Lo social como herramienta de retención para los Spotifys y Netflix del mundo

(Creo que jamás había puesto un nombre tan largo a un tuit post. Se aceptan recomendaciones de mejora.)

Cuando Benedict Evans escribe es buena idea leerle. Lo último viene a colación de la última quinout de Apple y habla de servicios y fosos (o de servicios como fosos, de hecho, y es que el concepto de que el ecosistema que está montando Apple es un foso que la protege de que los usuarios la abandonen se está poniendo muy de moda y es una perspectiva muy razonable (por cierto: los competidores de Apple no lo hacen porque no están en disposición de hacerlo)).

Ese apunte inicial que he destacado en Twitter hace un rato a mí me parece muy interesante (mientras no se demuestre lo contrario, queda poco por diferenciar en el mercado móvil), pero después Evans dice algo en lo que me voy a permitir el lujo de llevarle un poco la contraria (qué atrevido y imprudente es el desconocimiento). Analiza el lanzamiento (finalmente) de la plataforma de vídeo bajo demanda de Cupertino desde el punto de vista del foso y decide que poco puede funcionar como tal:

But music is a streamed subscription now, so you lose very little by switching between Apple Music and Spotify. Unlike music, the subscription TV platforms, Apple TV Plus included, have exclusive content, but if you cancel them you’re not losing anything you ever felt you owned, any more than you were if you cancelled HBO or AMC, and you can always turn it on again. There’s no lock-in. These platforms have to keep you month by month with each new show – unlike iTunes, they’re not locking you in with what you already committed to.

Y yo diría que eso es cierto ahora, pero como apuntaba hace unos días (qué ilusión me hace enlazar una entrada de obm de hace menos de un mes (sí, podría ser que esta entrada sea básicamente efecto de esa ilusión)) yo diría que la curación de contenidos y lo social pueden convertirse en una fantástica herramienta de retención para los grandes del mercado: si tengo en Spotify multitud de discos y canciones anotados, por mí o, aún mejor, por un experto en la materia, mucho más barata va a tener que ser la plataforma Y para que servidor deje atrás todo ese patrimonio…

Cierto es que en música es mucho, muchísimo más fácil que esto funcione porque apenas hay diferenciación en los catálogos de los servicios (¡y que dure la cosa así!), pero qué no daría yo por un Netflix (o un Filmin, o…) con un catálogo de ciencia ficción, fantasía y terror en que las películas viniesen acompañadas de la introducción o los comentarios de un Jordi Sánchez Navarro, por ejemplo… Si los catálogos de sindicación de series y películas que todavía no pertenecen a Disney se volcaran (de una puñetera vez) a las plataformas bajo demanda y decidieran que no se ofrecen en exclusiva a una de las plataformas dada la fragmentación y lo relativamente poco que les iban a pagar las plataformas por la exclusividad, los mejores anotadores iban a ser un factor diferencial de órdago, opino. Y si la plataforma Z me dejase sincronizar la reproducción del episodio de turno para verlo a la vez que mis colegas y poderlo comentar en una segunda pantalla con mis colegas, pues…

En fin. Cosas mías.

«Trust and safety» en Vergecast

En los últimos meses el Vergecast se ha convertido en uno de mis podcasts de referencia en cuanto a tecnología. Dedican un episodio a la semana repasar la actualidad tecnológica y es extremadamente recomendable. Cada semana hay un segundo episodio en el que Nilay Patel (un tipo con mucho criterio) entrevista a una figura relevante de la industria. Con la cercanía de las elecciones estadounidenses del año que viene la intersección de política y tecnología, un tema absolutamente inevitable en la actualidad. La semana pasada entrevistaba a Alex Stamos, actualmente director del Observatorio de Internet de la Universidad de Stanford y ex «chief security officer» en Facebook y, antes de eso, en Yahoo. La entrevista es muy interesante y gira en gran parte alrededor del concepto de «trust and safety» del título de la entrada, que es el nombre del equipo de Facebook que tiene la muy poco envidiable misión de prevenir, detectar y atajar los abusos que se dan en su plataforma. El tema es de una importancia vital. Tanto como para tomar apuntes. Y aquí abajo van mis apuntes. Absolutamente parciales y sesgados, pero ahí los dejo (y que quede claro que mis apuntes y mis opiniones no tienen por qué tener mucho en común, aun a pesar del sesgo). Espero que sirvan de acicate como para dedicarle el tiempo a bajarse el podcast y escucharlo.

Sobre las «meme wars» en las elecciones: la responsabilidad es de las plataformas tecnológicas y estas han tomado medidas. En 2016 este trabajo no correspondía a nadie y ahora es una amenaza que se tiene en cuenta en Google, Twitter y Facebook.

Todo lo que los rusos hicieron en Estados Unidos en 2016 lo habían hecho durante mucho tiempo en Ucrania.


El movimiento de Facebook hacia una plataforma más privada plantea preguntas fascinantes sobre lo que queremos de las redes sociales. Si se mueven hacia mensajería de grupos con menos amplificación, se reduce la amplificación «uno-a-muchísimos» de cuentas sociales con muchísimos seguidores de 2016. Pero la comunicación en chats privados se vuelve invisible.

Cuando das privacidad a todo el mundo también se la das a «los malos». A la larga, eso es bueno para las redes sociales porque reduce su responsabilidad, pero el daño puede continuar sucediendo.

En las elecciones en India tanto el partido en el poder como la oposición tenías sus granjas de «trolls». En lugar de lanzar un mensaje a un millón de personas, decenas de miles de personas reenviaron sus mensajes a sus amigos. La misma amplificación con algo más de trabajo y mucho más difícil de estudiar por el cifrado. El movimiento hacia el cifrado es en general positivo pero tiene sus efectos secundarios.

Opciones para parar este tipo de mensajes sin romper el cifrado de extremo a extremo sin puertas traseras. Por ejemplo, procesar el mensaje en el dispositivo antes de ser cifrado y enviado y al menos alertar al remitente, de manera respetuosa con la privacidad y la libertad del usuario. O reconocer imágenes en el dispositivo del receptor del mensaje y alertar del potencial contenido de la imagen antes de mostrarla. Las compañías adquirirían un papel más paternalista, con los problemas que esto puede suponer.

Hay una componente cínica en el cifrar las comunicaciones. A las plataformas se les pide cifrado y que no sepan qué se dicen sus usuarios y, a la vez, que protejan a esos mismos usuarios. Ambas cosas son incompatibles. Facebook, históricamente, ha intentado situarse en una posición intermedia y no ha funcionado: se les puede criticar desde los dos lados y ahora Zuck ha decidido lanzarse hacia uno de los extremos con la privacidad y el cifrado, reduciendo la moderación de contenido, que le era un problema, porque una vez que comienzas a moderar se abre un problema sin fin.

Como sociedad no hemos decidido el punto hasta el que queremos mantener segura a la gente en línea y cuánto queremos controlas sus acciones para tal efecto y quién se encarga de ello.

Se oyen voces pro control del discurso con un volumen que nunca habíamos oído en la era «pre tech». Lo que ha hecho el sector tecnológico es permitir conversaciones sobre ese control del discurso que no habrían sido aceptables en los doscientos años anteriores.

¿Las reglas se van a elaborar de manera democrática o las elaborarán actores privados? En el entorno estadounidense el gobierno no puede encargarse gracias a / por culpa de la primera enmienda. Todos los demás gobiernos angloparlantes están considerando regulaciones del discurso en línea ridículas. Australia se ha adelantado pero en el Reino Unido se están gestando cosas. Facebook no puede considerar principalmente el caso estadounidense por la distribución de sus usuarios. Y globalmente lo que pasa es más legislación pro privacidad como la RGPD.


El entrevistador pregunta si tendría sentido ofrecer el equipo de «trust and safety» como servicio «à la AWS» para start ups para poner estos servicios al alcance de compañías que no tienen la escala de Facebook («trust and safety» sería el equipo encargado de mitigar los abusos en línea en una plataforma, y es bastante diferente de lo que se considera tradicionalmente «seguridad»). Esto permitiría que surgiesen nuevas redes sociales sin tener que desarrollar un equipo encargado de estos problemas, algo potencialmente imposible. Según Stamos esto es algo que actualmente solo se puede aprender desde el rol de aprendiz en el equipo de una empresa como Facebook. Como el equipo antifraude de Paypal, son cosas que no se pueden aprender en un entorno académico tradicional. Es racional esperar que esto se convierta en una industria de la misma manera que AWS convirtió su experiencia en una industria. Twitter sería la frontera: por debajo de su escala no puedes atacar estos problemas sin subcontratar. Y, por ejemplo, en Alemania ya ha surgido alguna empresa dedicada asesorar sobre el cumplimiento de la legislación del país.

A los responsables de producto se les mide por el crecimiento, y no por si han generado una enorme cantidad de riesgo al hacer crecer su producto.

Quizá debería mirarse a la industria financiera post crisis de 2008 y su gestión del riesgo y cómo se ha llevado esa responsabilidad hacia los responsables de los productos.

Es razonable que una empresa pequeña no tenga un responsable de «trust and safety», pero es necesario que la gente de producto y de ingeniería sean conscientes de los temas asociados. Estas cosas deben considerarse y tratarse desde el inicio, no mitigarse como se pueda (o no) a posteriori. Son temas mucho más difíciles de predecir y anticipar que los tradicionales de seguridad porque son muco más específicos del funcionamiento del producto, los usuarios y sus costumbres. Va a haber más trabajo en detección y respuesta que en prevención. Pero eso no significa que no se deba anticipar y prever la necesidad. No deberías enterarte de los problemas de tu producto o servicio por la prensa.


Uno de los grandes problemas de Twitter es que es muy difícil definir qué es una cuenta falsa, dado que es perfectamente razonable que una cuenta sea anónima. En su defensa debe decirse que son mucho más transparentes con sus acciones que Facebook y Google (siendo Google la menos transparente con diferencia). Si se habla del problema chino en particular, también hay que tener en cuenta que tanto Facebook como Twitter han abandonado la esperanza de tener una buena posición en el mercado chino, mientras que Google lo está intentando con ahínco. Facebook ha añadido más recursos humanos al problema de la moderación que el total de trabajadores de Twitter.

La posición de YouTube es extremadamente opaca y la menos razonada. El poder del algoritmo de recomendación de YouTube es el mayor de todos y, por tanto, también lo debería ser su responsabilidad.

La solución de todos estos problemas pasa por los usuarios, en cualquier caso. La centralización de los medios de información del siglo XX (y los sistemas anteriores) se ha acabado. Cada vez que ha habido un cambio en esa organización la sociedad se ha tomado un tiempo en interiorizar el nuevo status quo y ha pasado por un pánico moral, y es natural que a nosotros nos toque lo mismo. Eso no elimina la responsabilidad de las empresas pero al final les toca a los individuos. La ruptura del oligopolio de la información tiene muchísimos efectos beneficiosos, pero también los negativos y en consecuencia nos exige más responsabilidad. Los trabajos académicos sobre el campo apuntan a que las nuevas generaciones son algo menos vulnerables a fenómenos como las fake news y por tanto hay espacio para el optimismo y suponer que estamos en el proceso de interiorización del cambio.

En cualquier caso, empresas como Facebook y Twitter han pasado a tener poderes casi de estado, pero sin la «accountability» y la necesidad de transparencia. En Estados Unidos, dada la primera enmienda, deben ocuparse de los problemas de los límites del discurso, y eso plantea una serie de problemas de muy difícil solución. Facebook toma más decisiones de moderación de contenidos en una hora que todo el sistema judicial federal de Estados Unidos en un año.

Tres cosas que no entiendo por qué no hace Spotify

«Liner notes»

Foto de la contraportada de un LP. Incluye información de las canciones, como sus creadores y los productores
La maravillosa foto de la contraportada del Let’s Get It On de Marvin Gaye

Vale que el porcentaje de gente que se miraría la información que incluyen con frecuencia CDs y LPs es muy pequeño, seguro, pero dado el coste que iba a suponer (habilitar el espacio y dar permiso a discográficas y artistas para subir imágenes y/o textos)… Y para los que nos leemos estas cosas iba a suponer un factor diferencial importante.

Anotaciones para canciones, discos y «playlists»

Seré el único con memoria de pez, pero a mí me gustaría poder tener notas asociadas a canciones, discos y playlists. Idealmente, poderle poner notas (privadas y/o públicas) tanto a una canción, a una canción dentro de un determinado disco o playlist y a los propios discos y playlists.

Y no solo es para los memoria de pez: si las playlists son, como dice la propia Spotify, uno de los mecanismos principales para fidelizar al personal, unas playlists más cuidadas deberían funcionar aún mejor…

«Radio musical»

Playlists anotadas plus plus plus…

Si la playlist original se llama «programa de radio» y hoy en día cada vez consumimos más esos programas de radio en forma de podcast y Spotify apuesta fuerte muy fuerte por el podcast como medio, hasta el punto de invertir en empresas de creación y producción… ¿por qué no dejarme locutar lo que se me pase por la cabeza entre canción y canción y ofrecer ese producto como podcast? A los artistas les gusta poco el escaso royalty que paga Spotify (y Apple Music y Amazon y…), pero este es, por oyente, mejor que el que paga la FM, seguro.

Bonus points:

  • los programas de radio han sido siempre un medio ideal para colocar publicidad (a poder ser solo para los clientes no-premium de Spotify, aunque probablemente esto sea demasiado pedir :-S), y
  • permitiría hasta un modelo de retribución para esos potenciales locutores…

En fin. Cosas que se me ocurren por el exceso de calor…

¿No quieres que Twitter contamine tu línea de tiempo con «me gustas» ajenos?

Actualización de abril de 2020

Compruebo que un año y medio después de su publicación esta entrada sigue atrayendo bastantes clics en Google. Podéis seguir leyendo a continuación lo que escribí en 2018, pero existe una solución más contundente. Aunque Twitter no se deja exactamente la piel para aclararlo, hay un botón en la interfaz que desactiva el algoritmo que reordena vuestro timeline y añade los «me gusta» ajenos que os sacan de quicio, tanto en la web como en las apps oficiales de Twitter. Basta con hacer un clic para volver al timeline de toda la vida, que seguramente añoráis tanto como yo…

(Si pasáis unos días sin acceder a Twitter, volverá a las andadas y os cambiará y volverá al timeline ordenado por el algoritmo. Es cuestión de insistir unas cuantas veces…)

Dentro vídeo:

Como podéis ver, las opciones que se muestran en el vídeo están inglés. En castellano, el texto es el de la imagen siguiente:

Se muestran los tweets más recientes a medida que se publican. Botón: "volver a inicio". Botón: Ver preferencias de contenido.

Y aquí abajo, lo que escribí originalmente, hace año y medio…


Ha vuelto a pasar. Después de unas semanas sin ver el dichoso «Pepito indicó que le gusta» en mi línea temporal de Twitter, ahí lo tenemos…

En mi línea de tiempo aparece un tuit de alguien a quien no sigo porque otro usuario (a quien sí sigo) le ha dado al "me gusta"
De hecho, es un tuit interesante (y estoy convencido que los tuits que le gustan a Eva lo son, en general) pero si no le ha dado al botón de retuitear, será por algo, ¿no, Twitter?

¿La solución? ¿El parche barato? ¿Veis el triangulito a la derecha del «X indicó que le gusta»? Haced clic:

Haciendo clic en el desplegable que a parece a la derecha de "Z indicó que le gusta" hay un desplegable que da las opciones de, entre otras cosas, indicar que a nosotros no nos gusta el tuit
«No me gusta este Tweet» no significa, en este caso, que no me guste. Es tan solo mi manera de indicarle a Twitter que no me gustan los «me gustas» ajenos en mi línea de tiempo, gracias.

Creedme: media docena de «no me gusta este tweet» y dejaréis de ver tuits de gente que no seguís durante unas cuantas semanas (cuando me vuelvan a aparecer tuits de este estilo actualizo la entrada, para que conste cuanto dura el remedio).

Sí, esto no debería ser necesario: Twitter nos debería dar la opción de que esto fuera así permanentemente. Pero mientras tanto…

Mi ¿estrategia? para gestionar la información…

Este es un post que tenía yo pendiente desde hace meses, pero finalmente el anuncio de los bookmarks por parte de Twitter me ha decidido a lanzarme…


Antes de entrar en materia, algunos comentarios sobre le tema bookmarks

  • ¡Aleluya! Más vale tarde (muy muy muy tarde) que nunca.
  • Gracias, Twitter. Pero alguien me va a tener que explicar la lógica de lanzar en las apps para iOS y Android y en la web «light» (mobile.twitter.com)… pero no en la web «estándard» ni en Tweetdeck. No me cabe en la cabeza. Veremos cuánto tardan en propagar el cambio. #dedoscruzados.
  • Genial la privacidad de los bookmarks pero… ¿podríamos notificar al menos al autor del tuit que su tuit está siendo marcado como tal, sin especificar por quién? Si le pusiéramos un contador público a la cosa ya sería la bomba…
  • Una última petición. Ya tenemos bookmarks privados y «me gusta» públicos que van a desparramarse por las líneas de tiempo de nuestros seguidores. Ahora ya solo me falta un «abrazo» que le llegara al tuiteador de turno (y tuviese su propio contador)… pero que no «desparrame». #dedoscruzados

Y ahora, entremos en materia.

No sé yo hasta qué punto os será útil lo que os explicaré a continuación porque, para comenzar, a veces dudo de que la cosa me funcione a mí. Pero a fe mía que es un problema al que le he dado muchas (muchísimas) vueltas y pensar en voz alta a veces es útil, tanto para uno mismo como para los demás.

¿Cuál es mi dieta de información? Ahora mismo, mi perfil de Twitter dice que sigo 249 cuentas. Por su parte, Feedly dice que sigo 163 canales RSS (y que los diez canales que más publican se van a 6700 historias al mes; también lleva la cuenta de los canales en los que más he hecho clic en el último mes: suman 700 clics).

Captura de pantalla de Feedly. Feedly tiene modos en los que presenta las primeras líneas de texto de cada entrada sin necesidad de hacer clic
No es una estadística precisa, ya que Feedly permite leer parte de las entradas sin hacer clic, pero sirva como indicador.

Contar los tuits de mi timeline es más complicado… Un día me pongo con las bibliotecas de Twitter para R y lo cuento, pero de momento baste decir que las últimas 24 horas de mi línea de tiempo contienen bastante más de 500 tuits (y esto lo escribo un domingo por la tarde, hora valle en grado extremo). Uno, que es bastante OCD, no llega a leer todos los tuits del timeline cada día… pero casi.

Y así… ¿cómo sobrevivir a ese alud de presunta información?

Lo primero, desde luego, es disponer de buenas herramientas. Como ya he dicho, mi herramienta para leer RSS es Feedly. Uno es de los que lloró amargamente la pérdida de Google Reader (hace casi exactamente cuatro años del anuncio de su muerte, coincidencias)… pero Feedly es hoy una herramienta mucho mejor de lo que fuera Reader, que había acabado con la innovación en el campo (cosas de los monopolios, por cómodos y plácidos que resulten). Mi herramienta habitual para Twitter es Tweetdeck (sin listas: es por eso que me limito mucho antes de seguir ninguna cuenta nueva, ya que aspiro a leerlo todo cada día), pero hasta que no implementen los bookmarks me veo condenado a la versión web móvil de Twitter (oh, ignominia). Se agradecen sugerencias de mejores herramientas, pero la limitación de tener que funcionar en Windows a pantalla grande (y ser web, a poder ser) es fuerte, me temo.

Una de las grandes ventajas de Feedly es su organizador de feeds:

Muestra qué canales RSS publican más al mes y en cuáles haces más clics
En cuántas historias haces clic versus cuántas publica en canal es un buen indicador de ratio personal de señal versus ruido para cada canal

Si alguien conoce algo similar para Twitter (identificar mis seguidos más «dicharacheros», y cuánto interactúo con cada uno de ellos), que avise. Será recompensado (estoy hasta considerando hasta hacérmelo yo…).

Y esto nos lleva a la primera recomendación: poda tus fuentes como si no hubiese un mañana. ¿Cómo? Más allá de con furia, me temo que vas a tener que desarrollar tus propias estrategias. ¿Mucha paja y poca señal? Yo consideraría cortar. Y me fiaría de mi red de twitter: hay cuentas que, cuando publican algo bueno, son retuiteadas automáticamente por tu red. Si es así… ¿realmente necesitas seguirlas? Y otro consejo más: la poda se hace una vez al año. Con tu Twitter y tus RSS, mejor cada tres meses. Y si puede ser con más frecuencia, mejor.

¿Y una vez hemos podado todo lo podable? Mi estrategia es la siguiente:

  • Escanear. Tan rápido como seas capaz.
  • Descartar. El 90% de casi todo es ruido. Quizá no para esos blogs que publican muy de vez en cuando (como este ;-)). Actúa en consecuencia.
  • Leer. ¿Es interesante? ¿Tienes tiempo ahora? Pues léelo ahora. No dejes para mañana lo que…
  • Redirigir. Suena interesante, pero claramente ahora no es el momento. O no tienes tiempo. ¿Hacia dónde?
    • Considera los favoritos (de Feedly, de cualquier otro lector de RSS o de Twitter). Pero con moderación (vuelvo sobre el tema en un minuto).
    • ¿Es para leer con calma, y no es ni urgente ni imprescindible? Para eso están los Pocket e Instapaper del mundo. Personalmente, yo soy fan de Pocket. Pero para gustos, colores.
    • Para eso están tus víctimas inocentes amigos. ¿Sabes esa persona interesada en el tema que seguro que te va a agradecer que se lo envíes (y con un poco de suerte te hará un resumen y todo)? Pues eso.
    • Igual lo necesitas algún día, pero no ahora mismo. Gestor de favoritos. Otro campo en el que cada cual tiene sus preferencias. La mía, Diigo. Uses el gestor que uses, etiqueta, pero sin pasarte: ¿realmente vas a hacer una búsqueda que requiera siete etiquetas? ¿Buscas con tanta frecuencia que realmente es imprecindible que todo esté clasificado con total precisión, o vas a pasar más tiempo etiquetando que buscando?

Mis últimos favoritos en Diigo
Mis favoritos en Diigo. Si alguien quiere chafardear, es aquí

¿Y todo ese montón de cosas que se te han acumulado? Poda. Poda. Y vuelve a podar. A poder ser, semanalmente. Si se te pasa hacerlo un mes, resérvate un par de horas el sábado por la mañana. O el domingo por la tarde. O cuando te vaya bien. Pero hazlo. Y si no lo haces, asume que tu diógenes digital no tiene mucho sentido. Para podar, decide el límite de favoritos en Feedly o bookmarks Twitter a partir del cual se te va a disparar la alarma de la ansiedad (el mío es alto, diría: puedo vivir con doscientos o doscientos cincuenta favoritos en cada servicio). Comienza a bucear y pasa la tijera. De nuevo, sin piedad. No pasa nada si ayer no tuviste tiempo de leer nada y tienes quince o veinte (vale: o treinta) cosas acumuladas. ¿Pero si tienes quince cosas del miércoles de la semana pasada? Asúmelo: no las vas a leer. Duele condenar un enlace al olvido. Pero si no lo haces con la mayoría, de hecho se lo estás haciendo a todos. Es una decisión estresante, pero la alternativa es peor.

Y, finalmente, lee (o escucha, o mira, si se trata de vídeos o podcasts). Porque si no presupuestas tiempo para la lectura… ¿para qué lo estás «guardando», exactamente?

En fin, espero que a alguien le sea de utilidad.