Comprueba el estado de tu privacidad online con Privacyfix

A través de este artículo de Ars Technica me entero de la existencia de Privacyfix, una extensión para Firefox y/o Chrome que analiza tu historial de navegador y las cookies que tienes y te hace un informe de cómo está tu privacidad en la red…

El informe comienza con los dos grandes «cocos» de la red, Facebook…

Captura de pantalla de la información de privacidad de Facebook que obtiene Privacyfix. Afirma que Facebook recibe información del 90% de páginas que visito y que mi valor estimado para Facebook es de 42 céntimos de dólar
Ese 90% da bastante miedo, pero si todos los usuarios de Facebook tuviesen la misma valoración que yo, me da a mí que no habrian llegado a donde están

…y Google…

Captura de pantalla de la información sobre Google que obtenemos de Privacyfix. Según Privacyfix Google obtiene información del 46% de páginas que visito, y valgo para ellos casi 190 dólares anuales
Me siguen mucho menos, pero valgo muchísimo más para ellos. Será (es) que no paso mucho tiempo en Facebook…

Cada cual es, desde luego, libre de hacer caso de las advertencias y sugerencias que te hace la aplicación (en mi caso, se van a quedar así, entre otros motivos porque, puestos a ver anuncios, prefiero que tengan algo que ver con mis intereses). Las estimaciones del valor que tienes tanto para Google como para Facebook deberían consumirse con unas gotas de sano escepticismo. La cosa, eso sí, no se detiene ahí. El siguiente paso es un informe de los sitios que han recopilado algún tipo de información sobre ti:

Captura de pantalla de los sitios web que me están monitorizando
No son pocos, los sitios que tienen algún tipo de información sobre mí…

Pasando por encima de cada «favicon» Privacyfix nos informa de cuáles son las políticas de cada sitio:

Captura de pantalla en la que se muestra cuáles son las políticas de un sitio en concreto
Como podéis ver, siendo estrictos casi nadie está absolutamente libre de pecado (aunque si de alguien te puedes fiar en la web es de Mozilla, la verdad)

Finalmente, Privacyfix te hace un listado de las compañías que acumulan la información recogida por los sitios web que visitas:

Listado de las empresas citadas en el texto
Apenas una docena (larga) de docenas…

De nuevo, pasando sobre cada «favicon» obtenemos información adicional:

Información específica de uno de los recolectores de información
Google tiene, como anunciante, la nota máxima en cuanto al tratamiento de la privacidad… algo que no puede decirse de la mayoría de compañías que saben algo de mí.

Resumiendo, Privacyfix es una de esas herramientas que, por un lado, uno debería instalarse para ser consciente de cómo está la cosa y, por otro, copncienciar a amigos y conocidos de lo mismo, a poder ser sin caer en alarmismos innecesarios (que con lo que realmente hay ya basta).

AdSense y el porno en este blog

Me he quedado sin palabras… Atención al correo que me acaba de llegar de AdSense:

Estimado editor:

Este es un mensaje de aviso para alertarle de que debe realizar una acción
con el fin de que su cuenta de AdSense cumpla con las políticas de
programa de AdSense. A continuación le indicamos más detalles, junto con
las acciones que debe realizar.

ID de la incidencia: 18310351

Sitio web afectado:obm.corcoles.net

Página de ejemplo donde se ha producido la
infracción: http://obm.corcoles.net/20040528/porno-gratis-para-los-trabajadores/

Acción necesaria: realice las modificaciones necesarias dentro de un plazo
de 72 horas.

Estado actual de la cuenta: activa

Explicación de la infracción

CONTENIDO PARA ADULTOS/TEXTO EXPLÍCITO: según se especifica en las
políticas del programa, los editores de AdSense no pueden insertar
anuncios Google en páginas que presenten contenido no apto para menores,
por ejemplo, páginas con texto de naturaleza sexual explícita. Encontrará
más información sobre esta política en el Centro de asistencia
(https://www.google.com/adsense/support/bin/answer.py?hl=es&answer=105957).

Cómo resolver la situación

Si ha recibido una notificación relativa al contenido de la página,
elimine el contenido del sitio o los anuncios de las páginas infractoras.
Si ha recibido una notificación relativa al método de implementación de
los anuncios en su sitio, realice los cambios necesarios. El sitio se
revisará automáticamente transcurridas 72 horas. No es necesario que se
ponga en contacto con nosotros si realiza cambios. Tenga presente que si
no se respeta el plazo otorgado para efectuar modificaciones, se
inhabilitará la publicación de anuncios para el sitio web afectado
anteriormente indicado.

Asimismo, tenga en cuenta que la URL anterior solo es un ejemplo y que
puede estar cometiendo las mismas infracciones en otras páginas de este
sitio web o de otros sitios de su propiedad. Si desea disminuir las
posibilidades de recibir ulteriores advertencias, le recomendamos que se
cerciore de que todos sus sitios cumplen la política. Para obtener más
información acerca de las notificaciones de infracción de política, puede
consultar nuestro Centro de asistencia:
https://support.google.com/adsense/bin/answer.py?hl=es&answer=1378153&ctx=topic.
Le agradecemos de antemano su cooperación y comprensión. Atentamente, el
equipo de Google AdSense

Si seguís el enlace veréis que lo que apuntan como «CONTENIDO PARA ADULTOS/TEXTO EXPLÍCITO» deja bien claro que o bien lo ha leído el ser humano más timorato del mundo o que ha sido un robot sin intervención humana… (y sí, mi primera impresión al leer el correo ha sido pensar que este blog había vuelto a caer en las manos de algún’script kiddie’, pero al menos a primera vista parece que no…).

Teniendo en cuenta lo que ingresa últimamente este blog por publicidad, si me dan de baja tampoco pasa gran cosa, pero en la última semana mi tráfico proveniente del buscador se ha desplomado aún más, y algo me dice que además de correlación hay causalidad. Y claro, la probabilidad de ponerse en contacto con un humano en Google es una fantástica aproximación de cero…

¿Sugerencias?


PS 20120919 Me he rendido y he retornado la «entrada obscena» a estatus de borrador :-(.

La controversia del Do Not Track

Ese tuit, de hace unos días, de Miquel Peguera (por poco que os interese el tema del derecho e internet, no dejéis de seguirle en Twitter ni de leer su blog, Responsabilidad en Internet: se trata de uno de los pocos especialistas del campo que se esfuerzan por resultar comprensibles conservando el rigor y sin caer en la demagogia), es una recomendación de las que conviene no ignorar… Como de costumbre, lo mejor es seguir el enlace y leer con atención pero, por si acaso, ahí va mi resumen y mi opinión al respecto.

The Sabotage of Do Not Track es un texto del profesor de la New York Law School James Grimmelmann (que hace unos meses publicó en Ars Technica el imprescindible artículo Death of a data haven: cypherpunks, WikiLeaks, and the world’s smallest nation). En él se hace eco de la controversia surgida últimamente alrededor de la iniciativa ‘do not track’.

En los últimos años ha ido surgiendo una inquietud (bastante razonable, en general) por los datos que se recogen de nosotros cuando navegamos por la red un buen montón de compañías (casi todas dedicadas, de una u otra forma, a la publicidad) y el uso que posteriormente hacen de ellos.

Captura de pantalla que ilustra la gran cantidad de sitios que envían datos nuestros a empresas como Google o Facebook
Basta instalar una herramienta como Collusion para comprobar que los grandes de internet conocen un puen pedazo de nuestro recorrido por la web (también para darse cuenta de que no lo saben todo, desde luego)

Una de las propuestas surgidas para proteger al público de los malos usos de esa recogida de datos es Do Not Track, que haría que los navegadores enviasen (si se desea) una señal universal «no me monitorices» a las empresas dedicadas a este seguimiento. Hacer caso o no de esa señal es, de momento, tan solo una cuestión de buena etiqueta por parte de esas empresas, pero los Estados Unidos ya están trabajando en que, como mínimo, decir que cumples con ‘do not track’ y no hacerlo represente una mala práctica comercial y, con un poco de suerte, tanto los Estados Unidos como la Unión Europea seguirán trabajando en esa línea.

De momento Firefox, Internet Explorer y Safari han comenzado a implementar ‘do not track’ (en donottrack.us encontraréis cómo activarlo en cada navegador) y, poco a poco, algunos grandes recopiladores de datos se van apuntando a hacer caso (en ese curioso equilibrio eterno de la industria publicitaria, de regularse un poco motu proprio para evitar una regulación seguramente más rigurosa por parte de «la autoridad competente»).

El problema ha saltado con el anuncio, por parte de Microsoft, de que pretende dejar activado por defecto «do not track» en el inminente Internet Explorer 10 (nótese que no han sido ni Mozilla —no podemos obviar su relación con Google, aunque no creo que eso sea un factor— ni Opera ni Apple los que han dado ese paso, sino los de Redmond, que andan un poco a la greña con un par de empresas que sacan un buen provecho de esos seguimientos: Google y Facebook). Y ahí se ha armado. Porque, desde luego, una cosa es que un usuario más o menos sofisticado active «do not track» en el navegador (al fin y al cabo ese usuario muy probablemente no sea, de salida, el más rentable para las empresas de publicidad) pero otra muy diferente es que todo hijo de vecino que se compre una tableta con Windows 8, por poner un caso, tenga el dichoso ‘do not track’ activado de salida… Y no han tardado en dejarse oir las voces de grandes jugadores de la industria (Grimmelman recoge las de Google y también las de Yahoo! y Adobe, dos compañías que también se nutren de la tarta económica de la publicidad) que argumentan que si ‘do not track’ está activado por defecto en Explorer, «no pueden» saber si esa es una decisión informada del usuario y que, por tanto, no se sentirían obligados a hacer caso a la petición.

El asunto, desde luego, es complejo. Microsoft ha enarbolado la bandera de la defensa de los derechos del consumidor. Y eso es encomiable. Pero uno no puede evitar pensar que el interés que tiene en hacerlo va «un poco» más allá del altruismo puro. Los anunciantes, por su lado, obviamente barren para casa (¿quién no lo haría?) descaradamente, pero algunos de sus argumentos tienen su ‘aquel’: una decisión tomada por un fabricante no es una decisión tomada por el usuario (naturalmente, el acuerdo tácito del usuario de dejarse monitorizar es tanto o más discutible). Y puestos a ver publicidad, prefiero que sea de algo que me interesa… Personalmente opino que una iniciativa como ‘do not track’ merece sobrevivir y que, a la larga, las regulaciones del mercado provenientes del legislador iban a ser más duras (o al menos quiero creerlo) y que más vale que las partes envainen sus espadas y se sienten a negociar. Pero, para saber qué pasará, la única solución que queda es esperar y permanecer atentos…

Pesadillas del copyright automatizado

El vídeo que tenéis aquí arriba no tiene nada de especial. Pero la historia (la fuente) que tiene detrás ilustra espectacularmente bien alguno los problemas del copyright hoy…

La letra y música de la canción del vídeo son originales de Brian Kamerer (el señor que firma la historia en el enlace anterior) para un anuncio de una campaña electoral municipal de la pequeña ciudad de Bexley, Ohio (population: 13,203, como diría el inevitable cartel a la entrada del municipio en las películas yanquis). Kamerer subió el vídeo a YouTube en su momento (allá por 2007, historia antigua). Y la cosa quedó ahí. O no. Porque en 2009 el vídeo apareció en un segmento del programa de Jay Leno en la NBC (un ‘late night show‘ de gran audiencia en Estados Unidos), para sorpresa (y satisfacción, imagino) del creador del clip. Y la cosa quedó ahí.

O no (claro que no: si no, ¿por qué estarías leyendo ahora esta entrada?). Resulta ser que el otro día el señor Kamerer se dio cuenta de que el vídeo había sido retirado de YouTube… por infringir los derechos de propiedad intelectual de la NBC. Estaremos todos de acuerdo en que, si alguien ha atentado contra la propiedad intelectual de alguien, los infractores serían la NBC, Leno y su equipo, y no Kamerer, ¿no?

¿Qué ha pasado? No es difícil explicarlo, de hecho. Para acogerse a la protección de «puerto seguro» que otorga la DCMA (controvertida ley estadounidense sobre propiedad intelectual), YouTube monitoriza regularmente todos los vídeos que se suben a su servicio. Y eso no se hace ‘a mano’, sino ‘a máquina’ (teniendo en cuenta que cada minuto se suben a YouTube 72 horas de vídeo, parece razonable que Google haga todo lo posible por automatizar el proceso, más que nada porque para revisar el vídeo subido en un día, a ese ritmo, harían falta 12,960 jornadas laborables de 8 horas…). Y cada vídeo, parece ser, se cruza contra la biblioteca de los grandes canales de televisión yanquis. Y claro, cuando el robotito de turno cruzó el original contra la copia, dedujo que el original era la copia y la copia el original (y la parte contratante de la primera parte…). Y una vez cometido el error (de bulto y grave, pero ‘entendible’), procedió a retirar el vídeo (como si de un replicante se tratase). En ese mismo momento se notificó al usuario de YouTube correspondiente de lo sucedido y se le explicaron las vías que tenía para reclamar. Pero claro, esas vías, si no tienes a un abogado que entienda de propiedad intelectual a mano, son un camino complicado y potencialmente peligroso…

El problema no es de fácil solución. En primer lugar, proteger la propiedad intelectual es necesario (aunque no ncesariamente tal y como se hace ahora, desde luego). En segundo lugar, tal y como hemos visto, en la práctica es imposible hacerlo de manera manual. Si Google me dijese (que no me ha dicho, pero imagino que me diría) que no sería ni siquiera posible revisar a mano los vídeos marcados como posibles infracciones, estaría dispuesto a creérmelo.

Creo que es natural llegar a la conclusión, en este punto, de que es necesario que YouTube (y el resto de ‘puertos seguros’, si corresponde) faciliten el proceso de primera respuesta del usuario ante una acusación como esta. No digo que sea fácil hacerlo (de hecho, me parece bastante difícil), pero un usuario notificado de que se le ha retirado un vídeo ante una infracción debería disponer de la opción de pedir una revisión ‘humana’ del caso para garantizar tanto que no se cometan errores de bulto (como este) como el respeto al derecho a cita, por ejemplo… Y cuando es un ‘grande’ el que acusa a un ‘pequeño’, no puedo dejar de pensar que debería ser el acusador grande el que cargara con el peso de la revisión y, en caso que se demostrase el error, se viera obligado a pagar un precio que, como mínimo, le disuadiese un poco de los bombardeos masivos y muy poco inteligentes que parece que son el caso actualmente…

Por cierto. Que nadie llore demasiado por Kamerer: si el caso ha llegado hasta este blog es porque ha llegado antes a los oídos de @waxpancake (esto es, Andy Baio, cofundador de Kickstarter y exdirector técnico de Yahoo!), que se ha hecho eco del asunto, cosa que le garantiza una compensación razonable a Kamerer en forma de publicidad y la casi segura restitución a corto plazo del vídeo en YouTube. Pero eso tampoco evita que el problema merezca mucha atención.

Steve Albini, sobre la «piratería»

Steve Albini es uno de los personajes míticos e indescriptibles del mundo de la música. Entre sus créditos se encuentra haber trabajado como ingeniero en discos de los Pixies, las Breeders, Boss Hog, Urge Overkill, Jon Spencer Blues Explosion, Fugazi, Nirvana, Mogwai, Godspeed You! Black Emperor o Jarvis Cocker (entre muchos otros). Es todo un espectáculo verlo con su banda actual, Shellac, y hace unos días hizo un «ask me anything» (una especie de «entrevista crowdsourced») en Reddit en la que, entre otras muchas cosas, le preguntaban, cómo no, por la piratería. Su opinión me interesa especialmente porque se trata de un tipo que se gana la vida principalmente haciendo discos:

Rechazo el término «piratería». Es gente que escucha música y la comparte con otras personas, y es bueno para los músicos, ya que amplía la audiencia para la música. A la industria discográfica no le gusta el intercambio de música , porque lo ven como una pérdida de ventas, pero eso es una tontería. Las ventas han disminuido porque los discos físicos ya no son el medio de distribución para la música pop que atrae a las masas, y esperar que las personas traten archivos informáticos como objetos físicos a inventariar y comprar de forma individual es absurdo.

La tendencia a la baja en las ventas ha afectado el negocio de la grabación, obviamente, pero no para nosotros particularmente, porque nunca buscamos nuestra clientela en la industria discográfica convencional. Las bandas siempre van a querer grabarse y siempre habrá un mercado de discos bien hechos entre los amantes serios de la música. Señalaré el éxito de la etiqueta de Chicago Numero Group como ejemplo.

Nunca más volverá a haber una industria de la grabación para mercados masivos, y a mí me está bien, porque esa industria no trabaja para el beneficio de los músicos o el público, las únicas clases de gente que me importan.

La distribución gratuita de la música ha creado un enorme crecimiento en la audiencia para la música en vivo, que es donde la mayoría de las bandas pasan la mayor parte de su tiempo y energía, de todos modos. Los precios de las entradas han aumentado hasta el punto de que incluso bandas itinerantes a nivel de club pueden llegar a ingresos de clase media, si no pierden la cabeza, y toda banda tiene ahora acceso a una audiencia en todo el mundo sin coste de adquisición. Y eso es fantástico.

Además, los lugares mal atendidos por el negocio de la música de la vieja escuela (las ciudades pequeñas o aisladas, el tercer mundo y los países de habla no inglesa) ahora tienen acceso a todo en vez de a una pequeña muestra controlada por la retrógrada industria local. Cuando mi banda recorrió Europa del Este hace un par de años llenamos a pesar de no haber vendido, literalmente, ningún disco en la mayoría de esos países. Gracias internets.

Por cierto, que hace unos días Isma me pasaba otra referencia muy interesante y con un punto de vista muchísimo más negativo (pero bien informado), sobre el tema, Meet The New Boss, Worse Than The Old Boss?, que también debe leerse con atención como parte del debate sobre el tema (David Lowery, su autor, tiene un currículo nada despreciable, después de haber fundado Camper Van Beethoven y Cracker y haberse interesado por la industria desde bastantes puntos).