Una de las previsiones de moda para este 2013 es que será el año de la muerte de las Blackberries (o, de hecho, de su fabricante, RIM, que para el caso viene a ser lo mismo). De ser así (a pesar de no ser usuario, espero que no), con las Blackberries morirían, también, los últimos smartphones [populares] con teclado.
Entre el N97 y el Xperia Pro de la foto servidor ha sido usuario de otros dos terminales: un Dell Streak primero (el teléfono con que Dell se estrelló comercialmente de manera espectacular, a pesar de que a posteriori hemos visto que la «extravagancia» del megateléfono, de hecho, vende bastante, y que desde su lanzamiento hasta ahora los teléfonos no han hecho más que crecer…) y después un Galaxy Note (que espero recuperar del servicio técnico en breve: el Xperia Pro es sólo un ‘muleto’).
¿Por qué ‘no molan’ los teclados físicos? Porque nos gustan más las pantallas. Y los móviles delgados. Y los teclados o bien roban espacio a la pantalla (el modelo Blackberry) o bien engordan el cacharrito de turno (el modelo de Nokia y Sony).
¿Por qué ‘sí molan’? Porque lo que no son las pésimamente llamadas pantallas ‘táctiles’ es, precisamente, táctiles (táctil, del latín tactĭlis, según la RAE significa o bien «perteneciente o relativo al tacto» o bien «que posee cualidades perceptibles por el tacto, o que sugieren tal percepción». Y la pantalla nos percibe a nosotros, pero nosotros a ella… no. Sin la ayuda de la vista (o del oído, si hemos activado el lector de pantalla) no tenemos la más remota idea de si hemos pulsado la g, la h, la f, la t o vaya usted a saber qué tecla.
Tenéis, casi seguro, unas cuantas amigas que últimamente se han pasado de una Blackberry a un iPhone, a un SIII o al móvil de moda de turno. Se dividen, seguro, en dos grupos: las que lloran la pérdida del teclado y las que no. Las del primer grupo son los que usaban el teclado con frecuencia. Podéis hacer el estudio.
En 21st Century Gestures Clip Art Collection (un ensayo imprescindible, dicho sea de paso) Dan Hill habla del «cellphone wake», o «estela del móvil», comparando la estela que dejan los barcos a su paso y la que provocan (provocamos) los que caminan (caminamos) por la calle con la vista hundida en la pantallita del móvil, especialmente si se está «tecleando», entre el resto de transeúntes. Lo pensaba, el otro día, «condenado» al Xperia Pro desde el Note, caminando por la calle, cruzando WhatsApps… y dejando una estela mucho menor que la de costumbre porque, con el Pro y sus teclas físicas, puedo levantar la vista mientras tecleo (además de teclear considerablemente más deprisa), reduciendo la probabilidad de atropellar a nadie (y, de paso, de ser atropellado por algo).
Decía que entre el N97 y el Pro ha habido dos ‘phablets’ de 5″. Y que desde entonces hasta ahora las pantallas han pasado de unas 3.5″ que nos parecían enormes a que 4.3″ o 4.7″ no nos escandalicen. Entre otros motivos (el hecho de que cada vez nos llevemos menos el móvil a la oreja tiene que tener su peso: a nadie le gusta que parezca que le ha reducido la cabeza un jíbaro), porque cada vez metemos más los dedazos en la pantallita y la forma de compensar la falta de lo táctil es a base de tamaño…
Dudo mucho que el teclado físico en el móvil renazca de sus cenizas: Nokia hace eones que no lanza nada en el formato (y la homogeneidad de Windows Phone es aplastante) y Sony ya ha dicho que no tiene la intención de seguir por la vía del Pro. A los picateclas no nos queda otra que ponerle una vela a la Virgen de la Blackberry y rezar con devoción. Me temo, pues, que se acerca el momento de entonar el réquiem.