Lleva tu mediateca a todas partes con Zumocast

Captura de pantalla del cliente web de Zumocast
Todos mis vídeos, allá donde vaya

En estos tiempos de ‘nubes’ uno aspira a poder disponer de sus contenidos de audio y vídeo allí donde vaya: si se dispone del suficiente ancho de banda de subida (algo que no sucede con frecuencia, dada la extrema asimetría de las líneas ADSL, por otra parte), la potencia del ordenador medio debería ser más que suficiente para coger un vídeo y enviarlo en streaming allá donde sea. Y de hecho, habíamos llegado a comentar por aquí (allá por 2008) la existencia de Orb, que solucionaba (y sigue solventando) el problema, pero cuya interfaz está un tanto caduca y no parece haberse movido mucho en estos dos últimos años.

Y ahora se le suma, finalmente, un adversario: ZumoCast (de los responsables de ZumoDrive, una ‘unidad de disco en la nube’ de funcionamiento correcto pero que, mucho me temo, poco puede hacer contra el omnipotente y omnipresente Dropbox). Poco más que decir de la aplicación que, al menos en una primera prueba muy preliminar hace lo que anuncia, correctamente: tras la instalación, basta navegar hacia las carpetas que contengan los archivos que deseemos compartir, hacer clic con el botón derecho y usar el esperable menú contextual para conectarlo a nuestra cuenta y que los contenidos de turno estén disponibles inmediatamente.

Cuenta con la inevitable aplicación para dispositivos iOS. De momento, no dicen que tengan nada en mente para Android y, para sorpresa de nadie, la versión web no es apta para el navegador de mi Nokia N97.

Control

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=HFURM8O-oYI[/youtube]

Para aquellos para los que el inglés no sea su fuerte, transcribo (más o menos) y después traduzco (también más o menos):

…we built blue boxes. Now, these are obsolete now but, they were devices that you could build… You know when you make a long distance phone call, in the background, tweet tweet tweet, those are the telephone computers actually signalling each other, sending information to each other to set up your call. And the signalling they use is a lot like touch tone phones, only it is different frequencies. Well, you can make a box that emits those frequencies, that can make those tones, and there’s a way, there used to be a way, to fool the entire telephone system into thinking you were a telephone computer and to open up itself and let you call anywhere in the world for free. And, matter of fact, you could call from a pay phone, go to White Planes, New York, take a satellite to Europe, take a cable to Turkey, come back to Los Angeles, and you could go around the world three or four times and call the pay phone next door, shout in the phone, it’d be back 30 seconds and come back the other end, the other phone.

So, we actually, and these were illegal, I have to tell. But, in spite of that, we were so fascinated by them that Woz and I actually figured how to build one. We got the best in the world, it was the first digital blue box in the world. And we would give them to our friends and used them ourselves. You know, you rapidly run out of people you want to call. But it was the magic, the fact that two teenagers could build this box for a hundred dollars worth of parts, and control hundreds of billions of dollars of infrastructure, in the entire telephone network in the whole world, from Los Altos and Cupertino in California. That was magical. And experiences like that taught us the power of ideas, the power of understanding that if you could build this box you could control hundreds of millions of dollars worth of telephone infrastructure round the world. And that’s a powerful thing. And…

Ahora la traducción:

…construíamos «blue boxes». Que ahora están obsoletas pero, eran dispositivos que se podían construir… Sabes cuando haces una llamada de larga distancia, de fondo, tu tu tuit tuit, eso son los ordenadores del teléfono que se envían señales, se envían información para preparar la llamada. y las señales que usan se parecen mucho a las de los teléfonos, sólo que son frecuencias diferentes. Pues bien, se puede hacer una caja que emita esas frecuencias, que puede hacer esos tonos, y hay una forma, había una forma, de engañar al sistema telefónico entero para que pensase que tú eras otro ordenador telefónico y que se abriese y te dejase llamar gratis a cualquier lugar gratis. Y, de hecho, se podía llamar desde una cabina, ir a White Planes, en New York, coger un satélite a Europa, coger un cable hasta Turquía, volver a Los Angeles, y podías dar la vuelta al mundo tres o cuatro veces y llamar a la cabina de al lado, gritar en el teléfono, pasaban 30 segundos y la voz salía por el otro extremo, por el otro teléfono.

Así que, de hecho, y eran ilegales, debo decirlo… Pero, a pesar de ello, nos fascinaban tanto que Woz y yo de hecho averiguamos cómo construir una. Y fabricamos una. La mejor del mundo, la primera ‘blue box’ digital del mundo. Y se las dábamos a nuestros amigos y las usábamos nosotros mismos. Sabes, la gente a la que quieres llamar se acaba pronto. Pero era la magia, el hecho de que dos adolescentes pudiese fabricar esa caja por cien dólares de componentes, y controlar cientos de miles de millones de dólares de infraestructura, de toda la red telefónica de todo el mundo, desde Los Altos y Cupertino en California. Eso era magia. Y experiencias así nos enseñaron el poder de las ideas, el poder de comprender que si podías fabricar esa caja podías controlar cientos de millones de dólares de infraestructura telefónica por todo el mundo. Y eso es algo muy potente. Y…

Sí, el señor del vídeo es Steve Jobs (diría que hacía 1998): el mismo señor que en su adolescencia controlaba «cientos de millones de dólares de infraestructura telefónica» (una infraestructura que no le pertenecía, cabría añadir) y que ahora hace todo lo posible para que no le hagas un «jailbreak» al iPhone que sí te pertenece…

Si algo hay que reconocerle a Jobs es un supremo ejercicio de coherencia. Ya desde la adolescencia estaba fascinado (yo habría dicho obsesionado, pero él dice claramente fascinado) por controlar la infraestructura telefónica del mundo. Y a fe mía que lo ha conseguido más que ningún otro ser humano. Lo que ha cambiado es sólo la dirección desde la que ejerce ese control: antes era de abajo hacia arriba, desde fuera hacia adentro, individuo contra el sistema, y ahora es desde lo más profundo del sistema, como antes contra el propio sistema, pero también hacia abajo, al más puro estilo 1984 (qué ironía, la de el anuncio).

(También hay que reconocer, desde luego, que ya desde la adolescencia estaba obsesionado por construir los mejores dispositivos del mundo y, no se le puede dejar de felicitar por ello, sigue con su obsesión y, también en este aspecto, lo ha conseguido más que ningún otro individuo.)

Fuente del vídeo: Woz and Jobs: phone phreaks. No os perdáis el otro vídeo, en que entrevistan a Woz, que tampoco tiene desperdicio :-)

A la velocidad de la industria informática (II)

Decíamos ayer que la industria informática corre mucho. Algunos ejemplos más robados de aquí

Anuncio de una tarjeta de expansión de memoria de 16 kilobytes
¡16 Kilobytes! Por apenas 500 dólares. Y compatible con el estándard S100, permitiendo llegar hasta 512 kilobytes...

Más info: el bus S-100, de 16 bits, se usaba en el histórico Altair 8800, además de en los ordenadores de Cromemco, allá por los 70.

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A la velocidad de la industria informática

Uno de mis anuncios favoritos (especialidad prensa escrita) era del grupo editorial IDG (creo), allá por los años 80: en la contraportada de sus revistas se veía una foto de la Tierra vista desde la Luna. Debajo podía leerse algo así como «si la carrera espacial se moviese al ritmo de la industria informática, ahora mismo podrías estar viendo esto por la ventana». Cuánta razón… Y es que el hombre pisó la Luna hace más de 40 años ya y volver a pisarla sigue siendo un esfuerzo titánico, casi el mismo que representó hace cuatro décadas. Pero mientras tanto, la industria informática…

A mediados de los 70 (cuando el programa Apollo de exploración lunar ya se había cancelado) lo más de lo más en informática eran los ordenadores Cray-1.

Un ordenador Cray-1
Para acceder a la fuente, clic en la imagen

¿Su precio? El primero costó 8.86 millones de dólares. De 1977. Más de 24 millones de euros, ajustando para la inflación. Hacía falta freón líquido para refrigerarlo. Pesaba más de cuatro toneladas y media, medía 1.95 metros de alto y tenía un diámetro de más de dos metros y medio (fuente).

Y la pregunta del millón es… treinta y tres años más tarde…. ¿a qué equivale un Cray-1?

Un modelo a escala del Cray-1. Aproximadamente un palmo de altura
Señora incluida como referencia :-). Foto robada (clic para llegar al origen) a mano armada del derecho de cita

Efectivamente, hay quien se dedica a reproducirlo a escala (1:10, nada más y nada menos). Y no se trata de «sólo» una maqueta: es plenamente bastante funcional. De hecho, el problema es encontrar algo tan lento: el ordenador original corría a 80 megahercios y podía llegar a tener hasta 32 megas de RAM (insisto: por 24 millones de euros).

Si hay algún manitas en la sala, las instrucciones (más o menos) y recordad que mi cumpleaños es en menos de un mes, o sea que hay prisa ;-).

Los caminos del buscador son inescrutables

(Una entrada que también podría haberse llamado «es la naranja la que cuenta, y no la azul» (pero eso habría sonado a competición entre bancos) o «los usuarios miran antes de hacer clic» (pero tengo tantas evidencias de que no lo hacen que he preferido dejarlo como está))

En fin, a lo que íbamos. Ayer el aburrimiento estival me llevó a echarle una ojeada a mi informe de las Google Webmasters Tools, a pesar de que nada indicaba que me fuera a encontrar nada de la más mínima importancia. Imaginad mi sorpresa al ver esto al mirar las cadenas de búsqueda más usadas para llegar al blog:

Gráfica. Del 19 de julio hasta el dos de agosto se mueve entre 3,500 y 4,500 impresiones diarias. Sube hasta 8,100 el 4 de agosto y entonces se dispara a 27,000 el seis de agosto, nivel en el que se mantiene durante una semana
WTF?!

Por una vez, interpretar el qué ha pasado (que no el por qué ha pasado, que se me escapa en buena parte) es fácil: de golpe han aparecido dos ‘queries’ que no lo habían hecho nunca: ‘sign in’ y su versión mal escrita ‘sig in’, que se corresponden con mi anterior entrada en el blog, Finalmente, “Multiple Account Sign-In” en Google, publicada el 3 de agosto (que en la gráfica se corresponde con un ligero repunte) y, por algún extraño motivo el 6 de agosto Google decide que debe aparecer en el «top 5” de resultados para esas cadenas de búsqueda cuando se tiene al buscador priorizando las páginas en español (en un primer momento pensé que se debía a haber aparecido en una semana en los blogs de Error500, pero eso no sucedió hasta el día 8, dos días después de el ataque de locura de Google). Por aquello de separar, veamos esas dos cadenas más separadas del resto:

Separando los dos términos, vemos que el día 8 pasan a representar más de 20,000 apariciones en los resultados
Y olé

(Nota: Incluyo una tercera ‘query’ porque si no Google no me dejaba dibujar nada antes del día en que entró la entrada de marras en sus índices)

Más allá de la simple anécdota, recuperemos el título de la entrada y sus dos posibles alternativas:

  • Los caminos de el buscador son inescrutables: ¿Qué narices aporta esa entrada para subir casi instantáneamente hasta el «top 5”? Yo díria que, básicamente, nada.
  • Es la naranja la que cuenta, y no la azul: en las gráficas de Google, la línea azul representa impresiones en los resultados (y ahí rompo todos mis récords) pero la azul representa lo que verdaderamente cuenta: cuánta gente hace clic en ese resultado (en mi caso menos de 40 clics en más de 200,000 impresiones, una muy buena aproximación del 0). Cosa que parece indicar que, efectivamente…
  • Los usuarios miran antes de hacer clic: mi entrada, claramente, no es de interés para quienes hacen esas búsquedas: salir en el «top 5” de una cadena de búsqueda popular (afortunadamente) no significa que vayas a recibir una avalancha de clics…

Y aún podríamos añadir una última conclusión:

  • Google no reacciona muy rápido: el día 8 el algoritmo me pone en el «top 5”, y entonces me regala diez días seguidos con más de 19,000 impresiones diarias (22,000 los días de diario, 15,000 los fines de semana) y menos de diez clics diarios antes de recapacitar y decidir que igual no se trataba de un resultado muy relevante. Y aún así, el día 19 (último del que me da datos) aún me imprime unas nada modestas 9,000 veces (que se agradecen pero, teniendo en cuenta que no le han servido de nada a nadie…).