¿Es importante YouTube?

Pues depende.

Si quiere usted pensar que no, comente que YouTube sirve diariamente unos trescientos millones de minutos de vídeo. ¿Parece mucho? Viene ser algo así como un minuto por ciudadano de los Estados Unidos. Teniendo en cuenta que el consumo de televisión se mide por horas, va a ser que no es demasiado…

Y si quiere usted pensar que sí, comente que hasta el Wall Street Journal le dedica un artículo, Time Waster (sobre el vídeoclip de la batería y el piano, del que ya hablamos en el otro blog).

El que no se contenta es porque no quiere…

Los medios transparentes

Chris ‘Long Tail’ Anderson dedica un par de entradas muy interesantes al concepto de transparencia radical. Aprovecha para anunciar un rediseño de wired.com para el año que viene, postula el papel de los editores de revista como «curadores y catalizadores» de conversaciones (qué «Cluetrain manifesto»…), analiza los cambios de tendencias en la publicación de contenidos en la última década y, no contento con ello, propone 6 tácticas de los medios transparentes:

  • Mostrar quién se es
  • Mostrar en qué se está trabajando
  • «El proceso como contenido»
  • Dar privilegios a la multitud
  • Dejar decidir a los lectores
  • «Wikificarlo» todo

Todo con sus pros y sus contras. De lectura obligatoria.

Distribuir en la red, al acceso de cualquiera

Una iniciativa nueva y otra no tan nueva para permitir a [casi] cualquiera distribuir sus contenidos de audio y vídeo por la red…

Comencemos por la «no tan nueva»: Azureus lanza Zudeo (en beta, claro), una plataforma para la distribución de archivos a través de la red. ¿Por qué no es nueva? Porque se trata de distribución de archivos vía BitTorrent, y esto hace meses que funciona. ¿Por qué sí lo es? Porque la palabra bittorrent no aparece por ningún lado. ¿Y por qué? Para no asustar al personal con «palabros» técnicos que lo único que hacen es poner innecesariamente alto el listón para el que sólo quiere solucionar un problema, no pelearse con aplicaciones, sistemas operativos, protocolos, formatos y demás historias.

La que es algo más innovadora en concepto (como mínimo para mí) es eListeningPost (también en beta, desde luego), que pretende ser la plataforma para los músicos noveles. El concepto: se coge la música que sea y se empaqueta con un «DRM poco agresivo» que permite su reproducción hasta cinco veces en cualquier ordenador y tantos reenvíos como se desee (en formatos Windows Media y Real). Con la gracia añadida de que el empaquetado, además de restringir los derechos también le aporta al usuario un medio rápido para acceder a un espacio del artista y ponerse en contacto con él (la componente social y de comunidad obligatoria de toda aplicación doscero que se precie) e incluso ¡cielos! comprar una pista, o más, en formatos con DRM o MP3, a gusto del artista. Y el modelo de negocio, por una vez, es fácil de entender: el artista paga 45 dólares por darse de alta y 9 al mes por los servicios. A cambio, eListeningPost no se lleva ninguna comisión de las potenciales ventas, que se gestionan a través de PayPal, con lo que el artista se lleva «hasta el 94%» de cada venta. También existe la posibilidad de poner publicidad a los archivos distribuidos, en cuyo caso eListeningPost se queda el 40% de los ingresos generados y el artista el 60%.

¿Funcionarán? Vaya usted a saber. Pero para salir en la foto hay que moverse…

Ambas noticias, vía Techcrunch.

El digital cambia los medios

Hoy el New York Times entra por partida doble en el tema de la digitalización y los ‘viejos’ medios.

Por un lado, en la sección de economía publican Digital Media Brings Profits (and Tensions) to TV Studios, sobre cómo queda en Estados Unidos el modelo de negocio de estudios y cadenas alrededor de las series de televisión. La cosa hasta ahora era

  1. Estudio se gasta una pasta en producir serie
  2. Estudio recupera una pequeña parte de la inversión al vender la serie a alguna cadena estadounidense
  3. Estudio recupera otra pequeña parte de la inversión al vender la serie por el mundo
  4. Llega el momento de vender la serie en DVD, y el estudio se hace de oro (si ha habido suerte)

A lo que cabría añadir el rendimiento que se obtiene a la larga a base de la sindicación (el efecto ‘Equipo A’, para entendernos).

Pero claro, ahora la serie se puede vender al día siguiente vía iTunes. Y la web del programa es un factor más a tener en cuenta (¿para popularizar la emisión televisiva? ¿como otra fuente de ingresos más? ¿todas las anteriores?). Y se puede ‘sindicar en la web’ (véase el In2TV de AOL). Y los móviles deberían representar otra fuente de recursos…

Claro está que las cadenas están un poco ‘mosca’ con el tema, porque internet puede acabar ‘matando’ su papel de intermediarios, y arruinarles la tarta publicitaria. La cosa está tan complicada que en el artículo cuentan las fricciones creadas entre Fox el estudio y Fox la cadena de televisión (partes de un mismo conglomerado empresarial, News Corp., una situación que no es exclusiva suya, en un mundo de grandes consolidaciones y gigantes mediáticos à la AOL Time Warner), por ejemplo… Y eso sin olvidar que, por muy grandes que sean los fenómenos ‘YouTube’ del mundo, la gente sigue consumiendo las series por primera vez en la tele del salón y, por tanto, que los estudios aun necesitan de las cadenas para popularizar sus productos, por lo que no pueden irritarlas demasiado: hasta tal punto que las series producidas por un estudio y emitidas por una cadena ajena (le pasa a ‘House’, por ejemplo) aun no están en los nuevos canales de distribución.

Todo ello, eso sí, en un mercado que se está moviendo a la velocidad de la luz si lo comparamos con el de las descargas musicales…

Por otro lado, en el dominical publican Scan This Book!, sobre cómo afecta la digitalización al mundo del libro, y cómo podráimos llegar (o no) en el futuro cercano a disponer de una biblioteca universal al alcance de la mano. Pelín ciencia ficción especulativa (como corresponde a un artículo escrito por el ‘senior maverick’ de Wired, Kevin Kelly), pero aun así lectura interesante.

Uno de los factores más interesantes a considerar es cómo quien se va a beneficiar de la digitalización de cada libro no es el ciudadano medio del mundo occidental (que al fin y al cabo dispone de ingresos como para comprar más libros de los que puede leer, como atestiguan mis estanterías, por ejemplo), sino los ciudadanos de los países pobres, para los que una biblioteca digital a un coste que tiende a cero debería representar una revolución.

Otro punto interesante: un libro digitalizado es un libro ‘2.0’, como mínimo en el sentido que puede ser anotado y enriquecido más allá de lo que permitiría cualquier nota al margen (con permiso de Fermat, desde luego :-P). A uno se le vienen a la cabeza, por ejemplo, las posibilidades de leer Una breve historia de casi todo bien hiperenlazado, y se le hace la boca agua. Por no hablar de la posibilidad de leer un libro dejado por un amigo, con sus anotaciones, y las de todos sus amigos…

No menos fascinante resulta el repaso al mundo de protección de la propiedad intelectual, y cómo las leyes del copyright creadas para proteger a los autores y estimular la producción y difusión de la cultura han ido embarullándose y pervirtiéndose cada vez más hasta suponer, hoy en día, más protección para los intermediarios y la industria cultural y cada vez menos estímulo (y libertad) para la nueva creación.

Finalmente, el problema de las editoriales, que no quieren subirse al carro de Internet pero están aterrorizadas del daño que se pueden hacer si se caen. Demostración: las mismas compañías que demandan a Google por digitalizar obras sin un estatus legal claro colaboran con el gigante de las búsquedas en la digitalización de libros (aclaración: las editoriales demandan a Google porque está digitalizando libros… que ellas ya no reeditan, por no considerarlos viables económicamente. Como el perro del hortelano, vaya). Esquizofrenia en grado sumo…

En fin, lectura interesante sobre temas interesantes y en cambio.