¡Voy tarde! Es diciembre y en la portada de Byte dice que aún es noviembre (sí, de 1985, claro). Anyway, vamos allá, de urgencia, con el repaso a la revista…

Y comenzamos con el que sigue siendo el tema, en 2025, de revistas de informática, entradas de blogs y vídeos de YouTube a tutiplén: utilidades de dominio público:

Cuarenta años más tarde seguimos igual de locos por obtener utilidades gratuitas y seguimos teniendo que explicar que «gratis» no necesariamente es «malo». Es curioso, eso sí, comprobar que en 1985 había que explicar que muchas de las utilidades venían con su código fuente («código abierto» se puso de moda a finales de los noventa, dice la Wikipedia). Y a uno le entran sudores fríos pensando en descargarse software de BBS a través de los módems de la época (por mucho que los programas pesaran entonces una miseria al comparalos con los actuales).
Si hacéis click en la página y seguís leyendo encontraréis utilidades de disco, de memoria, de estatus del sistema, de ayuda para el uso del teclado, de manipulación de texto y de archivos, de control de pantalla, pequeñas aplicaciones, utilidades de impresión, software de comunicaciones o lenguajes de programación (Forth, LISP, Logo). Lo de siempre: hemos cambiado, en cuarenta años, pero no tanto como uno podría imaginar.
Creo que llevábamos un tiempo sin fijarnos en la publicidad:

Diez megas en 8 minutos son algo más de 20 kilobytes por segundo (mi conexión de fibra da fácilmente 50 megabytes por segundo, o bastante más de 20 gigas en 8 minutos, y los puertos USB 3 llegan a los 500 megabytes por segundo) por apenas 180 dólares de la época (460 euros de hoy). Quejaos de que el pen USB os va lento y es caro, va… Y si seguimos con el tema, podemos repasar las velocidades de los discos de la época en general:

¿Lo más rápido de la época? 300 kilobytes por segundo. Y ni siquiera me siento viejo recordándolo… ¿Que a qué precio salían, decís?

Sí. Menos de mil dólares (más de dos mil quinientos de hoy con la inflación) es «inexpensive». ¿Por qué capacidades? 800 dólares te dan un disco externo (súper llevable: 19 por 42 por 9 centímetros, más o menos; no me atrevo a consultar el peso) de diez megas y que «solo» hace falta encender 30 segundos antes que el ordenador (lo juro, haced clic en la imagen, pasad página y leed). Uno de los internos, el SyQuest (compañía que duraría hasta su bancarrota en 1998), llega a la barbaridad de 30 megabytes #madreDelAmorHermoso. Y si hay que economizar, tenéis el Rodime, que os da 10 megas por apenas 500 dólares. Me los quitan de las manos. Bendita ley de Moore (y familia).
¿Otra cosa que no es exactamente reciente? Dame un problema, no importa qué problema, y alguien te lo resolverá con una hoja de cálculo:

Diseño de circuitos electrónicos con Lotus 1-2-3. En serio. No es una inocentada. O sí, pero suprema.
Y recupero mi tema fetiche, «cosas que ni en broma se publicarían hoy en día en una revista generalista»:

La criba de Erastótenes, amigas y amigos. Que, por cierto, no es un algoritmo especialmente complicado de entender (dejamos como ejercicio para la lectora girar la página e intentar entender el código en BASIC de la siguiente página :-)). Ahora me han enrado ganas de comprobar cuánta RAM consume el programita en Python que genera ChatGPT en menos tiempo del que necesitarías para teclear las tres primeras líneas del programa propuesto en la revista… pero no las suficientes como para hacerlo de verdad O:-).
Y para cerrar… la multitarea:

Y es que, en 1985, que un ordenador personal fuese capaz de ejecutar múltiples programas en paralelo no era exactamente trivial. Tanto no lo era que no resultaba descabellado cobrar 150 dólares por el programa para hacerlo. Aunque te redujese un 75% el rendimiento del software (cosa que solo ibas a notar cuando ejecutases programas intensivos en cálculo, claro, pero eras tú quien tenía que pensar en ello) o se te comiese buena parte de la RAM del ordenador.
Por cierto: las interfaces «de ventanas» de la época no tenían precio (aunque, de hecho, hoy se están poniendo los programas «TUI», en un maravilloso retorno al pasado :-)).

En fin, lo dejamos aquí, que vamos tarde. El mes que viene Dentro de unos días (seguramente semanas), más.
Como de costumbre, tenéis los archivos de la revista Byte en archive.org, y si queréis, podéis ir avanzando trabajo con el número de diciembre.