Discográficas: ¿el inicio del rebote?

Siendo honesto, la muerte de las grandes discográficas no me habría hecho derramar una lágrima, pero ni confiaba ni confio en que llegue antes que la mía (jo, qué negro me ha quedado, pero pilláis la idea).

Y después de años de caída, parece que salen los primeros rayos de sol para la industria (lo que sería la cultura, por mucho que diga la SGAE, jamás ha estado tan bien), aunque aun queda mucho temporal por capear. Y después de años de caídas ininterrumpidas, el primer semestre de 2008 ha sido para Universal un 5% mejor que el de 2007, incluso después de ajustar para la inflación, en el apartado de ingresos. Nada mal. Al resto de ‘grandes’ no les va tan bien y siguen en caída más o menos controlada, pero un repunte del 5% en uno de los mayores implicados en el mercado no puede despreciarse…

Y detrás del repunte, como apuntan en Ars Technica y podría esperarse… el digital del que durante años han estado huyendo las discográficas como alma que lleva el diablo. Y además, muy probablemente, la paulatina desaparición del DRM haya sido un factor más de mejora…

La música es el anzuelo

Iba yo a hacer una entrada para contar que Sony (mejor dicho, Sony Ericsson), después de darle vueltas a la cosa durante meses, el lunes pondrá en marcha finalmente su tienda de contenidos para móviles, PlayNow Arena, en Suecia a partir del lunes, con un millón de pistas sin DRM. Pero leyendo la nota de prensa (en Engadget) lo que más me llama la atención es el siguiente párrafo (traducción y énfasis míos):

«Solo para la música, no lo habríamos hecho,» dijo Blomkvist [director de adquisición de contenidos]. «Tal y como está montado, muy poca gente, fuera de la industria discográfica, se enriquece con la música digital. Hablando en general, hoy la música no genera mucho dinero para nosotros.»

Vamos que Sony Ericsson monta PlayNow Arena y pone la música para sacar poco dinero (después de pagar los impuestos revolucionarios de discográficas y operadoras) pero atraer a la clientela para venderles lo que da dinero: juegos…

Más sobre Last.fm

Decíamos ayer que Last.fm iniciaba un proyecto para pagar directamente a los artistas royalties por la reproducción de sus obras. Desafortunadamente, en un mundo tan complejo como el de la propiedad intelectual en el mundo de la música, la cosa no podía ser tan simple:

  • Si el artista ya ha cedido sus derechos (a una discográfica o a una entidad colectiva de gestión de derechos), pues… va a ser que no puede volver a cederlos a Last (ni a nadie más) por su cuenta. O sea que seguirá cobrando por las vías habituales.
  • El trato solo cubre a los intérpretes. Los autores seguirán cobrando a través la entidad colectiva de turno.
  • Merlin, la macrodiscográfica surgida de la asociación de unas 12,000 discográficas independientes y que ya es tan grande como las cuatro ‘grandes’ no está nada contenta: Last firmó con las cuatro grandes, pero no con Merlin. Last y Merlin están negociando, pero parece ser que Merlin reclama pagos por el uso pasado de su material y Last dice que nones. Merlin, mientras tanto, está recomendando a sus miembros que no se apunten al programa de Last sin solicitar consejo legal antes.

Todo esto sale de Last.fm wants to pay artists, won’t address past ‘illegal use’, en Ars Technica, que además enlaza a Why Ad-Supported Music Won’t Work: Blame The Labels, en Silicon Alley Insider, que dice que las grandes discográficas están pidiendo a los sitios de streaming un céntimo de dólar por canción reproducida. Esto vendría a traducirse en que, para vivir de una radio por internet a base de publicidad el CPM de dicha publicidad debería estar por encima de los diez dólares (este blog anda por los dos dólares de CPM y en el artículo apuntan a un dólar como rendimiento efectivo razonable una radio vía la red, lo que vendría a significar que lo razonable sería pagar por debajo de un céntimo por cada diez reproducciones). Las discográficas están sacando unos 70 céntimos por canción vendida en iTunes y similares, pero es fácil pensar que las radios podrían dar mucho más dinero aún rebajando el royalty por debajo de esos 0.1 céntimos por canción. La alternativa, desde luego, es que no haya radios por internet basadas en publicidad, que los consumidores nos /@#&$)($, que las radios no ganen dinero y que las discográficas no vean ni un duro por este concepto…

En cualquier caso, que sigue oliendo a podrido en el reino de las discográficas…

Anda. Si no todo era vender discos

Que no. Que las discográficas saben hacer más cosas. No hay nada como ver cómo el nivel del agua se acerca al cuello de uno para espabilar y aprender a nadar. Cuentan varias fuentes (BBC, Reuters) que hoy la BPI (la asociación fonográfica británica) publica números de la parte del negocio que no se limita a vender discos. Y la cosa tampoco pinta tan mal: de licenciar música para publicidad, cine y vídeo juegos han sacado este año 121.6 millones de libras (algo más de ciento cincuenta millones de euros), lo que representa un incremento del 13.8% sobre el año anterior. De hecho, este apartado ya representa un 11.4% de los ingresos de unas discográficas que cada vez menos hacen honor a ese nombre, cuando el 8.6% de las ventas de «discos» proviene de los formatos digitales. Para el que no quiera hacer la regla de tres, las ventas de la industria andan por los 1,400 millones de libras (1,770 millones de euros).

Las discográficas británicas siguen perdiendo dinero en cantidades más que notables, pero parece que su modelo de negocio se va adaptando al siglo XXI (ánimo chicos, que con un poco de suerte no os habrá costado más que una década). Con el incremento de contratos en los que se llevan una tajada de las entradas de los conciertos y los recortes en los gastos de un sector que no se caracteriza[ba] precisamente por evitar gastos innecesarios, igual acabamos teniendo industria para rato (del renacer del mercado del vinilo, donde los márgenes de beneficio son muy respetables hablaba hoy mismo El País). Espero que las de por aquí también sepan adaptarse. Aunque, si no, la música no moriría con ellas (de la misma forma que no nació con ellas, aunque a más de uno le gustaría pensar que es así).