Categoría: cacharritos

  • ¿Un móvil de menos de 200 euros? (I)

    O, en una versión un poco más larga, ¿seré yo capaz de sobrevivir al menos unos días con un móvil de menos de 200€? Esta entrada nació hace ya bastantes semanas, cuando se lanzaba el Xiaomi Mi A1, el primer móvil de la casa china adscrito al programa Android One, que nació con la voluntad de atacar la gama baja del mercado en los países llamados del tercer mundo y que últimamente ha pasado a ser, según la página del programa, la forma más pura de Android, asegurando que recibirá al menos dos años de actualizaciones a la última versión del sistema operativo (algo verdaderamente revolucionario en el entorno Android, me temo; y aunque el movimiento de Google de sacar funcionalidades del núcleo del sistema operativo y trasladarlas a Play Services ha mitigado un poco el problema, sigue siendo lamentable que te tenga que tocar una lotería para que tu teléfono tenga una actualización de sistema operativo a lo largo de su vida útil, no te voy a contar dos…). Desde entonces, desde luego, Xiaomi se ha instalado finalmente en España y hasta tiene tienda física en Madrid. Pero no adelantemos acontecimientos (o, en este caso, no adelantemos flashbacks).

    EL Mi A1, además de un Android limpio y con promesa de actualizaciones, ofrece unas especificaciones que, al menos sobre el papel, parecen difíciles de creer por debajo de los doscientos euros (200€ comprando en un chino por internet, el precio oficial por aquí es de 225€): además de salir con Android 7.1.2 y la promesa de tener 8 antes de fin de año, chipset Qualcomm MSM8953 Snapdragon 625 con ocho «cores» a dos gigahercios, más GPU Adreno 506, 64 gigas de almacenamiento y 4 de RAM (ambas cifras más de gama alta que de media, ahora mismo), cámara dual de 12 megapíxels (algo lenta con su f/2.2 y f/2.6… si el teléfono costase cien euros más (y los cien euros que separan los 200 de los 300 son muchos más que los que separan los móviles de 500 de los de 600)) capaz de vídeo 2160p y una pantalla «full HD» de 5.5″ (esto es, un pelo más de 400 puntos por pulgada), que cubre un 70.1% de la superficie del cacharro (de nuevo, sería escaso… si el móvil costase bastante más), que incluye una batería de 3080mAh (la fuente, el recurso perfecto en que encontrar esta información, es GSMArena). Las críticas (en Gadgets360, SlashGear o Android Central, además de la inevitable GSMArena), además, no son nada malas.

    Comparando con mi LG G4 comprado a principios de año, especificaciones similares como mínimo: el Mi A1 es algo más grande para una pantalla algo peor y tiene una cámara bastante más lenta (en la comparación de GSMArena es al menos competitiva en condiciones de buena luz, que es cuando servidor suele hacer fotos), pero dobla en almacenamiento al G4, tiene un giga más de RAM y ocho cores a 2.0 por los cuatro a 1.4 y dos a 1.8 del móvil coreano… A mediados de octubre, cuando el móvil comenzó a aparecer en «los chinos de la web», el G4 cotizaba en Amazon todavía alrededor de los 300€ con su Android 6.0 con personalización «made in Corea», que no es que sea especialmente mala pero tampoco es una maravilla. Una oferta en uno de los ya mencionados chinos que ponía el cacharro un pelo por debajo de los 185€ me acabó a decidir a poner en marcha el experimento: ¿seré capaz de sobrevivir con un móvil de [bastante] menos de doscientos euros? ¿Habremos llegado en los móviles mucho más deprisa a ese punto en que estamos en los PCs? ¿Ese «tú dame RAM y almacenamiento, que mi CPU se aburre el 99% del tiempo»?

    Como uno es de natural barato y eligió el envío gratuito (y de velocidad glacial) del chino, el cacharro no llegó hasta ayer… Las primeras impresiones —ese momento atroz de migrar aplicaciones y datos de un móvil a otro—, muy positivas. Pero ya sabemos que los primeros días todas las baterías duran un día entero y el sistema no presenta ningún tipo de degradación. Seguiremos informando denro de unos días, a ver si la cosa sigue bien.


    PS Después de buscar las especificaciones del G4 he tenido una nanoepifanía: ¿y si comparara, no con el G4, sino con mi primer Android? Los más viejos del lugar lo recordaréis: aquel Dell Streak que en su momento a todo el mundo le parecía un DIN A3, con sus 152.9×79.1×9.98 milímetros… mientras que ahora el A1 no parece especialmente grande… con sus 155.4×75.8×7.3, absolutamente comparables. Y aquellas especificaciones de principios de 2011 (no hace ni siete años), efectivamente, provocan un ataque de vértigo: Android 1.6 (¡actualizable a 2.2!), un core a un gigahercio, 800×480 5″, medio giga de RAM y dos de almacenamiento y una batería de 1530 mAh… En siete años hemos multiplicado por 16 la potencia bruta de la CPU, por 5 la resolución de pantalla, por 8 la RAM, por 32 el almacenamiento y hemos doblado la batería. Todo en un contenedor comparable en volumen y que pesa un tercio menos. ¿Y el precio: de los 485€ de hace siete años (algo más de 500 actuales, teniendo en cuenta la inflación) a 225€. Viva la ley de Moore.

  • Cómo hemos cambiado (V)

    Un par de discos duros externos
    Seis teras (dos más cuatro)…

    Comprar un disco duro externo nuevo es el momento para echar la vista atrás y sentir un ataque de vértigo…

    • Primero, porque si tienes una cierta ‘edad tecnológica’ es muy difícil de creer que en un disco de 2,5″ puedan caber 4 teras (aunque son teras «decimales», que quiere decir que mejor descuentas un 10% y asumes que son un poco más de 3,6). ¡Cuatro terabytes!
    • Después recuerdas la capacidad de tu primer disco duro. Veinte megas. Y su precio. Unas setenta y cinco mil pesetas de la época. Vamos a suponer que fuera 1994. Si actualizamos el precio según el IPC (aquí, por ejemplo), eso son unos 740€. El disco duro nuevo (este Seagate) ha costado ha costado algo menos de 172€. Menos de la cuarta parte. 190.000 veces más capacidad. 760.000 más barato por mega. Vértigo.
    • Y, finalmente, inviertes una eternidad en volcar casi dos teras que tenías en el otro disco. Y te parece lento. Lentísimo. Y maldices que el ordenador sólo tenga USB 2.0. Y entonces miras la velocidad a la que está copiando. Y da la casualidad que está copiando archivos muy grandes. Y eso hace que estés maximizando la velocidad real de USB 2.0. 25 megabytes por segundo. Lento. De narices… Hasta que piensas en tu primer disco duro… y te das cuenta que estás escribiendo a más de «un disco duro por segundo» (en unidades del sistema obm). Más vértigo.
  • Un año de smartwatch…

    LG G Watch R

    Pues sí, el tiempo pasa volando y ya hace más de un año que llevo en la muñeca un LG G Watch R… Algunos apuntes:

    ¿Contento?
    ¿Lo recomendarías?
    Sólo a «friquis» de la tecnología. Contento con el tema, insisto, pero no te va a solventar ningún problema. Si quieres apuntarte a la moda del quantified self, cómprate una pulsera, conéctala al móvil y listos. Si quieres un smart watch, adelante, que molan :-), pero no te engañes justificando que es un gran avance
    ¿Muy grande?
    Sorprendentemente, a mí no me lo parece (y mira que uno tiene la muñeca pequeña)
    ¿Utilidad?
    Sí, las tiene, desde luego. No sé tú, pero yo soy de los que lleva el móvil en el bolsillo del pantalón y lo sacaba 99 de cada 100 veces que vibraba. Ahora miro el reloj. No es que sea mucho más discreto, pero algo se gana…
    De hecho, en este último año me han preguntado ¿tienes prisa? más que en toda mi vida. Culturalmente, mirar el reloj significa «tengo prisa», qué le vamos a hacer…
    Cabe notar, eso sí, que cuesta más no mirar el mensaje cuando está más cerca. Confieso que a veces el esfuerzo de autocontrol ha costado un poco
    ¿Más cosas?
    Sí, desde luego. Además del «yo cuantificado», mando a distancia de los reproductores de música y podcasts y todas las notoficaciones de Google Now bastante más a mano :-). Y también hay unas cuantas aplicaciones que tienen su qué. Tres ejemplos:

    • Uno usa autenticación de doble factor con Google Authenticator. Tenerlo en el reloj es mucho más cómodo que tener que sacar el móvil
    • Localizar el móvil cuando no sabes dónde lo has dejado. Que es algo que tienes disponible desde cualquier navegador, ciertamente, pero es mucho más cómodo ahora
    • Google Keep (o la aplicación de listas y notas que uno prefiera, creo que todas las grandes soportan Android Wear). Mola ir tachando las cosas de la lista de la compra en el reloj, por ejemplo :-)
    ¿Alguna recomendación?
    Pujie Black. La app que te deberías comprar dos días después de estrenar el móvil, cuando te das cuenta de que no te acaba de gustar ninguna de las caras de reloj que venían con el cacharro ni las que hay en Google Play. €1.79, sí, pero vale la pena. El programa es complicado (lo que corresponde a la cantidad de cosas que quieres modificar en el reloj, diría), pero al cabo de un rato tienes tu reloj, con la posibilidad, además, de usar las características interactivas que le salieron a Android Wear en algún momento del año pasado: ‘taps’ en diferentes zonas del reloj y accedes a un resumen de lass próximas citas del calendario, a la información de Google Fit o al pronóstico del tiempo para las próximas horas y días. Fuertemente recomendada
    ¿Cosas a tener en cuenta?
    No es sólo el reloj, el móvil también importa. Con mucha frecuencia el reloj no es más que el muñeco de ventrílocuo del móvil. Si tu móvil va justito y se «engancha», el móvil también parecerá hacerlo
    ¿La batería?
    Con la pantalla encendida continuamente, toda una jornada con tranquilidad. Supongo que si desactivas dicha funcionalidad, podemos llegar a dos. Pero yo, cuando me voy de fin de semana, ahora me llevo un cargador más :-S
    ¿Decepciones?
    Sí. ¿Dónde están las aplicaciones? Naturalmente, la capacidad de interacción de una cosa tan pequeña es muy limitada, pero aún así, hay margen para ir más allá.
    En el caso del Watch R, en particular, la corona da algo de juego para saltarse la ley de Fitt, usando controles circulares. Me extraña que LG no lo haya aprovechado para lanzar alguna explicación exclusiva…
    Por otro lado, el ecosistema de dispositivos queda absolutamente desaprovechado. No puedo ser el único que va por la calle continuamente conectado a unos auriculares bluetooth con micrófono. Que nadie haya previsto interacciones al estilo «Her – Samantha» pero usando el reloj como botonera (sí a la derecha, no a la izquierda, por ejemplo) me vuelve a parecer alucinante
    ¿Algún inconveniente?
    La privacidad puede serlo, en una ilustración perfecta de que los metadatos pueden ser un problema para la protección de tu intimidad. Imagínate sentado en un café, charlando con amigos. Muy probablemente tu postura haga que la persona que tienes delante, o a un lado, vea las notificaciones de tu reloj antes que tú. Imagina ahora que entran, de golpe, media docena de mensajes de WhatsApp de una persona que resulta incómoda… ¿Aprecias el potencial problema? Y claro, es muy difícil que el reloj sepa si quien está mirando eres tú, alguien a quien le quieres enseñar algo en el momento en que salte la notificación… o una potencial fuente de conflicto. El reloj cuenta con un «modo cine» que le apaga la pantalla hasta que tú la vuelvas a encender, pero quizás un modo «no me notifiques nada pero deja la pantalla encendida» también estaría bien…
    ¿Más preguntas?
    Para eso están los comentarios :-)
  • Puestos a criticar a Apple…

    Tira cómica anticipando en 2012 que Apple lanzaría un producto similar al Surface de Microsoft en 2015
    Capacidad de anticipación

    A no ser que viváis en Marte (y es probable que las sondas que dan vueltas por Marte también se hayan enterado) sabéis que ayer hubo sarao Apple y que uno de los anuncios es el iPad Pro, que con los accesorios de lápiz y teclado, recuerda un poco bastante al Suface Pro de Microsoft. La tira cómica de arriba, que anticipó el invento en 2012 (fuente), ha sido citada hasta el aburrimiento… Estaría bien, además de mostrarla ad infinitum, ir a la fuente y leer lo que escribió el autor a continuación: la versión tl;dr es «chicos, va acabar pasando, no me parece criticable, no os sorprendáis cuando pase». Amén y bravo por la capacidad predictiva. Cabe añadir, por otro lado, que si Microsoft, con todos sus problemas de imagen, ha ingresado 3600 millones de dólares durante el anterior curso fiscal gracias a la familia Surface (fuente), ¿por qué narices no iba Apple a intentar conquistar ese mercado? Aunque yo siga babeando ante el Surface Pro 3 (i5/4GB/128GB por €1100, teclado y lápiz incluidos), el iPad Pro me parece un producto razonable que tendrá la calidad a la que nos tiene acostumbrados Apple y siento una enorme curiosidad por saber lo que venderá (de la misma manera que querría saber cómo está funcionando el Watch, por otro lado).

    Y por cada copia de la tira cómica he visto diez recordatorios de que Steve Jobs dijo que un lápiz era una señal de fracaso. O bien se equivocaba (un poco, al menos, sí, en mi modesta opinión) o bien es que los tiempos han cambiado y que un iPhone de hace años no es un iPad de 12.9″ de hoy en día (bastante hay de esto también). Mientras a mí no me retiren el derecho a añorar mi Palm III y su «stylus» con una lagrimita, aquí no ha pasado absolutamente nada.

    No es el iPad Pro lo más sorprendente

    Pero de lo que parece que nadie (o mucha menos gente, al menos) se está haciendo eco es de una innovación mucho más interesante y que, históricamente, supone un giro de 180 grados mucho más radical que imitar al menos en parte a Microsoft o decidir que los lápices no son el demonio…

    De lo que se presentó ayer a mí lo que más me interesa (sorprender no, pero sólo porque el rumor llevaba días dando vueltas con insistencia considerable) es el 3D Touch que incorporan los nuevos iPhones: la capacidad de saber con precisión la fuerza con que estamos poniendo el dedo en la pantalla. Parece que en los nuevos iPhone se puede poner el dedo en un icono «sin hacer clic» e incluso hacer «clic con el botón derecho». Clic con el botón derecho. Apple, la compañía que no quería dos botones en sus ratones, ha inventado el «clic con el botón derecho» en el móvil.

    De nuevo, cambiar de dirección no es ni bueno ni malo, hace muchos años que los ratones de Apple tienen botón derecho, los gestos de los trackpads soportan acciones con cuatro dedos y no tengo ninguna duda de que la tecnología funcionará fantásticamente (es más, me muero de ganas de probarla)… pero si esto no es un 180 en toda regla…

  • Cómo hemos cambiado (IV)

    Tabla comparativa de las características de los ordenadores disponibles en 1956
    La informática en los cincuenta. Unos 30.000 dólares al mes por un ordenador con 2200 tubos de vacío, 4000 diodos, un consumo de 14kW (unos ocho lavaplatos) y 1000 palabras de almacenamiento (un kilobyte, vaya)

    Excepcional documento (fuente, a través del twitter de @SydneyPadua).