Contra la piratería, torturemos al cliente

Es la idea, ¿no? Acabo de poner un DVD que me compré el otro día en el reproductor (Shine a Light, Martin Scorsese y los Rolling Stones, muy recomendable). 18 eurillos en la Fnac, me costó, creo recordar.

No sorprenderá a nadie saber que, de salida, me he comido un maravilloso anuncio contra la piratería. Pero es que después de la piratería me he tenido que tragar unos cuantos trailers de película. Que no me he podido saltar. A trozos, el reproductor ni siquiera me ha permitido ponerlo en avance rápido… 4 minutos de mi vida. Cuatro minutos de la vida de cada una de las personas que paguen por el dichoso DVD. Y como mínimo hoy los trailers tienen una cierta vigencia. Dentro de cuatro años, por ejemplo, ese trailer será la peor plataforma de marketing posible. Afortunadamente, estaba solo en casa. Si no, tendría que haber aguantado como alguien me llamaba imbécil por pagar para que me insulten primero y me tomen el pelo después. Con razón.

¿Es alguien consciente del esfuerzo que me llevaría ‘ripearlo’ a un formato como H.264, colgarlo después en la red y ahorrar esos cuatro minutos a tantísima gente? Aproximadamente ninguno. Pero se seguirán preguntando por qué la gente lo hace…

Meteduras de pata de diseño. Nokia edition

Error de diseño en un instalador de Nokia, que pide que hahas click en 'yes' o 'no', pero solo ofrece dos botones gráficos en que hacer click

Hay compañías a las que uno tiene en especial estima y de las que, en consecuencia, espera más que de las demás… Como Nokia. Y por eso fastidia especialmente que, al instalar una aplicación suya, me digan que haga click o en ‘Yes’ o en ‘No’… y que no haya ningún ‘Yes’ ni ‘No’ a la vista. Que sí, que es fácil. Pero estoy convencido que a unos cuantos miles de usuarios rascándose la cabeza un rato…

«Maravillas» del diseño británico

Advertencia: pataleta. Me tiene de los nervios la blogosfera, sector «sabemos mucho de diseño» (que estoy reclasificando rápidamente como «decimos que sabemos mucho de diseño»), que está teniendo un orgasmo colectivo sobre el «gran diseño» de las nuevas monedas británicas.

Y no me malentiendan: a mí también me parecen preciosas. Pero… ¿un gran diseño? Hace ya unos cuantos años que a la FNMT se la crucificó (casi literalmente) por una moneda de veinte duros (cien pesetas, para los más jóvenes y los foráneos), por cometer el pecado capital de etiquetarla con una C, una I, una E y una N, pero no un 1 y dos 0s. Porque, claro, ¿cómo iba un extranjero a saber cuál era el valor de la moneda? ¿Cuántos números ven ustedes en el «maravilloso diseño» británico? Combinémoslo, además, con que la de veinte peniques es más pequeña que la de diez, y me van a tener que explicar por qué la gente dice «gran diseño» cuando quieren decir «muy bonito»…