Pues sí, estrenamos cacharro nuevo :-). Un golpe un poco demasiado fuerte se llevó por delante un montoncito de píxeles de mi viejo Dell Streak y lo hemos substituido por un Samsung Galaxy Note (sitio oficial, en amazon.es). Después de 48 horas con el cacharro, mis primeras impresiones…
Por fuera
Debe recordarse que yo venía de un Dell Streak 5, o sea que, a mí, el Note no me parece enorme. De hecho, el Note es 6 milímetros más corto, 4 más ancho y, ahí es nada, 40 gramos más ligero, con sus 146.9×83×9.7 milímetros y 178 gramos de peso. Si añadimos que la pantalla pasa de 5 a 5.3 pulgadas y la resolución de 480×480 (187 ppp) a unos muy espectaculares 800×1280 (285 ppp), queda claro (i) que los tiempos avanzan que es una barbaridad y (ii) que a Samsung se le da mejor hacer móviles que a Dell (no era de extrañar, por otro lado). La cámara, de 8 megapíxels, con posibilidad de vídeo 1080p, también está a años luz de la del Streak (y no sólo en cuestión de resolución). Puestos a reclamar, me parece un defecto no muy grave, pero difícil de perdonar, que Samsung no haya incluido un botón de hardware para la cámara. Será por falta de espacio para ponerlo…
Después del tamaño, la característica que más diferencia al Note de la competencia es la presencia del ‘stylus’ que podéis ver en la foto, y que a uno le retrotrae a los tiempos de la Palm IIIx (insértese lagrimilla nostálgica aquí). Personalmente, opino que me va a ser de utilidad limitada (aunque el observador avezado habrá notado que de las primeras cosas que he probado ha sido a recuperar el Graffiti de Palm como app, que tiene mucho más sentido con un stylus que con el dedo…). Aunque servidor siempre ha sido más de pantallas resistivas que capacitativas (al menos para móviles: a partir de 7 u 8 pulgadas estamos hablando de otra cosa), las interfaces se han orientado hacia el dedo, y el ‘stylus’ no es la mejor manera de interactuar con casi ninguna de las interfaces que presentan hoy en día las aplicaciones Android. El Note detecta, eso sí, la presión que ejercemos sobre el stylus y las aplicaciones pueden hacer uso de esa información. Evidentemente, eso se hace ahora mismo a través de una API propia de Samsung, con lo que, básicamente, la única aplicación que lo usa es su propia S Memo. Los coreanos ya han dicho que actualizarán el Note a Ice Cream Sandwich (esto es, Android 4.0), que tiene soporte nativo para Stylus, y Adobe, como mínimo, ha manifestado que las futuras ediciones de sus aplicaciones para Android lo soportarían. Por tanto, es posible (y solo posible) que la cosa acabe siendo de más utilidad… aunque no para mí y mis muy limitadas capacidades artísticas.
Por dentro
El Note está claramente dentro de lo que es, ahora mismo, la gama alta de móviles Android: versión 2.3 (con la capa de personalización de Samsung, TouchWiz UI v4.0) actualizable a la 4 del sistema operativoy procesador de doble núcleo a 1.4 gigahercios (más una GPU Mali-400MP y chipset Exynos, para los más interesados en los detalles técnicos). Traducido: vuela y, como todos los dispositivos de la categoría, debería aguantar ‘lo que le echen’ durante al menos un par de años más (teniendo en cuenta que el ritmo de reemplazo del móvil es de uno cada dieciocho meses y que aún estamos en fase de aceleración en estas tecnologías, está en la línea de lo que se le puede pedir).
De momento, poco más. Si alguien tiene alguna pregunta, que la deje en los comentarios y haremos lo que podremos :-).
PS 20111116. Algo que mucha gente pregunta sobre este móvil es…
La batería
Mucha batería, mucho procesador y mucha pantalla. ¿Quién gana? Gráficamente:
Ahí tenéis (con un recorte que falsea la escala: notad que saltamos del 0 al 50) mi consumo de batería de hoy. El trozo inicial, en el que cae casi 10 puntos porcentuales por hora, corresponde al trayecto de casa a la oficina: pantalla encendida casi continuamente con intensidad media, la radio WiFi en marcha pero conectado 3G, Twicca actualizando desde Twitter cada diez minutos, la sincronización en marcha, un podcast reproduciéndose y yo alternando Twicca, GMail, Reader y ReadItLater. Vamos, un consumo no brutalmente alto pero sí intenso. A ese ritmo, la batería no aguanta 12 horas ni en broma. Después veis cómo se carga el móvil conectado vía USB al ordenador, y por la tarde la descarga de la batería con el móvil con la sincronización y las actualizaciones de Twicca en marcha vía la WiFi de la oficina y muy poca actividad más. Así la batería cae a razón de unos 4 puntos por hora.
En resumen: una batería potente, pero difícilmente va a durar más de una jornada, por poco uso que se le dé y, como con casi todos los ‘smartphones’, alli donde veas un USB, mejor te enchufes…