El problema es habitual (o al menos habitual para mí): quieres compartir un enlace a un disco, o a un podcast, pero no sabes si quien va a hacer clic usa el mismo servicio que tú, o vaya usted a saber cuál… ¿Pasas un enlace a Spotify como reproductor por defecto? ¿A Apple Podcasts si se trata de un podcast? Pues resulta que hay soluciones mejores.
Para música, odesli.co
Por un lado, tienes odesli.co, que permite crear páginas para discos, pero también para podcasts. Por ejemplo, aquí enlace para el disco Autobahn, de Kraftwerk:
Antes de que os quejéis de que no salen Apple Music ni YouTube Music: odes.li, ahora mismo, busca automáticamente en Apple Music, Spotify, YouTube, YouTube Music, Pandora, Deezer, SoundCloud, Amazon Music, TIDAL, Napster, Yandex, Spinrilla, Audius, Audiomack, Boomplay y Anghami (hay unos cuantos que yo tampoco conocía) para el apartado ‘listen’, y en iTunes, Bandcamp y Amazon para el ‘buy’. Por si esto fuera poco, también busca vídeos en YouTube. Y permite eliminar los enlaces que no quieras tener, y añadir otros enlaces manualmente si hace falta. Algo me hace pensar que en el caso del disco de Kraftwerk, la búsqueda automática ha fallado por el ‘(2009 remaster)’ del título del disco…
En este caso, en la imagen tenéis todos los servicios en los que busca Odesli: Apple, Overcast, Castbox, Pocket Casts y Google (que, como habrá imaginado el lector informado, lleva a una página que nos informa de que Google Podcasts ya no está disponible, porque Google). Y si con estos no tuvieseis suficiente, siempre os quedará…
Especializada en podcasts, episodes.fm
Puede que haya servicios que no conozca episodes.fm, pero os va a costar encontrar uno. Por ejemplo, el enlace para el episodio de sociología computacional de Despacho 42 (también se puede enlazar a una página genérica para todo el podcast) lleva a una página como
Hay unos cuantos servicios más de los que me caben en la captura. Dieciséis, para ser exactos, con lo que se llega a ventisiete sitios diferentes. Tiene la ventaja, además, de que si haces clic una vez en Podcast Addict, por ejemplo, la próxima vez que accedas a episodes.fm te mostrará por defecto el enlace a Podcast Addict para el podcast que sea (con la opción de mostrar siempre todos los servicios, por si acaso).
Apa, esta ha sido la minientrada (mini de casi cuatrocientas palabras) de hoy…
¿Había dicho alguna vez que, si te interesa la web, el podcast de Igalia es un must? El último episodio, Adpocalypse (nótese el singular de su título, por el plural del título de esta entrada), es de escucha más que recomendable.
(No me gusta incrustar podcasts de YouTube, y menos cuando no tienen vídeo, pero no he sabido incrustar desde la entrada original —contiene transcripción, por cierto— ni de Apple Podcasts, y me niego a incrustar podcasts desde Spotify por poco que tenga otra opción.)
En fin. A lo que íbamos. El ‘adpocalypsis’ (de ‘ad’, anuncio en inglés, y apocalipsis) al que se refieren es el que se le puede estar viniendo encima al mundo de los navegadores web como potencial resultado del juicio en que se ha dictaminado que Google mantiene su monopolio en servicios generales de búsqueda y en publicidad textual en búsquedavulnerando las leyes antitrust de los Estados Unidos. La cosa no está para nada decidida, porque, de salida, Google va a apelar todo lo apelable (vamos, que no se va a hacer nada al respecto en años) y, además, todavía no sabemos cómo decidirá el juez intentar romper ese monopolio. Pero el ‘adpocalypsis’ que anticipa ahora mismo la mayoría llegaría si el juez decidiese impedir a Google una de las prácticas que realiza ahora mismo: pagar una morterada por ser el proveedor de búsqueda por defecto en todo tipo de dispositivos y navegadores. Y es que, como resultado de la publicación del veredicto, ahora sabemos que Google pagó a Apple en 2022 la friolera de veinte mil millones de dólares por ser el primer motor de búsqueda tanto en Safari como para los resultados web que nos da Siri (con unas condiciones adicionales bastante curiosas: Apple se compromete a no trabajar en mejorar los resultados web de Siri, por ejemplo), y más de cuatrocientos a Mozilla para ser el primero de la lista en Firefox. No sabemos (o yo no lo sabido ver (tampoco es que me haya roto los cuernos buscando)) lo que paga Google a Samsung o Motorola por el mismo concepto, pero seguro que paga, y no poco.
¿Qué significa esto?
En primer lugar, que ahora mismo (y desde hace años, y durante unos cuantos más) todos los navegadores web se financian a través de la publicidad de Google. Apple defenderá todo lo que quiera que ellos son los adalides de la privacidad de sus usuarios y que Google son los malos (y desde luego Google se preocupa mucho, muchísimo menos por el tema que Apple)… pero no tiene ningún problema en enviar por defecto a sus clientes a Google cada vez que hacen una búsqueda web. Esos veinte mil millones dan de sobra para financiar la inversión de Apple en el desarrollo de Safari y Siri (¿pongamos que quinientos millones anuales?) y obtener a cambio más de diecinueve mil millones de beneficios netos (no está mal el margen, ¿no?). El beneficio neto total de Apple en 2022 fue de casi cien mil millones, o sea que básicamente el veinte por ciento de su beneficio viene de ‘los malos’. Lo que vale para Apple vale para Mozilla y Firefox: sin el dinero de Google no les quedan apenas ingresos (yo sigo siendo usuario fiel de Firefox y ahora mismo no considero otra alternativa). Edge no lleva a Google por defecto, pero a Microsoft le sale baratísimo (relativamente) ponerlo en el mercado porque se basa en Chromium, igual que todo el resto de navegadores que no se llaman Safari ni Firefox… Hay algunos locos por ahí intentando lanzar motores de navegador no basados en Chromium, pero ya veremos qué pasa con ellos, y nadie espera que haya un navegador viable no basado en Chromium antes de 2026. El navegador que usas lo financian los anuncios de Google.
Y, como resultado, el adpocalipsis (i) se llevaría por delante a Firefox (falta ver qué «ahorros» tiene acumulados Mozilla, pero en dos décadas no se les ha visto ninguna otra manera de generar ingresos) y (ii) haría un agujero considerable en el negocio de los de Cupertino (nada hace pensar que el beneficio que le genera el trato a Apple vaya a dejar de representar una parte más que notable de sus beneficios), y seguramente también en las finanzas de Samsung, como mínimo.
Apostaría un buen dinero a que Apple seguirá invirtiendo en el desarrollo de Safari aún en caso de adpocalipsis, pero también a que a Tim Cook no le gustaría nada perder todo ese dinero fácil. Apostaría aún más dinero a que la caída de Firefox sería cuestión de unos pocos telediarios, y no está el horno como para perder uno de los tres motores de navegación que tenemos.
(Uno podría argumentar que si entrase en juego el dinero de Microsoft para impulsar Bing, pero (i) no sé hasta qué punto un duopolio Google-Microsoft en búsqueda arregla absolutamente nada, y (ii) hay que ser muy optimista para pensar que Bing puede competir con Google, aun a pesar de lo que ha perdido el motor de búsqueda de Mountain View en los últimos años.)
¿Un adpocalipsis diferente?
Todo esto (chechar, te enrollas como una persiana) para llegar hasta aquí. ¿Qué podríamos hacer para luchar contra el monopolio de Google intentando romper menos cosas? Lo que viene a continuación (i) llevaba yo barruntándolo una temporada, (ii) no sé hasta qué punto sería aplicable legalmente y (iii) muy probablemente tenga problemas que ni se me han pasado por la cabeza, por muy buena idea que me parezca a mí.
Comentan Brian Kardell y Eric Meyer en el podcast que uno de los demandantes / partes perjudicadas del litigio es nada más y nada menos que el ejército de los Estados Unidos. Sí. Porque el ejército de los Estados Unidos necesita atraer personal para mantenerse… y para ello invierte un montón de dinero en publicidad (se prevé que más de mil millones el año que viene, algo así como el 0,5% de su presupuesto) y argumentan que, siendo Google un monopolio, las tarifas que pagan son artificialmente excesivas. Vamos, que no se celebran juicios antimonopolio porque sí, sino porque alguien sale perjudicado en el mercado, amigos. Y en este caso los anunciantes son los que opinan que la publicidad les sale excesivamente cara (y que eso repercute en el precio que acabamos pagando los consumidores por sus productos, sí).
¿Recordáis con nostalgia aquellos buenos viejos tiempos en que buscabais algo en Google, visitabais los resultados y era en las páginas web donde encontrabas la publicidad?
Sí. Hubo un tiempo en que la página de resultados de Google no tenía publicidad. Las webs que decidían financiarse con publicidad (hasta este blog lo había hecho 😱) optaban por una empresa publicitaria (disclaimer: en nuestro caso, Google) que gestionaba el proceso y hacía el pago correspondiente. Y Google era una de las empresas reinas en el tema, pero tenía competencia. Y eso hacía más eficiente el mercado publicitario, lo que redundaba en el beneficio común (dice la teoría económica, más o menos).
Pero en algún momento Google se dio cuenta de que si todo el mundo buscaba en Google, igual resultaba más eficiente (para Google) ofrecer publicidad en las páginas de resultados y así dejar de compartir una parte importante del pastel con el resto de la web. Y, pasado un tiempo más, Google se dio cuenta (¡oh!) de que todo el mundo buscaba en Google, que tenía un monopolio, y que las reglas del mercado dejaban de aplicar…
Obviamente, el remedio para el problema que se me ocurre es prohibir a Google la publicidad en sus páginas de resultados, o al menos limitar seriamente las condiciones en las que puede ofrecer esos ‘slots’ de anuncios. No resolvería esto el monopolio de Google en búsqueda, pero sí (creo) en publicidad, con lo que el <ironía>pobre ejército de los Estados Unidos</ironía> podría <sarcasmo><terror>dedicar sus dineros a mejores fines</terror></sarcasmo>.
Seguramente sería imposible / inútil por algún motivo, insisto, pero me apetecía procrastinar un rato 😇.
PS Añado. Si, como parece, la página de resultados de Google Search es un fantástico hacedor de dinero, también podrías partir «Google Search» y «Google Ads» y hacer que «Google Ads» compita en igualdad de condiciones con el resto de empresas de publicidad en la web…
Si el mes pasado viajamos a julio del 84, este mes también podemos repetir ejercicio y retroceder 40 años en el tiempo. Aunque, debe reconocerse, el lenguaje de programación Modula-2 no es tan llamativo en la portada como Spock…
Modula-2, por cierto, llevaba en desarrollo desde 1978, idea del recientemente fallecido Niklaus Wirth. Igual os suena más otro de sus lenguajes: Pascal. La revista también le dedica algo de espacio a Forth-83, un lenguaje que tampoco tuvo demasiado recorrido…
Eso sí, si la portada de julio se dedicaba a los ordenadores y el vídeo, el tema seguía vivo, y Digital Research anunciaba dispositivo para conectar un Laser Disc nada más y nada menos que a un Commodore 64.
No recordamos al 64 exactamente como una «bestia multimedia», pero para la época… Lo podemos comprobar, de hecho, en el anuncio que encontramos un poco más adelante:
Y más adelante aún, la sección de libros vuelve al tema de portada, Modula-2, con libro de, claro, el mismo Wirth. El otro libro que me llama la atención es el dedicado a CP/M, el sistema operativo que podría haber sido MS-DOS en lugar de MS-DOS (no os perdáis este podcast sobre Gary Kildall, el creador de CP/M y «el hombre que podría haber sido Bill Gates).
Si seguimos avanzando, nos encontramos publicidad de uno de los clásicos del videojuego de la época, Infocom, los reyes por aquella época de la ficción interactiva. Para saber más sobre el tema, esta «historia oral» en Ars Technica…
Y un poco más adelante, para nada lo suficientemente importante como para ocupar la portada de la revista (algo que sí había hecho su tía abuela Lisa en febrero del 83)…
Sí, esa «joya imperfecta» que era el primer Macintosh. El autor del artículo se declara fan de la máquina, aunque el precio (2500 dólares de la época, o unos 7500, si tenemos en cuenta la inflación) se le atraganta un poco para su CPU Motorola 68000, sus limitados y limitantes 128 kilobytes (sí, kilo) de RAM (Apple anunciaba su intención de llegar a los 512 algún día), 64 de ROM, su disquetera capaz de almacenar hasta 400 kilobytes (de nuevo, kilo, sí) por disco, y su pantalla monocroma de 9″ (el autor no sabe si el color será algo necesario en un ordenador personal, aunque comenta que el sistema en la ROM del Mac sí lo soporta color) y 512 por 342 píxels de resolución, que se «comen» 22 de los 128 kilobytes de RAM. La falta de cursores en el teclado también llama la atención del autor, por cierto, igual que la ausente tecla Control (sí lleva dos teclas Option y una Command) y la disponibilidad de un teclado numérico adicional por 99 dólares más. Y también merece apartado aparte el ratón —que aunque ya estaba disponible para el PC de IBM (a Windows todavía no se le esperaba) era muchísimo más útil aquí— y la todavía novedosa interfaz de usuario, que había nacido en el PARC de Xerox y había presentado la propia Apple en su Lisa, pero que todavía era una gran desconocida para el gran público, pero todavía era lenta en comparación con otros sistemas operativos. Para el Mac ya había software de Microsoft, por cierto, que anunciaba que su hoja de cálculo (Multiplan, Excel no llegaría hasta 1987) ya estaba disponible, y que Word llegaría en otoño, y que ambos aprovechaban la interfaz gráfica del Mac. Y si uno quiere investigar algo más sobre el diseño del Mac, en la página 347 (y siguientes) hay una entrevista con tres miembros del equipo, incluido el mítico Jef Raskin.
(También se hablaba en la revista del ultimísimo PC para consumidores de IBM, el «PCjr», con su 8088 y sus 64 kilobytes (no se ha caído ningún cero, no) de RAM por 600 dólares, pero me resulta bastante menos interesante de comentar.)
Como siempre, encontraréis los PDFs aquí y, quién sabe, igual volvemos en septiembre…
Hubo un tiempo en que la categoría «cacharritos» era la reina en Otro blog más… Hace tiempo que no, pero si en el mismo día ves dos móviles dos que te llaman la atención…
Jelly Max. El smartphone «pequeño»
El primer cacharro que se ha cruzado en mi camino viene de la mano de un Kickstarter, el del Jelly Max. Sí, los Kickstarters entrañan sus riesgos, pero este viene de la compañía Unihertz, que tiene ya un recorrido. Son, entre otros, los del Jelly Star (Amazon, enlace de afiliado), el smartphone más pequeño que recuerdas, con sus 3″ de pantalla (se te ha olvidado ya, pero el iPhone original tenía una pantalla de 3,5″), sus características técnicas más que decentes (Android 13, 8 gigas de RAM, 256 de almacenamiento, NFC) y sus casi irrisorios 210 euros de precio, en estos tiempos… (Conozco a un propietario de su versión anterior, el Jelly 2, que está encantado con él… pero también a otra persona que se lo compró para intentar curar su adicción al móvil… y volvió a su móvil habitual al cabo de unos días).
(También tienen un móvil con teclado físico QWERTY, pero mis fuentesno quedaron nada contentas con él, si no me engaña la memoria tienen cosas que decir sobre el tema.)
En cualquier caso, Unihertz parecen ser los últimos abanderados de los smartphones «pequeños». Y si los Jelly de 3″ no venden, pues ahora se atreven con el Max, y sus 5″. Hubo un tiempo en que 5″ era XXL, pero Android iba por la versión 1.6. Hoy en día, cierto es que encontrar un 5″ con especificaciones decentes es un reto, y ahí está el Max, con sus ocho cores, 5G, Android 14, batería de 4000mAh con carga rápida (66W) y alguna característica más exótica hoy, como la radio FM y un emisor de infrarrojos que lo convierten en mando a distancia universal. El precio, más que comedido: poco más de 2000 dólares de Hong Kong, que al cambio son algo menos de 250 euros (seguro que hay que sumar gastos de envío).
Bigme Hibreak. Porque la mejor pantalla para el móvil es de tinta electrónica
Y mientras le andaba yo vueltas al Jelly Max, me encuentro en YouTube con…
Good e-Reader es el blog y canal de YouTube de referencia si te interesan los cacharros de tinta electrónica. Hacía tiempo que no hablaban de móviles de tinta electrónica (compruebo, por cierto, que nunca hice reseña por aquí de mi añorado pero insuficiente Yotaphone 2)… y el Bigme Hibreak me ha llamado mucho (no ayuda que el precio de la versión blanco y negro, la que debería comprarse todo el mundo, en mi opinión) es más que razonable: 200 eurillos. El Android 11 con el que viene me tira un poco para atrás, pero va a ser difícil resistirse a la tentación. Seguiremos informando. O no.
–César, ¿alguna idea para darle un poco de vidilla al blog?
–¿Pero no habíamos quedado que hacíamos unas entradas recuperando lecturas?
–Ya. Pero al ritmo al que noleees libros últimamente, la próxima entrada podría salir en julio del 27…
–Con suerte. ¿Y si probamos con algo más corto pero que dé juego?
–Como por ejemplo…
–Como por ejemplo, la revista Byte, que lo molaba todo y acabo de recordar que hay un archivo con los PDFs desde sus inicios (¡en 1975!) aquí.
–Pero 1975 está muy lejos.
–¿Y si nos ponemos ochenteros? Si estamos a julio de 2024, podríamos viajar en el tiempo a julio de 1984 y ver qué pasa, ¿no?
Arrancamos fuerte. El Apple IIe «nuevo»… No os obligo a leer el texto, pero destaco algunas cosillas… Menos de 1300 dólares (actualizando la inflación, unos 3900 hoy: un regalo). Menos de ocho libras de peso (unos tres kilos y medio). Sin contar la pantalla, claro. Y no, no va a funcionar si no lo enchufas a la corriente. ¡16 colores! Disquetera incorporada. ¡Hasta 143 kilobytes por disco! Y se le podía ampliar la RAM hasta los 512 kilobytes (no me atrevo a buscar precios), desde los 64 que llevaba de serie.
Seguimos con…
…las guerras de los clones (hubo guerras de los clones antes de la serie de Star Wars, de verdad). Texas Instruments, desde la «pradera del silicio» de Texas (¿de dónde iban a ser si no?) intentaba competir con IBM (para una versión ficcionalizada de la historia, no os perdáis la serie Halt and Catch Fire). ¡12 teclas de función por las 10 de IBM! ¡8 colores, y no 4! Y de regalo, una calculadora solar de la casa. Irresistible.
Ya no se hace publicidad así. «The III and only». ¿Durante cuántos años fue dBASE III el estándar oro de las bases de datos? dBASE II, por cierto, nos explica el anuncio, seguía siendo la el mejor gestor de bases de datos para ordenadores de 8 bits. En la página 50 de la revista, de hecho, está la noticia del lanzamiento de dBASE III. Hasta dos mil millones de registros con hasta 128 campos. Y hasta diez bases de datos a la vez. Escrito en C y con el mismo lenguaje de comandos que «papá dBASE II». Requisitos mínimos: 256 kilobytes de RAM, dos disqueteras de 360 kilobytes y PC-DOS 2.0 . Y por apenas 695 dólares.
¿360 kilobytes? Sí. Es que por aquel entonces lo normal eran los discos de cinco pulgadas y cuarto, que daban para lo que daban. Pero ya comenzaban a anunciarse…
¿Y si además de base de datos querías hoja de cálculo? 1-2-3 ya era un clásico pero llegaba…
¿Y para programar?
Vamos a reconocerle algo a Borland: 50 dólares era un gran precio (casi lo suficiente como para justificar ese logo): unas páginas más adelante, Microsoft anunciaba su COBOL por apenas 700. En la revista también había un artículo sobre el compilador. Doble, además, porque había que hablar dela versión para el IBM PC, pero también la de CP/M (que iba primero, porque por aquella época se fiaban más de él que del invento nuevo y propietario de IBM).
Y si no has llorado al leer Turbo PASCAL… es que eres demasiado joven.
Nada mal la página de libros. Ese Robert Sedgewick es Robert Sedgewick, sí. Profesor en Princeton (su director de tesis fue un tal Donald Knuth), ex PARC, y miembro del consejo de Adobe de 1990 a 2016. El libro, que se había publicado en 1983, si no voy mal informado, sigue siendo un clásico. Y, de regalo, la respuesta a ¿Es la inteligencia artificial una cosa reciente?
Pero la portada de la revista se dedicaba al vídeo… y en la sección principal de la revista se le dedicaban cinco artículos al tema. El primero, sobre las enciclopedias electrónicas, con las que, efectivamente, ya soñábamos en 1984. El artículo lo escribía un vicepresidente de Grolier Electronic Publishing, el brazo «multimedia» de una de las grandes editoriales de enciclopedias, fundada en 1909, que en 1986 lanzaría su enciclopedia en CD-ROM, y de la que no te acuerdas porque «murió» allá por el año 2000. (Encarta, por cierto, llegaría en 1993.) También había artículos, si queréis explorar más, sobre usar teles como monitores (40 años, y las cosas no han cambiado tanto), controlar grabadoras de vídeo desde el ordenador, y videodiscos.
¿Algún loco de los teclados en la sala? Sorpresa: lo vuestro viene de lejos:
Lo que no tenían era lo de conectarse a internet ni la web, claro… pero también hacían sus pinitos…
Y si antes hablábamos de Texas Instruments, un poco después teníamos un informe sobre lo último de la otra gran compañía de la «Silicon Prairie», Compaq:
En fin, suficiente por hoy, ¿sí? Quién sabe, a lo mejor el mes que viene seguimos con agosto del 84…