Jueves. Madrugón para llegar al aeropuerto. Cruce de neuronas mientras esperas para embarcar. Idea y, como vivimos en los tiempos en que vivimos, en vez de consultar a expertos o buscar en internet, tuiteas…
Recomendación aeropuertos: en vez de embarcar por filas… ¿qué tal si hiciéramos ventanas primero, pasillos luego?
— César Córcoles (@chechar) 2 de marzo de 2017
Tres retuits, siete corazoncitos, seis réplicas. Puedo prometer y prometo que esos no son mis números habituales en Twitter. La cosa, claramente, suscita un cierto interés.
También puedodebo prometer que conozco a algún que otro experto en el tema de la logística a quien preguntar en caso de duda pero, cabezón que es uno, me pongo a buscar por internet y encuentro, sin mucha dificultad, un artículo (de hace nada más y nada menos que diez años), Loading an Airliner Is Rocket Science que exclica que, efectivamente, no voy mal encaminado: a pesar de que la inmensa mayoría de líneas aéreas con que he volado embarca con alguna variedad del método «clase business primero, después el resto del avión de atrás hacia adelante», hace años que se hace investigación sobre el tema (quién se lo habría imaginado, cualquiera diría que es un asunto en el que potencialmente se pueden ganar millones de euros optimizando recursos) y una de las propuestas más eficientes es el método Wilma que consiste, oh sorpresa, en embarcar ventanas, después asientos del medio y finalmente pasillos. Como me apuntan en las respuestas, hasta hay un episodio de Mythbusters sobre el tema:
@chechar Enlace obligatorio a Mythbusters: https://t.co/xhmecPTM1v
— from javier import * (@runjaj) 2 de marzo de 2017
Por si nos os apetece seguir el enlace: algo más de 24 minutos con el método de toda la vida, quince con un par de variantes del Wilma y (como confirma la investigación que cita el artículo del Times) casi un minuto menos si embarca primero business y luego el resto sin asiento asignado (el caos aparente, aunque nos parezca terrible, es muy eficiente en muchas ocasiones). Nueve minutos no parecerán tantos, pero si multiplicamos por, pongamos, ciento cincuenta personas por avión, son más de veinte horas persona perdidas cada vez que embarcamos. Y, especialmente en trayectos cortos (estilo Barcelona Baleares), para ciertas líneas aéreas sería la posibilidad de sacarle un vuelo más al día a algún avión. Y eso es una pasta.
¿Por qué seguimos empeñados en hacerlo de una manera claramente no óptima? Los humanos somos cabezones como nadie, incluso ante la evidencia de que estamos malgastando, no sólo recursos de las líneas aéreas, sino, lo que es mucho más importante, nuestro propio tiempo. Y las cosas se hacen, naturalmente, como se han hecho toda la vida. Así nos luce.