Mick y la efímera industria del disco

Captura de vídeo de una entrevista de la BBC a Mick Jagger
Su satánica majestad

Las cosas, obviamente, han cambiado mucho desde aquellas sesiones. ¿Qué opina de la tecnología y la música?

La tecnología y la música llevan juntas desde el principio de las grabaciones.

Hablo de internet.

Esa es tan solo una faceta de la tecnología de la música. La música se ha alineado con la tecnología desde hace mucho tiempo. El modelo de los discos y vender discos es un tema muy complejo y bastante aburrido, la verdad.

Pero su opinión es válida porque tienen un catálogo enorme, que vale mucho dinero, y llevan en el negocio mucho tiempo, por lo que tienen perspectiva.

Bueno, todo ha cambiado en los dos últimos años. Hemos pasado por un periodo en que todo el mundo se lo descargaba todo por nada y hemos pasado a un periodo gris en el que es mucho más fácil pagar por las cosas — suponiendo que tengas dinero.

¿Está bastante relajado al respecto?

Estoy bastante relajado al respecto. Pero, ¿sabes? es un cambio masivo y sí altera el hecho de que la gente no gana tanto dinero con los discos.

Pero tengo un punto de vista sobre ello — se ha ganado dinero con los discos durante muy, muy poco tiempo. Cuando los Rolling Stones comenzaron, no ganábamos nada de dinero con los discos porque las discográficas no pagaban. No pagaban a nadie.

Después hubo un pequeño periodo de 1970 a 1997 en que a la gente se le pagaba, y se le paga mucho y todo el mundo ganaba dinero. Y ahora ese periodo se ha esfumado.

Así que, si consideras la historia de la música grabada, de 1900 hasta hoy, hubo un periodo de 25 años en que los artistas se ganaron la vida muy bien, pero durante el resto del tiempo, no ha sido así.

Sir Mick Jagger, en una entrevista de mayo del año pasado para la BBC, que he descubierto vía @kamen.

Zediva. ¿Streaming de películas? Sí pero no…

Captura de pantalla del reproductor de vídeo de Zediva.com
The American

Me entero a través de Wired de la existencia de zediva.com, un servicio de alquiler de DVDs en línea que va a dar que hablar al menos de un día. Nótese que digo «alquiler de DVDs» y no «streaming de películas». Y es que hay una diferencia notable. Zediva no ha negociado los derechos de streaming de las poco más de cien películas que tienen en catálogo y que te alquilan por dos dólares (euro y medio, al cambio) durante dos semanas. Lo que ha hecho Zediva es adquirir muchos reproductores de DVD, una cantidad seguramente ingente de copias de cada uno de los títulos que ofrecen y contratar mucho, muchísimo ancho de banda, para montar un videoclub muy particular

Zediva explota la doctrina de primera venta, una limitación al copyright recogida en la legislación estadounidense desde 1908 que permite que el comprador de una obra la venda o alquile sin ningún tipo de cortapisa (parece que en Europa lo que tenemos es droit de suite, en que el artista, o el propietario de los derechos, tiene derecho a controlar transacciones posteriores). Como parece que, al menos de momento, el placeshifting no es ilegal en Estados Unidos (ahí están el SlingBox o el LocationFree de Sony, al menos), en Zediva han unido ambas cosas para montar un videoclub muy especial, en el que los DVDs no salen nunca del local, pero los clientes los ven desde cualquier lugar del mundo.

Y al decir «cualquier lugar del mundo» me refiero a que, ahora mismo, sin necesidad de ocultar el sitio del mundo en que estemos, el sistema es accesible desde España (y sí, yo también dudo bastante que esa parte del trato vaya a durar mucho). Tras el pago de un par de dólares vía Paypal para probar, seleccionamos una peli de la estantería (la de la captura de pantalla, The American) y lo metemos en el reproductor. Literalmente. Es curioso ver cómo el reproductor se salta (en la medida de lo posible) las advertencias del FBI (tan molestas e intrusivas como las de los DVDs españoles) y los trailers que suelen inundar los DVDs. Una vez saltados, tenemos la interfaz que podéis ver en la captura, para movernos por la película e, incluso, cambiar de idioma y activar subtítulos (las pelis, naturalmente, están en su inglés original pero, al menos en el caso de The American, cuenta con una pista en español (que no castellano, ojo) y subtítulos en inglés, como mínimo). El streaming, en los tres minutos escasos de experimento que llevo, no ha sido perfecto y se ha encallado una vez, pero para ser el alquiler de una peli moderadamente reciente, durante dos semanas, por un euro y medio, de momento no me voy a quejar mucho. Máxime cuando se puede comprar un abono de diez pelis por diez dólares que deja la película en unos muy aceptables 75 céntimos de euro, ahora mismo.

La parte divertida / pintoresca es cuando ‘devolvemos la película’ y, al cabo de un tiempo, la ‘volvemos a coger’. Podremos ver cómo el reproductor va saltando capítulo a capítulo por el DVD hasta llegar al punto en que estábamos…

No sé yo cuánto durará la cosa (al menos la parte en que podemos acceder al servicio desde fuera de las fronteras de Estados Unidos), pero de momento el videoclub de barrio (ese que tiene una colección limitada de éxitos garantizados) más eficiente del mundo está abierto para que lo probéis.

PS 20110806 Han durado casi cinco meses: Judge orders shutdown of DVD-streaming service Zediva.

La coherencia de la industria musical española

Ojo: corrección al final de la entrada :-S.

Captura de pantalla de la aplicación Spotify, versión Premium. Avisa que el disco El Ataque De Los Que Observaban no está disponible para reproducción en España
Vaya

Me molesta mucho que se descargue ilegalmente mi música la gente que puede hacerlo legalmente. Me molesta, pero no porque lo hagan sino porque no hemos sido capaces de hacerles entender que nuestro trabajo, igual que el de cualquier otro, sí cuesta dinero, y que hay un técnico de sonido detrás, y que hay unos estudios, que hay un fotógrafo, que hay un montón de cosas ahí, que hay un montón de tiempo y un montón de esfuerzo que, jolín, bien vale esos once euros que te digo.

Eso decía El Chojin (pronúnciese agudo y con la j a la fracesa o inglesa), en Siglo XXI, de Radio 3, en el programa del lunes que os incrusto aquí abajo (hacia el minuto 41).

(Fuente)

Sí. El mismo Chojin que está promocionando su último disco (que, por cierto, aunque el rap no sea lo mío, no está nada mal) que Spotify me dice que no me deja reproducir. Pero que, curiosamente, sí tiene en su catálogo. Porque sí está disponible… en Finlandia, Francia y Reino Unido. Y parafraseándole, a mí no me molesta no poder escuchar su disco legalmente en Spotify, sino que hemos sido incapaces de hacerle entender a la industria musical en general, y a la española en particular, que estamos en el siglo XXI por mucho que sus maneras de hacer sigan ancladas en el pasado, y que si no hacen uso pleno de las pocas maneras decentes de escuchar música legalmente en la red no me extraña lo más mínimo que sus fans se descarguen su disco, y que para amortizar todo ese tiempo y dinero que hay detrás de la producción de un disco, no le quede más remedio que darse un atracón de carretera y manta para hacerlo a base de entradas de conciertos (de las que se llevará una tajada bastante más grande El Chojin que de los once euros que vale cada disco que venda (o que dice que vale: ahora mismo en la web de la fnac está, con ‘precio oferta’ y un descuento del 11%, a 14,99 euros)). Pero que no sufra, que yo no me lo descargaré.

PS Y que conste que habrían entendido perfectamente que no le gustase, a él o a la discográfica, el modelo de negocio de Spotify y que no hubiesen subido el disco. Pero es que… está disponible en Finlandia, Francia y Reino Unido.

Corrección (17/3/2011) El disco ya está disponible en Spotify España (enlace) y, además, durante una semana, está disponible gratis en yes.fm (a cambio de registrarse, si no las hecho ya). no he dicho nada :-S.

Neil Gaiman, sobre copyright, piratería y la web

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=0Qkyt1wXNlI[/youtube]

Cuando la web comenzó, solía enfadarme con la gente. Porque publicaban mis poemas, publicaban mis historias, publicaban mis cosas en la web. Y yo creía, de forma totalmente errónea, que si alguien cuelga tus cosas en la web y no les dices que no lo hagan, pierdes tu copyright y eso, sencillamente, no es cierto. Y estaba muy enfadado, porque estaban pirateando mis cosas, y que eso era malo. Y comencé a darme cuenta de un par de cosas. Una de ellas es que los lugares en que me pirateaban, especialmente en Rusia, donde la gente traducía mis cosas al ruso y las distribuía por el mundo, estaba vendiendo más y más libros. La gente me estaba descubriendo a través de la piratería. Y entonces iban y compraban los libros reales. Y cuando un libro salía en Rusia, vendía cada vez más copias. Me parecía fascinante. Y probé unos pocos experimentos. Algunos fueron difíciles. Convencer a mi editor, por ejemplo, de coger uno de mis libros y publicarlo gratis. Y cogimos American Gods, un libro que aún vendía, y vendía bastante bien, y durante un mes lo pusieron completamente gratis en la red. Y se podía leer. Y se podía descargar. Y… Y lo que pasó es que las ventas de mis libros en librerías independientes, que es como medíamos, subieron al mes siguiente un 300%…

Y comencé a darme cuenta de que, en realidad, no estás perdiendo libros, no estás perdiendo ventas, por tener tus cosas ahí fuera. Y cuando doy una charla, ahora, sobre este tipo de temas, y la gente me pregunta ‘¿qué pasa con las ventas que estoy perdiendo por tener cosas ahí fuera?’… Comencé a pedir a la audiencia que levantaran la mano con algunas preguntas. Les pregunté ‘¿Tenéis un autor favorito?’. Y contestaron que sí. Y yo respondí ‘Bien, lo que quiero es que todos los que descubristeis a vuestro autor favorito porque os dejaron un libro suyo, levantéis la mano’. Y, luego, ‘todos los que descubristeis a vuestro autor favorito entrando en una librería y comprando un libro, que levantéis la mano’. Y probablemente sea un 5 o 10%, si llega, la gente que descubrió a su autor favorito, del que se lo compran todo, los libros en tapa dura, atesoran… Mira, de ese autor, muy poca gente compró el libro. Se lo dejaron. Se lo dieron. No lo pagaron. Y así descubrieron a su autor favorito. Y pensé, ¿sabes? Eso es lo que es: gente que deja libros. Y no puedes considerarlo una venta perdida. No es una venta perdida. Nadie que se hubiese comprado tu libro deja de comprarlo porque lo puedan encontrar gratis. Lo que estás haciendo en realidad es publicidad, estás llegando a más gente, estás haciendo crecer la gente que te conoce. Y comprender eso me dio una idea completamente nueva de la forma del copyright. Y de lo que estaba haciendo la web. Porque la cosa más grande que está haciendo la web es permitir a la gente oír cosas, permitir a la gente leer cosas, permitir a la gente ver cosas, que no habrían visto de ninguna otra forma. Y, básicamente, eso es algo increíblemente bueno…

Ese que habla en el vídeo que os he pseudo-transcrito-y-traducido es el autor británico Neil Gaiman (su web, su blog, su entrada en la Wikipedia y su Twitter, con su millón y medio de seguidores).

Gaiman es un animal muy extraño: un escritor que se forra con lo que escribe. Escribe mucho, desde hace mucho tiempo (hasta el punto de que su bibliografía merece entrada separada en la Wikipedia) y vende muchísimo de prácticamente todo lo que escribe (incluyendo un libro sobre ¡Duran Duran! de 1984 y otro sobre la Guía de la Galaxia para Autoestopistas de 1988, que ya es decir).

Y lo incrusto y ‘traduzco’ aquí, más que nada, porque a pesar de ser un autor de éxito desde hace muchos años, antes de decir algo sin pensar, miró la realidad que le rodeaba, experimentó un poco (y, como él mismo dice, alguno de esos experimentos era difícil) y, finalmente, llegó a una conclusión. Y eso le convierte en un animal todavía más raro…

Efemérides 20N (2/2): Funky Drummer

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=Xlh-XKQ7VJA[/youtube]

Ese señor que explica el solo de batería en el vídeo se llama Clyde Stubblefield. Y si te suena el solo de marras es porque, muy probablemente, sea el fragmento musical más sampleado del mundo: desde que se grabara, un 20N de 1969, lo han utilizado en sus canciones los Beasty Boys, De La Soul, Depeche Mode, GangStarr, George Michael, New Order, Nine Inch Nails o Prince, entre otros muchos.

A parte de su importancia musical, Funky Drummer ilustra de manera única dos de los problemas fundamentales de la propiedad intelectual en el mundo de la música:

  • En primer lugar, porque el difunto James Brown se pasó años persiguiendo a todos los que habían usado el fragmento sin pagar un duro e infringiendo las leyes de la propiedad intelectual.
  • Pero, aún más allá, porque el propio Stubblefield nunca vio un duro por los derechos de un ‘break’ que, al final y al cabo, creó él, y no James Brown, y solo cobró por la sesión de trabajo.

Y es que el tema de reconocer al creador, en muchas ocasiones, es bastante más complicado que buscar al propietario de los derechos.

Lo que hace especialmente dramático el tema es que Clyde Stubblefield, a sus 67 años de edad, sigue hoy al pie del cañón… y no puede pagarse los gastos del trasplante de riñón que necesita. Estaría bien que, 31 años después de grabarse ese ‘break’, os pasarais por esta página de ayuda y contribuyeseis algún euro a la causa… :-)