No pasa con frecuencia que uno pueda criticar a uno de los mejores «presentadores» de los que tengamos constancia. O sea que, para una vez que nos deja, aprovecharemos la ocasión… Para los que no sean conscientes del contexto, Apple ha tenido una cierta crisis (al menos de comunicación) en Estados Unidos por los [presuntos] problemas de recepción del iPhone 4 (véase) y ayer celebró una rueda de prensa sobre el tema, en la se mostraba la diapo que abre esta entrada, que comete el egregio crimen de no decir absolutamente nada.
La vida del fabricante de teléfonos es dura, sobre todo cuando se casa, como pasa con frecuencia, con operadores de telefonía, ya que las normas de esos matrimonios suelen incluir todo tipo de cláusulas de secretismo que no permiten ser transparente ni aún queriendo. En el caso de la los problemas de recepción del iPhone 4 (un teléfono que me parece una absoluta virguería, por otra parte, aunque «no es mi tipo» y no tengo intención de comprarlo), difícilmente podrá Apple publicar los datos de llamadas perdidas que obran en poder de la operadora AT&T.
Así que, ¿cómo cuantifica Apple esos problemas? (Se trata de un problema nada baladí, pero esa es otra historia.)
Menos de una llamada adicional interrumpida por cien llamadas en comparación con el iPhone 3GS
¿Quiere decir algo ese dato? Sin más información, absolutamente nada. Supongamos por un momento que ese «menos de una» significa, exactamente 0,1 (seguramente sea mayor: si no, imagino que AT&T habría corrido a decir «menos de una cada mil»). La cuestión es… ¿cuántas llamadas se interrumpían con el iPhone 3GS?
- ¿Diez de cada 100? (Espero que no: dicen que el servicio de AT&T es malísimo, pero un 10% sería verdaderamente patético) En ese caso hemos pasado de 10 a 10,1, un incremento del 1%. Poca cosa.
- ¿Una de cada 100? En ese caso pasamos de 1 a 1,1. Un incremento del 10%. Un verdadero problema.
- ¿Una de cada 1000? En ese caso pasaríamos de 0,1 a 0,2. Un incremento del 100%. Una verdadera catástrofe.
¿Cuál es la realidad? No tenemos ni la más remota idea. Y el presentador ha invertido una diapositiva, y el tiempo de su audiencia en, insisto, no decir absolutamente nada.
La entrada no pretende, por una vez, criticar el cacharrito de Apple: sólo una política de comunicación que me parece un insulto a la inteligencia de la audiencia, aunque las pocas entradas en la blogocosa que he leído el tema se han tragado el anzuelo entero y no dudan en calificar el problema como ‘poca cosa’. Y podría ser, y seguramente es, poca cosa, pero Apple no ha dado ninguna información al respecto.