Compruebo que un año y medio después de su publicación esta entrada sigue atrayendo bastantes clics en Google. Podéis seguir leyendo a continuación lo que escribí en 2018, pero existe una solución más contundente. Aunque Twitter no se deja exactamente la piel para aclararlo, hay un botón en la interfaz que desactiva el algoritmo que reordena vuestro timeline y añade los «me gusta» ajenos que os sacan de quicio, tanto en la web como en las apps oficiales de Twitter. Basta con hacer un clic para volver al timeline de toda la vida, que seguramente añoráis tanto como yo…
(Si pasáis unos días sin acceder a Twitter, volverá a las andadas y os cambiará y volverá al timeline ordenado por el algoritmo. Es cuestión de insistir unas cuantas veces…)
Dentro vídeo:
Como podéis ver, las opciones que se muestran en el vídeo están inglés. En castellano, el texto es el de la imagen siguiente:
Y aquí abajo, lo que escribí originalmente, hace año y medio…
Ha vuelto a pasar. Después de unas semanas sin ver el dichoso «Pepito indicó que le gusta» en mi línea temporal de Twitter, ahí lo tenemos…
De hecho, es un tuit interesante (y estoy convencido que los tuits que le gustan a Eva lo son, en general) pero si no le ha dado al botón de retuitear, será por algo, ¿no, Twitter?
¿La solución? ¿El parche barato? ¿Veis el triangulito a la derecha del «X indicó que le gusta»? Haced clic:
«No me gusta este Tweet» no significa, en este caso, que no me guste. Es tan solo mi manera de indicarle a Twitter que no me gustan los «me gustas» ajenos en mi línea de tiempo, gracias.
Creedme: media docena de «no me gusta este tweet» y dejaréis de ver tuits de gente que no seguís durante unas cuantas semanas (cuando me vuelvan a aparecer tuits de este estilo actualizo la entrada, para que conste cuanto dura el remedio).
Sí, esto no debería ser necesario: Twitter nos debería dar la opción de que esto fuera así permanentemente. Pero mientras tanto…
Antes de entrar en materia, algunos comentarios sobre le tema bookmarks…
¡Aleluya! Más vale tarde (muy muy muy tarde) que nunca.
Gracias, Twitter. Pero alguien me va a tener que explicar la lógica de lanzar en las apps para iOS y Android y en la web «light» (mobile.twitter.com)… pero no en la web «estándard» ni en Tweetdeck. No me cabe en la cabeza. Veremos cuánto tardan en propagar el cambio. #dedoscruzados.
Genial la privacidad de los bookmarks pero… ¿podríamos notificar al menos al autor del tuit que su tuit está siendo marcado como tal, sin especificar por quién? Si le pusiéramos un contador público a la cosa ya sería la bomba…
Una última petición. Ya tenemos bookmarks privados y «me gusta» públicos que van a desparramarse por las líneas de tiempo de nuestros seguidores. Ahora ya solo me falta un «abrazo» que le llegara al tuiteador de turno (y tuviese su propio contador)… pero que no «desparrame». #dedoscruzados
No sé yo hasta qué punto os será útil lo que os explicaré a continuación porque, para comenzar, a veces dudo de que la cosa me funcione a mí. Pero a fe mía que es un problema al que le he dado muchas (muchísimas) vueltas y pensar en voz alta a veces es útil, tanto para uno mismo como para los demás.
¿Cuál es mi dieta de información? Ahora mismo, mi perfil de Twitter dice que sigo 249 cuentas. Por su parte, Feedly dice que sigo 163 canales RSS (y que los diez canales que más publican se van a 6700 historias al mes; también lleva la cuenta de los canales en los que más he hecho clic en el último mes: suman 700 clics).
No es una estadística precisa, ya que Feedly permite leer parte de las entradas sin hacer clic, pero sirva como indicador.
Contar los tuits de mi timeline es más complicado… Un día me pongo con las bibliotecas de Twitter para R y lo cuento, pero de momento baste decir que las últimas 24 horas de mi línea de tiempo contienen bastante más de 500 tuits (y esto lo escribo un domingo por la tarde, hora valle en grado extremo). Uno, que es bastante OCD, no llega a leer todos los tuits del timeline cada día… pero casi.
Y así… ¿cómo sobrevivir a ese alud de presunta información?
Lo primero, desde luego, es disponer de buenas herramientas. Como ya he dicho, mi herramienta para leer RSS es Feedly. Uno es de los que lloró amargamente la pérdida de Google Reader (hace casi exactamente cuatro años del anuncio de su muerte, coincidencias)… pero Feedly es hoy una herramienta mucho mejor de lo que fuera Reader, que había acabado con la innovación en el campo (cosas de los monopolios, por cómodos y plácidos que resulten). Mi herramienta habitual para Twitter es Tweetdeck (sin listas: es por eso que me limito mucho antes de seguir ninguna cuenta nueva, ya que aspiro a leerlo todo cada día), pero hasta que no implementen los bookmarks me veo condenado a la versión web móvil de Twitter (oh, ignominia). Se agradecen sugerencias de mejores herramientas, pero la limitación de tener que funcionar en Windows a pantalla grande (y ser web, a poder ser) es fuerte, me temo.
Una de las grandes ventajas de Feedly es su organizador de feeds:
En cuántas historias haces clic versus cuántas publica en canal es un buen indicador de ratio personal de señal versus ruido para cada canal
Si alguien conoce algo similar para Twitter (identificar mis seguidos más «dicharacheros», y cuánto interactúo con cada uno de ellos), que avise. Será recompensado (estoy hasta considerando hasta hacérmelo yo…).
Y esto nos lleva a la primera recomendación: poda tus fuentes como si no hubiese un mañana. ¿Cómo? Más allá de con furia, me temo que vas a tener que desarrollar tus propias estrategias. ¿Mucha paja y poca señal? Yo consideraría cortar. Y me fiaría de mi red de twitter: hay cuentas que, cuando publican algo bueno, son retuiteadas automáticamente por tu red. Si es así… ¿realmente necesitas seguirlas? Y otro consejo más: la poda se hace una vez al año. Con tu Twitter y tus RSS, mejor cada tres meses. Y si puede ser con más frecuencia, mejor.
¿Y una vez hemos podado todo lo podable? Mi estrategia es la siguiente:
Escanear. Tan rápido como seas capaz.
Descartar. El 90% de casi todo es ruido. Quizá no para esos blogs que publican muy de vez en cuando (como este ;-)). Actúa en consecuencia.
Leer. ¿Es interesante? ¿Tienes tiempo ahora? Pues léelo ahora. No dejes para mañana lo que…
Redirigir. Suena interesante, pero claramente ahora no es el momento. O no tienes tiempo. ¿Hacia dónde?
Considera los favoritos (de Feedly, de cualquier otro lector de RSS o de Twitter). Pero con moderación (vuelvo sobre el tema en un minuto).
¿Es para leer con calma, y no es ni urgente ni imprescindible? Para eso están los Pocket e Instapaper del mundo. Personalmente, yo soy fan de Pocket. Pero para gustos, colores.
Para eso están tus víctimas inocentes amigos. ¿Sabes esa persona interesada en el tema que seguro que te va a agradecer que se lo envíes (y con un poco de suerte te hará un resumen y todo)? Pues eso.
Igual lo necesitas algún día, pero no ahora mismo. Gestor de favoritos. Otro campo en el que cada cual tiene sus preferencias. La mía, Diigo. Uses el gestor que uses, etiqueta, pero sin pasarte: ¿realmente vas a hacer una búsqueda que requiera siete etiquetas? ¿Buscas con tanta frecuencia que realmente es imprecindible que todo esté clasificado con total precisión, o vas a pasar más tiempo etiquetando que buscando?
Mis favoritos en Diigo. Si alguien quiere chafardear, es aquí
¿Y todo ese montón de cosas que se te han acumulado? Poda. Poda. Y vuelve a podar. A poder ser, semanalmente. Si se te pasa hacerlo un mes, resérvate un par de horas el sábado por la mañana. O el domingo por la tarde. O cuando te vaya bien. Pero hazlo. Y si no lo haces, asume que tu diógenes digital no tiene mucho sentido. Para podar, decide el límite de favoritos en Feedly o bookmarks Twitter a partir del cual se te va a disparar la alarma de la ansiedad (el mío es alto, diría: puedo vivir con doscientos o doscientos cincuenta favoritos en cada servicio). Comienza a bucear y pasa la tijera. De nuevo, sin piedad. No pasa nada si ayer no tuviste tiempo de leer nada y tienes quince o veinte (vale: o treinta) cosas acumuladas. ¿Pero si tienes quince cosas del miércoles de la semana pasada? Asúmelo: no las vas a leer. Duele condenar un enlace al olvido. Pero si no lo haces con la mayoría, de hecho se lo estás haciendo a todos. Es una decisión estresante, pero la alternativa es peor.
Y, finalmente, lee (o escucha, o mira, si se trata de vídeos o podcasts). Porque si no presupuestas tiempo para la lectura… ¿para qué lo estás «guardando», exactamente?
Para la aún inexistente categoría en este blog de «ideas de negocio que muy probablemente no funcionarían en la práctica»…
La cosa comenzó hace unas semanas. Haciendo bueno el dicho de que «todo lo que se puede hacer en JavaScript acabará implementándose en JavaScript», han comenzado a aparecer bibliotecas en dicho lenguaje para minar Bitcoin (y otras cibermonedas, imagino) en el navegador. El advenimiento de WebASM (que promete que puedes escribir software que corre en el navegador pagando un coste sobre el rendimiento de apenas un 5 o 10% (jamás estuvimos tan cerca del «escribe el programa una vez y que ejecute en cualquier cosa»)) debería hacer que, además, esto fuera más o menos factible a muy gran escala (alguien estimaba hace unas semanas que un sitio del volumen de The Pirate Bay podría generar unos 12,000 dólares al mes (seguro que ingresan mucho más por publicidad)). Y la estimación la hacían, claro, porque alguien habíaa pillado al sitio de torrentes minando con los ordenadores de sus visitantes sin avisar (desde entonces han explicado lo que hicieron y sus motivos; vamos a ser buenos y suponer que no lo han hecho exclusivamente porque les habían pillado). Desde entonces, obviamente, ya han surgido quienes hacen lo mismo pero de manera más transparente.
El problema que se intenta resolver es el de siempre: monetizar una web es más difícil que transmutar el plomo en oro. ¿Podría un minado así funcionar para monetizar sitios de contenidos como alternativa a la publicidad? Los cálculos que daban los $12,000 al mes para The Pirate Bay vendrían a significar que un céntimo de dólar «cuesta» la friolera de 78750 segundos (casi 22 horas) de permanencia en el sitio… Este sitio, en sus buenos viejos tiempos, llegó a tener unas cincuenta mil visitas al mes (y eso, hoy en día, seguirían siendo unos números más que apañados, creo). Si nos vamos a 100 segundos por visita (una cantidad ciertamente muy generosa, pero vamos a tirar alto) estaríamos a un céntimo por 788 visitas o €0.63 al mes, equivalente a un CPM de 1.2 céntimos.
¿Es ese un buen CPM para un sitio web? Vaaserquenó. ¿Podemos pintar una situación mejor? Supongamos que hacemos un «benchmark» en un segundo al cargar la página y descartamos los ordenadores de rendimiento medio y bajo (a los que les servimos un anuncio convencional), con lo que para un subconjunto de nuestras visitas el minado-como-pago se fuera, pongamos por caso, a los 3 céntimos por mil visitas de cien segundos y que estamos en un sitio en el que el tiempo por visita es muy alto y que mejoramos la eficiencia de la biblioteca… ¿quizá 5, a lo mejor 6 céntimos de CPM? Me da a mí la impresión de que de momento el compute-to-pay no es una opción razonable para casi nadie… pero que a lo mejor sitios como Wikipedia o Pocket (sobre todo ahora que este último pertenece a la fundación Mozilla y, por tanto, socialmente es tan aceptable como Wikipedia) podrían comenzar a apuntarse al esquema. Yo me apuntaría (y por poco que me insistieran, estaría dispuesto a dejar el navegador en su página unos minutos al día) :-).
Y es que me «encantan» las encuestas en que se pregunta a la gente por estas cosas (y las opiniones de la sociedad son tremendamente importantes, naturalmente)… pero ignoran lo que hace la gente en la práctica.
Y hoy me encuentro con este episodio del podcast Note to Self:
El podcast habla de la «paradoja de la privacidad». Se queda un poco corto, para mi gusto (hacer clic en el reproductor os llevará a la fuente, y servidor no es muy fan de Note to Self), pero me descubre el término. Llego a él tarde, tardísimo: se acuñó, si no me equivocó, en 2006, en un artículo homónimo en First Monday, cuando nos preocupaba mucho más MySpace (¿os acordáis?) que Facebook. La paradoja de la privacidad explica (o intenta explicar, mejor) cómo es perfectamente compatible pensar que proteger nuestra privacidad es importante con el irla cediendo poco a poco a cambio de pequeñas recompensas inmediatas a través de actualizaciones de estado en Facebook o similares.
(Lo más curioso, de salida, de leerse el artículo, es lo actual que sigue sonando. Nos encanta pensar que vivimos en un mundo absolutamente diferente al que habitábamos hace diez años. Y lo es. Pero parece que nosotros seguimos siendo los mismos… (De hecho, ya en 2000 teníamos libros anunciando la muerte de la privacidad en el siglo XXI))
Acquisti (2004) claims that “[p]eople may not be able to act as economically rational agents when it comes to personal privacy.” He argues that privacy-related decisions are affected by incomplete information, bounded rationality and psychological biases, such as confirmation bias, hyperbolic discounting and others.
Sí, Acquisti es el mismo Acquisti del podcast y la investigación sobre el tema es anterior al término «paradoja de la privacidad». La cita del artículo en cuestión es Acquisti, Alessandro. «Privacy in electronic commerce and the economics of immediate gratification.» Proceedings of the 5th ACM conference on Electronic commerce. ACM, 2004. En Google Scholar.
Si queréis algo más reciente…
Beresford et al. (2012) conducted a field experiment, in which subjects were asked to buy a DVD from one of two competing stores. The two stores were almost identical. The first store asked for income and date of birth, whilst the second store asked for favourite colour and year of birth. Obviously, the information requested by the first store is significantly more sensitive. Nevertheless, when the price was the same subjects bought from both stores equally often. When the price was set to be 1 Euro less in the first store, almost all participants chose the cheaper store, although it was asking more sensitive information. A post-experimental questionnaire tested if subjects were unconcerned about privacy issues. 75% of participants indicated that they had a strong interest in data protection and 95% said that they were interested in the protection of their personal information.
Beresford, Alastair R., Dorothea Kübler, and Sören Preibusch. «Unwillingness to pay for privacy: A field experiment.» Economics Letters 117.1 (2012): 25-27. En Google Scholar.
Los artículos que dan evidencias a favor de la existencia de la paradoja son numerosos, pero alguno hay que dice que en determinadas circunstancias los usuarios están dispuestos a rascarse un poco el bolsillo para proteger su privacidad:
Egelman et al. (2012) performed two experiments with smartphone users and found that when choosing among applications with similar functionality, privacy-conscious participants were willing to pay a premium of $1.50 over an initial price of $0.49. However, this occurred only when users were presented the requested permissions of each application side-by-side.
Egelman, Serge, Adrienne Porter Felt, and David Wagner. «Choice architecture and smartphone privacy: There’sa price for that.» The economics of information security and privacy. Springer Berlin Heidelberg, 2013. 211-236. En Google Scholar.
En fin. Que la próxima vez que alguien defienda su propio interés por proteger su privacidad, o que afirme que la gente, en general, está interesada en ello… tomáoslo con un cierto escepticismo.
Alarmante falta de originalidad la de este blog: hace poco más de un mes montábamos una entrada alrededor de unas slides «robadas» a una presentación de Kleiner Perkins Caufield Byers… y hoy hacemos lo propio con unas slides «robadas» a una presentación de Andreesen Horowitz (a16z para abreviar): Mobile: It Changes Everything (siguiendo el enlace accederéis al pepeté completo y a un vídeo con la presentación que valen bastante la pena…
La primera, muy en la línea de lo que comentábamos en la entrada que os comentaba…
Connecting people…
La verdadera joya, eso sí, llega en la segunda diapo que os extraigo:
W. T. F.
¿Hiperventilando? ¿Un poco mareados? Sí, ¿no? Esperad que traduzco:
La CPU de un iPhone 6 tiene 625 veces más transistores que un Pentium de 1995.
Fin de semana del lanzamiento del iPhone: Apple vendió aproximadamente 25 veces más transistores de CPU de los que había en todos los PCs de la Tierra en 1995.
Pondría negritas en todo el texto… Si seguís sin hiperventilar ni con sensación de vértigo, hacedme caso: no lo habéis entendido.
El resto de diapositivas de la presentación no están a la altura (básicamente, porque… cómo superar eso…). Aún así, destaco unas pocas más.
Efectivamente: dispositivo móvil no significa uso móvilComo vienen a decir en la presentación: si no te gusta esta cuota de mercado, tengo más…
A quién le importa cuál es porcentaje de usuarios globales de cada plataforma. Si estás en Delhi, deberías comenzar preocupándote de Android. En San Francisco, primero manzanita y después, mucho después, el resto del mundo. Y si tienes suerte y eres tan grande como Facebook, «everything first».
Y cómo medir la dominación de las pantallas… ¿Qué tal en superficie de pantalla anual?
Un km2 viene a ser 10 millones de pies cuadrados. Cuatro mil millones de pies cuadrados son, pues, unos 400 kilómetros cuadrados. Algo así como cuatro veces la superficie de la ciudad de Barcelona