que se está diciendo en un espacio cercano a mí, porque la intensidad del sonido cae con la distancia) se vuelve factible emular un acto social convencional, en el que se montan y desmontan corrillos espontáneamente y, de alguna forma, perfectos desconocidos acaban hablando de temas que ni siquiera sabían que compartían. Pero sin las barreras espaciales, claro. Algo que es muy complicado en un espacio tipo foro, en el que las formas no se prestan a esos «corrillos virtuales»…
Creo que no lo he explicado demasiado bien y que habría que darle al tema un par de vueltas antes de ponerlo en negro sobre blanco, pero para eso este es mi blog ;-).
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