Google Reader, aplicaciones web, ARIA y accesibilidad

Buenas noticias para los interesados en la accesibilidad y, en particular, en la parte que se preocupa de las discapacidades visuales que hacen que algunos usuarios necesiten de un lector automático que les lea las páginas web que consultan (y que hacen posible dar una «interfaz voz» a esas páginas para cuando, por lo que sea, no podemos mirar la pantalla).

Para esos usuarios las aplicaciones web no existen, puesto que su estructura es difícilmente digerible por los lectores automáticos de páginas web. Ahí es donde entra en escena el estándar WAI-ARIA de accesibilidad para «aplicaciones ricas en internet», que a principios de febrero publicaba su primer borrador y que hoy se implementa, en beta desde luego, en Google Reader, tal y como se anuncia en el blog del producto. La forma más fácil de probarlo (algo me dice que habrá que pasar por la versión en inglés de la aplicación, aunque no lo he comprobado) es usar Firefox y la extensión Fire Vox.

Mapness. Tus viajes, en línea

Comentaba yo el otro día en el trabajo que alguien debería montar una especie de «mash-up» de WordPressMU con Google Maps de forma que cualquiera pudiese mantener, con poco esfuerzo, un «cuaderno de bitácora» (más que un blog) cuando se va de viaje por ahí… Poder mantener un miniblog durante una semana, quince días o un mes, y «geoanotar» historias, fotos, vídeos o lo que sea con facilidad…

No sé yo si será muy buena idea, pero mala tampoco debe serlo, porque no soy el único al que se le ha ocurrido, y en Mapness! ya la han implementado (en beta, desde luego).

Backlash 2.0

‘Backlash’, en inglés, significa «retroceso brusco, sacudida, contragolpe». Por algún extraño motivo me suena mejor en inglés. Cosas que pasan.

Contra toda acción, una reacción. Y contra el dichoso fenómeno «doscero» (o nofenómeno, o lo que sea o deje de ser) finalmente comienza a irse el péndulo contra el otro extremo. De golpe, después de que la revista Time se permitiese la ‘boutade’ de elegirnos a todos como personas del año, tenemos el maravilloso vídeo que colgamos hace dos entradas (en YouTube, por cierto, y enlazado por media blogosfera, poco más o menos). Anterior al vídeo es Web 2.0. El usuario servil, de Adolfo Estalella. Y hoy me encuentro al siempre brillante Alfredo de Hoces con El RBS y la patata caliente (lean ambos artículos si no lo han hecho ya. Imprescindibles. En el caso del de Adolfo, en particular, me permito recomendar además buena parte de los comentarios, y en especial el primero, que por algo es mío :-P).

Como con todos los movimientos pendulares, cuando las cosas llegan a uno de los extremos, el cambio de sentido es (i) muy recomendable, (ii) inevitable, (iii) tiene toda la razón de ser y… (iv) es de una violencia más que notable. En el mundo de las matemáticas tenemos péndulos sin fricción, que van eternamente de un lado a otro sin posibilidad de paro. En la realidad, afortunadamente, la fricción se encarga de que cada latigazo sea un poco menos violento que el anterior y, con un poco de paciencia, las cosas se estabilizan en algún lugar en el que las cosas no son ni blancas ni negras, sino de un cierto tono de gris. Al final del proceso se da las gracias a las fuerzas que han estirado del péndulo, porque sin ellos no se habría llegado al equilibrio… y se les hace ver que tanto los de la derecha como los de la izquierda cometían errores de bulto (y tenían muchísima razón en otras cosas). Es el caso.

Caricaturizando muy mucho, los argumentos de Estalella y de Hoces son, respectivamente:

  • La web doscero de las narices… ¿¡participativa!? ¡Pero si aquí participa un usuario de cada mil! Para esto nos podíamos haber quedado en casa.
  • Cagon la web doscero: resulta ser que ahora cualquiera tiene megáfono para amplificar sus idioteces. Y, lo que es peor, por poco que se lo curre, cualquiera puede conseguir un público que se crea sus patrañas.

Nótese, en primer lugar, que ambos argumentos:

  • …usan un blog como plataforma de lanzamiento. Un buen blog en ambos casos, además. De esos que dan sentido a la blogocosa.
  • …son bastante opuestos. ¿En qué quedamos? ¿No participa nadie o cualquiera puede participar?
  • …tienen mucha razón. Por un lado, el porcentaje de internautas que aportan contenidos a la red es muy inferior al uno por ciento. Por el otro, ningún invento humano es culpable de tanta sandez y de tanto inútil derramamiento de palabras como la blogocosa (superando a los ‘record holders’ anteriores: la prensa de tipos móviles de Gutenberg, el teléfono de Bell, la radio de Marconi y la televisión de John Logie Baird (et al.)).
  • …tienen un punto elitista (que no por ello deja de ser cierto): cuando en la red había un millón de usuarios, el porcentaje de usuarios participativos era muy alto y la cantidad de tonterías dichas (por tonelada de contenido) muy baja. ¡Qué tiempos aquellos!

Resulta, además, que ambos ocultan algún error de cierta importancia (que cada cual juzgará como le venga en gana, pero que a mí en ambos casos me parece capital).

  • En el caso de Estalella, olvida que aunque estamos en una participación del uno por mil, esta, hace cinco años, era de uno por millón. Hace cinco años, aunque uno quisiese participar, si no disponía de pasta en grandes cantidades, no podía hacerlo. Eso sigue siendo así para cinco mil millones de seres humanos no conectados a la red. Pero para los otros mil y pico millones, afortunadamente, el que no toma la palabra es porque o no quiere, o ha visto que esto de ser un nanomedio de comunicación requiere mucho esfuerzo y, en muchas ocasiones, no compensa.
  • De Hoces, por su parte, repite lo que dijera Churchill hace algo así como medio siglo: que el mejor argumento contra la democracia es una charla de cinco minutos con el votante medio. Y sin embargo, Churchill no podía ser más demócrata. Uno se siente mucho mejor en democracia que en dictadura, aunque comparta color político con el dictador de turno. El votante medio (me incluyo) no tiene ni puñetera idea de economía, relaciones internacionales, políticas para el desarrollo… y aún así nos sentimos mejor eligiendo a unos políticos (que tampoco tienen demasiada idea, bien es verdad) que nos representen y tomen decisiones por nosotros. ¡Y que dure!

Me dejo, desde luego, partes del discurso de ambos. Dice Estalella, por ejemplo, que internet es también una maravillosa herramienta para el censor y el represor. De nuevo con razón. Pero afortunadamente es mejor herramienta aún para el que pretende escapar a esa censura y esa represión. Y de Hoces se pregunta cómo podemos dejar a cualquiera montarse una sofisticada plataforma en la red para difundir sus ideas. Por el mismo motivo por el que cualquier Murdoch o Asensio se puede montar su propio imperio de la comunicación: porque si exigiésemos credenciales de entrada esto degeneraría en fascismo a la velocidad de la luz. Y…

Afortunadamente, mientras tanto podremos aprovechar la blogocosa para discutir de estos asuntos con gente inteligente con la que no podríamos hablar si no existiese el medio. Y de otras mucho más interesantes, claro, como la obesidad de Britney o el equipo en el que correrá Alonso la próxima temporada. :-).

The 2.0 song…

Genial.

PS 20071216 El vídeo desapareció de Youtube, pero sigue viviendo en Daily Motion. La historia, en TechCrunch.

Crowdsourcing the map

Interesante la última idea de Google: conscientes de que algunas direcciones de Google Maps no están en sus sitio, le han añadido a sus mapas (desafortunadamente, sólo para Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda) la capacidad de mover direcciones: buscas algo en el mapa y, si no está donde debería, haces click en ‘edit’ y te llevas la flecha al sitio que toca. A ver cuándo se lo añaden a los mapas españoles: prometo que el edificio en que trabajo cruzará la Gran Vía para llegar a donde le corresponde…

Y mientras tanto, dos apuntes:

  • Si Google puede confiar en unos cuantos millones de usuarios y dejarles tocar sus mapas, ¿por qué no podrían hacerlo muchas otras compañías e instituciones? Entre otras cosas, es un buen sistema para corregir errores de manera barata.
  • Como siempre, habrá vandalismo. Y el secreto está en anticiparlo y establecer sistemas flexibles ero robustos: si una dirección se ha movido recientemente, el sistema nos avisará de ello y nos dará la oportunidad de ver dónde estaba antes la flechita.

Esperemos que el experimento salga bien…