Vigila a tu proveedor con ‘Switzerland’

Uno de los principales problemas a la hora de contratar un proveedor de acceso a Internet es que carecemos casi absolutamente de información sobre sus servicios y prácticas. No sabemos de qué ancho de banda real disponen, no sabemos si van a limitar las descargas P2P si la red se les sobrecarga, no sabemos si censuran los paquetes que corren por su red ni si respetan los principios de la «network neutrality»…

Parece, afortunadamente, que comenzamos a disponer de herramientas para controlar qué pasa con nuestros paquetes por «esos mundos de dios». La primera (comentada en Ars Technica y en webmonkey y disponible para descarga en SourceForge, aunque solo para valientes, que es una alfa muy alfa todavía) lleva el nombre de Switzerland (se nota que sus creadores, la EFF, andan muy preocupados por la neutralidad, ¿no?). En la nota de prensa afirma que incluso la todopoderosa FCC estadounidense carece de medios para controlar el comportamiento de los proveedores y que, por tanto, corresponde a los «ciudadanos concienciados», en un esfuerzo de «crowdsourcing», asegurar la honestidad de estos…

Más información sobre Switzerland y sobre el proyecto Test Your ISP de la EFF en que se engloba.

Los cinco mil días de la web

Kevin Kelly es uno de esos señores que sabe mucho de la web (¡tiene un dominio de dos letras!) y es un gustazo oirle hablar de sus primeros cinco mil días de historia y de lo que podría pasar en los siguientes (tiene alguno más de esos cinco mil, sí, pero es una licencia que se le puede conceder).

Douglas Adams, sobre interactividad

Durante el siglo XX, por primera vez, nos han dominado las formas no interactivas de entretenimiento: el cine, la radio, la música grabada y la televisión. Antes de que llegaran, todo el entretenimiento era interactivo: teatro, música, deportes ? los protagonistas y la audiencia estaban en ello juntos, y hasta un público respetuosamente silencioso ejerce una poderosa presencia que da forma al desarrollo de cualquier drama que presencie. No necesitábamos una palabra especial para la interactividad de la misma forma que no necesitamos (todavía) una palabra especial para las personas con una sola cabeza.

Supongo que la historia mostrará los medios masivos «normales» del siglo XX como la aberración en todo esto. ‘Por favor, señorita, ¿quiere decir que solo podían sentarse y mirar? ¿No podían hacer nada más? ¿No se sentía todo el mundo terriblemente aislado o alienado o ignorado?’

«Sí, pequeño, por eso se volvieron todos locos. Antes de la Restauración.»

«Disculpe, señorita, ¿me recuerda qué fue la Restauración?»

«El fin del siglo XX, pequeño. Cuando comenzamos a recuperar la interactividad.»

Amén. Es una traducción (libre, como siempre), de lo dicho por Douglas Adamsen 1999 en How to Stop Worrying and Learn to Love the Internet. Imposible ser más visionario. Y, de regalo, toda un arma que añadir al arsenal para cuando la SGAE (y demás fauna) dice que «las cosas siempre han sido así» (donde «las cosas» se refiere al status quo de los grandes medios y las industrias de la cultura masiva). No. En el siglo XX las cosas fueron así. Porque no vivíamos en una aldea global, sino en una inmensa sala de cine global: era relativamente fácil emitir información de una fuente a todo el planeta si uno disponía de un capital importante. La web nos ha devuelto a la aldea en la que es posible hablar con cualquier vecino (que nos interese hablar con todos los vecinos es otra cosa y tampoco nadie garantiza que el vecino con quien queremos hablar quiera oírnos, por no hablar de escucharnos, pero la capacidad tecnológica está ahí).

Nota 1. No conocer a Douglas Adams y llamarse a uno mismo ‘geek’ es digno de colleja virtual. De las fuertes. Pasará a la historia como el alma de La Guía del Autoestopista Galáctico, de lectura (y visionado y escuchado y jugado y…) absolutamente imprescindibles.

Nota 2. La cita la rescata Joshua Porter en Bokardo, después de usarla para abrir uno de los capítulos de su libro Designing for the Social Web.

Net Neutrality USA

Interesante debate el que se está celebrando ahora mismo. No. No me refiero al de Rajoy y Zapatero (aunque también sea interesante, he decidido pasar de él en prevención de futuras úlceras y aprovechar las virtudes del diferido, que no son pocas). Hablo del que se está celebrando en Estados Unidos sobre ‘net neutrality‘, auspiciado por la FCC. No solo porque lo que salga de allí acabará teniendo eco en las legislaciones de todo el planeta tarde o temprano, sino también porque la red no entiende de fronteras y si una operadora yanqui aletea, el hipotético huracán no se detendrá hasta haberse propagado por toda la red (basta ver cómo, hace unas horas, una «mariposa paquistaní» dejó a YouTube a oscuras en todo el planeta, en un ejemplo más de la preocupante fragilidad de la red de redes).

¿De qué va la cosa? Uno de los grandes proveedores de acceso a la red en Estados Unidos comunicó recientemente que en ocasiones frenaba determinado tipo de tráfico (léase, vídeo YouTube, tráfico P2P y similares) para evitar que la red se les cayese. Las asociaciones de protección del consumidor se alzaron en armas ante tamaña sinrazón (al menos desde su punto de vista) y el pastel ha llegado hasta las más altas instancias. Los unos dicen que no hay discriminación y que son medidas absolutamente imprescindibles en pro del bien común. Los otros, que sí la hay y que son acciones innecesarias. Y a la FCC le cae encima el muy poco envidiable marrón de decidir dónde está el equilibrio. La decisión no es baladí: si peca por defecto y no permite a los proveedores regular el tráfico por sus redes, corremos el riesgo de que el atasco de tráfico colapse la red, mientras que si les da vía libre, el peligro es que Internet quede en manos de un grupo reducido de cabezas pensantes que puedan coartar la libertad de la red, comenzando por las redes P2P, pero siguiendo con el futuro del vídeo sobre la red que podría poner un cierto límite al poder de las grandes cadenas de televisión y monopolios mediáticos…

En cualquier caso, mientras cruzamos los dedos y tocamos madera, podemos esperar que del debate surja una mayor transparencia en las operaciones de los proveedores de acceso, que como mínimo deberían comunicar qué acciones toman, y cuándo, para evitar posibles colapsos (por no hablar de comunicar cuáles son sus prácticas de ‘overselling‘ y las condiciones reales de sus infraestructuras). Quién sabe: a lo mejor podrían llegar hasta aquí medidas similares y tendríamos alguna posibilidad más de tomar decisiones informadas a la hora de elegir entre uno u otro proveedor de cable o ADSL…

Vía.

El suicidio en Internet y la tecnofobia

Informa El País de hoy, en su artículo titulado La policía británica investiga el suicidio de jóvenes que frecuentaban la misma página web, de la muerte de la séptima persona que lo ha hecho en circunstancias similares a las anteriores seis muertes, a saber, todos responden a un perfil similar: adolescentes que navegan en una misma página web.

No seré yo quien critique los supuestos poderes de inducción al suicidio que pueda tener una página web como Bebo o MySpace, quién sabe.

Continúa la noticia diciendo que después de los suicidios, la red se vuelca en homenajes a los difuntos y que los psicólogos temen que se estén mitificando los suicidios de los adolescentes y rindiéndoles tributo a través de la Red.

Como decía antes, no seré yo quién critique el poder de la red. Está claro que la Red, como tal, puede tener un importante efecto catalizador al poner en contacto sensibilidades que antes vivían sin interacción por temas geográficos, culturales, etc. Incluso, por una cuestión de aglutinar masa crítica, la Red puede tener también un nada deleznable efecto amplificador.

Ahora bien, entre el poder mortífero de una página web, y la desesperación y despresión a la que pueden conducir una educación deficiente (entiéndaseme: padres que no hacen de tales), una sociedad consumista, la presión brutal por la belleza y contra la «fealdad», la voracidad del mercado laboral, la mitificación del modelo de vida basado en el famosillo y el pelotazo… ante esa dicotomía, decía, me pregunto por qué las autoridades siguen mirando, una y otra vez, al dedo y no hacia la Luna a la que apunta el dedo.

¿Y los psicólogos? Por favor, no hace falta ser danah boyd para darse cuenta que los adolescentes hacen en la red lo mismo que hacen/hacíamos antes en la calle, en clase, en nuestra habitación, en nuestros diarios o encerrados en un armario con el teléfono (bueno, esto último yo creo que solamente lo hacen en las películas). ¿Que se muere un amigo? Se lo llora. ¿Que Internet es el punto de reunión entre varios amigos? Pues se lo llora en Internet. Fin del mito.

Consejos gratis de la casa: 1. a los políticos, que miren en qué gastan su presupuesto, a qué tipo de leyes dedican sus esfuerzos y cómo miden el bienestar de la población a la que en teoría gobiernan. 2. a los psicólogos, que se hagan de una vez una cuenta en MySpace, o en Facebook y que la utilicen activamente, en lugar de espiar las cuentas de los demás desde la objetividad del investigador.

Lo veo venir: cualquier día de estos, un macho machote montará una página web y la violencia de género terminará porque, a partir de entonces, a las mujeres las maltratará y matará Internet. Lo que hay que aguantar.