Y lo dice nada más y nada menos que Matias Duarte, el máximo responsable del look and feel de Android… La cosa, claro, no puede limitarse al sound bite:
Creo que ‘móvil’, como concepto, de hecho está muerto. Se ha acabado ‘móvil’.
…
‘Móvil’ era una distinción significativa para lo que hacía la gente, primero, cuando era extremadamente limitado, cuando el ancho de banda estaba limitado, cuando la capacidad de proceso estaba limitada… Quiero decir, la pantalla era minúscula. Ahora mismo, básicamente casi cualquier tipo de experiencia que puedas imaginar, incluso juegos 3D inmersivos, películas a framerate completo, a toda resolución… Sí, distinguimos las diferencias cualitativas entre la pantalla grande y la pequeña, pero para la mayoría de gente prácticamente cualquier experiencia que puedas imaginar puede expresarse de manera significativa a cualquier tamaño de pantalla. Así que esa distinción, esa idea de que ‘móvil’ es una categoría especial por sus limitaciones…
Y lo dice en este vídeo, que aunque algo largo, merece bastante la pena si te interesa lo más mínimo el tema de user experience (la cita está hacia hacia el minuto 11):
Independientemente de si os gusta la música electrónica o no, darle al ‘play’ de este vídeo es un ejercicio interesante…. sobre todo si después volvéis a ver el vídeo desde el principio para ver cómo se ha construido la pieza (y a qué velocidad, claro).
Si bien las condiciones no son las óptimas (que te den diez minutos justos para hacer algo que suene a música (o no, todo son gustos, pero emmo es que sí) está más bien en los (sic) antípodas de las condiciones óptimas), no pasa a diario que uno tenga la oportunidad de ver por dentro y segundo a segundo el «cómo se hizo» cuando músico decide partir de una serie de ‘samples’ para construir una canción.
(El músico de turno es Kieran Hebden, más conocido como Four Tet, uno de los favoritos de esta casa.)
(Y sí, claro, samplear puede ser robar y lo es con una cierta frecuencia. Pero todas las generalizaciones (comenzando por esta ;-)) son erróneas.)
(Y sí, los más viejos del lugar recordaréis una entrada de tema similar por aquí, hace como dos años y medio.)
Suele ser por estas fechas que Antonio «Error 500» Ortiz me recuerda que haga la entrada habitual sobre la música del año (o al menos lo hizo el año pasado). No vaya a ser que se le olvide, me adelanto. No es la música del clip que tenéis aquí arriba la que uno ha escuchado más durante 2013, precisamente (muchas no las había ni oído, os lo puedo asegurar), pero el mashup anual de DJ Earworm es, en sí mismo, una pequeña obra de arte del copiaypega audiovisual que está bien recordar…
Si vamos a ser convencionales y hacer una lista de hits, la mía podría parecerse a algo como
(De ahora en adelante, si no se indica lo contrario, las bandas están enlazadas a su página de last.fm y los discos a Spotify, por cierto.)
…aunque me lo tendría que currar más, confieso (el lector extremadamente atento podría notar que todas las canciones están en la lista del año de Pitchfork, y en el mismo orden, pero quiero reivindicar el esfuerzo de podar dicha lista de las más de 80 pistas que tenía a menos de 30 y menos de dos horas y media, que es una cantidad casi digerible…).
Lo más destacable de 2013 es que ha sido el año de la electrónica que más me gusta: Tomorrow’s Harvest, de Boards of Canada, II, de Moderat, el Psychic de Darkside y el Slow Focus de los Fuck Buttons son como para enmarcarlos, de verdad. En el player tenéis pistas de tres de ellos, y hay que sumarles, en esa línea, la de Jon Hopkins (si no incluyo su Immunity entre los discos del año es porque he llegado tarde y aún no lo he escuchado comme il faut, pero me dicen que está ahí) y la de Prurient (disco pendiente también, aunque de este me faltan referencias)…
La primera conclusión, comparando con el año pasado, es que o he escuchado mucha más música que en 2012 o que me he vuelto mucho más «fat head» (alguna día me pediré una key para la API de last.fm y seré capaz de dar mejor respuesta a estas preguntas…).
No tiene demasiados números de repetir el año que viene el hip hop alternativo de Aesop Rock, pero en algún momento me dio fuerte… También me tocó el «retroswing» de Caravan Palace y Nicolas Repac (y Parov Stelar, que no sale en la lista pero casi), y seguramente el año que viene tampoco tengan tanta presencia. MS MR y el shoegaze de DIIV… pues no sé: el tiempo dirá si se quedan en one hit wonders o cuajan.
Descubrimientos tardíos míos (uno que llega tarde a todo) han sido los jienenses-con-sabor-a-América-profunda Guadalupe Plata y los londinenses indieDaughter. Me pongo de cara a la pared un rato tanto por unos como por los otros. Y es harto probable que el año que viene sigan por aquí. Lo mismo me ha pasado con Apparat y Moderat: bastante lamentable llegar tarde a la electrónica elegante pero contundente de Sascha Ring, pero como mínimo he disfrutado a tiempo de Krieg und Frieden y II, los dos discazos que se ha despachado el buen hombre este año.
Los que ya conocíamos
Llevaba yo tiempo sin escuchar a Boards of Canada y los he recuperado gracias a su disco de este año, Tomorrow’s Harvest. No es el maravilloso The Campfire Headphase del que me enamoré allá por 2005, pero merece ser escuchado y disfrutado con cariño y atención. Que para algo son mi número uno del año :-).
Siguen sonando en sucesión los discos de Nudozurdo (que parece ser mi banda nacional de referencia), Chromatics (supongo que les hago un feo, pero para mí son la banda que hizo el año pasado la mejor versión posible del Into The Black de Neil Young), The National y Mogwai (estos dos últimos con discos nuevos bajo el brazo, aunque en el caso de los primeros sigo enganchado al anterior y en el de los segundos espero impaciente al próximo, que está a punto de salir del horno).
Este año me ha dado más fuerte que el anterior por la música contemporánea, y es por ello que al ya mencionado Ólafur Arnalds se le suma este año el compositor estadounidense Ingram Marshall, y también han sonado en esta casa Deru, Joby Talbot, Sylvain Chauveau o el japonés Tōru Takemitsu. Y seguirán haciéndolo. Supongo que es lo que tiene hacerse mayor viejo :-P.
Las recuperaciones noventeras han sido Mazzy Star y los Smashing Pumpkins (quién te ha visto y quién te ve, Billy). En el capítulo jazz le ha tocado a la preciosa voz de Stacey Kent y siguen sonando con profusión las bandas sonoras de Michael Giaccino (las que ha hecho para Pixar, sobre todo, con mención de excelencia, como siempre, para la de Los Increíbles).
Párrafo aparte merecen Pink Floyd, quizá la banda que más haya escuchado en mi vida, pero que llevaba tiempo sin salir en mis ‘top’… básicamente por no estar en Spotify, donde finalmente se han animado a publicar su catálogo este año. El tema de Spotify, y de los canales de acceso al público, es algo que tengo que recuperar en algún momento, porque da para mucho.
Los que vimos en directo
Y cerramos con los tres que tuvimos el gusto de ver cara a cara. En orden inverso a como aparecen en la lista. Así pues, primero los presuntos posroqueros 65daysofstatic. Y digo presuntos porque si en los discos se ajustan al canon posrock casi a la perfección, en directo se nota que cuando eran jóvenes escucharon mucho a Mogwai, sí, pero que también echaron horas con los Chemical Brothers. Y la cosa sorprende, ciertamente, pero no suena nada mal. Darán que hablar. Espero.
El concierto jazz del año fue el de Avishai Cohen. Tremendamente recomendable en disco, grandísima presencia en directo.
Y cerramos la lista con mi adorado Four Tet. Su paso por Barcelona no fue muy allá, la verdad (aunque me permitió descubrir a Rocketnumbernine, que valen bastante la pena). A mí me habría gustado más que hiciera algo como lo que os dejo aquí abajo, que no tiene desperdicio (y que supongo que es lo que hará dentro de unos meses en el Sonar, que este año tiene un cartel verdaderamente brutal).
…el coste del hardware capaz de operar teóricamente a unos modestos mil millones de operaciones de coma flotante por segundo es de 16 centavos, actualmente, pero habría costado 82 dólares en 2003, quince millones de dólares en 1984 y unos alucinantes 1.1 billones de dólares en 1961 […] y, naturalmente, en 1961 1.1 billones de dólares era un montón de dinero: algo más de 8 billones en dinero de hoy y no muy lejos del tamaño de toda la economía de aquellos tiempos.
(Del programa del sábado pasado de More or Less, de la BBC, un programa de radio/podcast absolutamente recomendable.)
(Dos entradas en dos días después de dos meses. ¿Será la nueva interfaz de WordPress? ¿Será por llevarle la contraria a Kottke? En cualquier caso, no os acostumbréis…)
:_)
¿Fan del prácticamente fallecidoWinAmp? Me entero (vía Engadget) del lanzamiento de Spotiamp, un cliente de Spotify (sólo para clientes con cuenta Premium) que, como podéis ver en la captura, clava el aspecto del mejor reproductor de MP3 de todos los tiempos (en mi modesta —y moderadadísima— opinión) :_).
Y la utilidad de Spotiamp no está sólo en el aspecto:
Por un lado, es moderado hasta el extremo en el consumo de recursos: el binario (que no necesita instalación (se trata de software Windows-only, por cierto)) no llega a los 400 kilobytes y no se come ni 6 megas de RAM (la aplicación oficial se va a los doscientos nada más arrancar, en mi ordenador).
Por otro, cuenta con la posibilidad de funcionar como servidor ShoutCAST. Si eso no os da ideas…
Y, finalmente, cuenta con el ecualizador que de vez en cuando echo de menos en el cliente oficial.
Como único punto negativo, (¿todavía?) no cuenta con la posibilidad de conectar con last.fm, pero es un mal relativamente menor…