No me gustaría a mí ser el encargado de tomar las decisiones en Adobe por lo que respecta a plataformas de edición y publicación de revistas digitales. Estoy convencido de que, como mínimo, los ‘product managers‘ de Acrobat, InDesign, Dreamweaver y Fireworks reclaman el espacio como propio, y no hay suficiente balón como para repartir juego entre cuatro galácticos de semejante magnitud. Y si sólo con eso el problema ya sería mayúsculo, por poco seso que tenga, quien sea tendrá, además, que preocuparse por si hay en realidad suficiente mercado o se trata todo de un enorme ‘hype‘ y acabaremos publicando PDFs ‘de los de toda la vida’, sin interactividad ni inventos extraños de paginación/navegación (llámenme carca, pero yo sigo pensando que, con todas sus limitaciones, ese es el modelo más viable, como mínimo a corto y medio plazo).
En cualquier caso, la cuenta de resultados actual no se nutre de reflexión y algo hay que vender a Condé Nast y el resto de grandes editores. Y, como mínimo a ese mercado, Adobe hace tiempo que le está vendiendo la moto de que el ‘product manager’ que manda es el de InDesign (algo me dice que ayuda el hecho de que en las grandes revistas esa es la herramienta que quieren ver, porque esa es la herramienta que están usando y no hay fuerza más poderosa que la inercia). Las versiones iPad de las revistas de Condé Nast se han desarrollado, hasta ahora, en colaboración directa con el fabricante de software, intentando obtener una solución que Adobe pueda vender y que permita al grupo editorial mantener su posición y ser el primero en plantar una pica en este Flandes digital que se adivina tan potencialmente lucrativo.
En esa línea, el canal RSS de los ‘laboratorios’ de Adobe comunicaba ayer a última hora que la fase de ‘preview pública’ de la Adobe Digital Publishing Suite se cerraba… y dicha ‘suite’ pasa a ser un producto oficial y de pleno derecho del catálogo. Con página oficial y todo, naturalmente, en la que encontraréis la [poca] información adicional que dan. No es la ADPS un producto para el consumidor. Ni, presumiblemente, para el ‘prosumer’: el producto se ofrece en versiones ‘Professional’ y ‘Enterprise’ y para obtener un precio hay que hablar con un representante de la casa. Dudo mucho que se lo pueda permitir alguien que no esté ganando ya dinero en el sector editorial.
Volviendo al título de la entrada, lo único que podemos sacar en claro de todo esto es que, de momento, en Adobe gana el señor InDesign, puesto que la parte software de ADPS es una especie de plug-in (Folio Producer) que funciona sobre dicha herramienta. La parte potente de ADPS, en cualquier caso, es la de los servicios que ofrece Adobe a los editores: en primer lugar un ‘producer’ que tomará esos ‘folios’ creados con InDesign más el plugin y los preparará para los múltiples formatos de salida previsibles/previstos, después un servicio de distribución hacia las diferentes plataformas, a continuación servicios de comercio electrónico y analítica para poder monetizar y, finalmente, para los editores más potentes, un ‘viewer builder service’ para (o al menos eso es lo que leo yo) acabar de personalizar la experiencia de usuario del lector a la medida de lo que desee la publicación.
Mi [modesta y poco informada] opinión al respecto es que la vía InDesign no es el futuro en un universo de múltiples resoluciones y tasas de aspecto: quien produce está acostumbrado a un mundo de absolutos (el del papel) y hay un gran valor en ser continuista con las herramientas, pero la cosa que quieren producir se parece, más que a ninguna otra, a una web muy sofisticada y no puedo evitar pensar que ese campo lo acabarán ocupando los diseñadores web que, haberlos haylos, ya han aprendido a lidiar con un mundo en que todo es relativo, a aceptar las limitaciones del medio y a aprovechar las potencialidades de la interactividad. Y que en Adobe la ‘facción Dreamweaver’ sigue trabajando con ello en mente (véase, en los mismos Labs de Adobe, el prototipo de CSS Regions presentado también recientemente). Pero eso sólo es mi opinión… y sólo el tiempo decidirá quién acierta y con qué herramientas acabaremos jugando.