Pues nada, un mes más, un número más de la revista Byte de hace cuarenta años.
¿Perdón? ¿Parece ese Data General/One de la portada… un portátil moderno pero en 1984? Saltemos al mega anuncio a cuatro páginas que nos encontramos un poco más adelante en la revista y…
…el DATA GENERAL/One, con su compatibilidad con el PC de IBM y sus «menos de once libras» (cinco kilos casi clavados), sus dos disqueteras (¡de 3½!) y su pantalla ¡LCD! de 80×25 (640×200 monocromísimos píxels, cuando lo habitual era no pasar de 480×128 (nótese que Byte, en su portada, manipula la imagen para mostrar una pantalla con un color y una resolución que no llegarían en décadas (y lo hacen sin usar Photoshop, que no comenzaría a desarrollarse hasta 1987 y no llegaría al mercado hasta 1990: la manipulación de imágenes es muy anterior))) es lo más parecido a un portátil «de los de ahora» que habíamos visto hasta el momento 🤯. Dice la wikipedia que la pantalla, a pesar de lo espectacular para la época, no era una maravilla, con escaso contraste y más escaso aún ángulo de visibilidad. Otra de las cosas que limitaron su éxito fueron las disqueteras de 3½ y 720 kilobytes, poco habituales en la época, que por muy superiores que fueran (que lo eran) a las de 5¼ (y sus 360 kilobytes), lastraron el ordenador por la poca disponibilidad de software en el formato… No hay nada como ser compatible. (También dice la wikipedia que venía con una bolsa Pierre Cardin, por cierto.)
Avanzando unas pocas páginas llegábamos a una «descripción de producto» (que no review, que prometen para unos números más tarde)…
IMAGINE UNA COMPUTADORA PORTÁTIL que pesa solo 10 libras, pero tiene una pantalla de tamaño completo, un teclado estándar y dos unidades de disco. Imagine que puede funcionar hasta ocho horas con baterías incorporadas o usar una toma de corriente de pared común. Ahora imagine que es compatible con el software de la computadora personal IBM PC y puede tener hasta 512K bytes de RAM interna. Imagine dos puertos serie, un módem incorporado opcional y un bus de expansión que le permitirá conectar el sistema a un monitor en su oficina o agregar hardware de terceros.
Y sigue la cosa con la referencia a un artículo del mismo año sobre los portátiles del futuro que imaginaba una máquina así para dos o tres años más tarde. Una lástima que se adelantasen un poco demasiado al futuro y se estrellasen comercialmente con el cacharrito. No eran los primeros en hacerlo, ni fueron los últimos.
Más cosas… ¿sabíais de la existencia de Agat, el ocho bits soviético clónico del Apple II? Yo no. Segundo 🤯 de este post para él. «Maravillosa» la ilustración del artículo, inevitable en tiempos de guerra fría.
Por cierto, el artículo de la wikipedia hace referencia al artículo de Byte. Que no se diga que no hacemos uso de fuentes primarias.
El resto de la revista, inevitablemente, no puede sostener el nivel visual del One y del Agat. Pero no deja de tener su interés el segundo tema de portada: los nuevos chips. Destaco tres piezas:
Después de la introducción a los semiconductores, el 68020 de Motorola, el procesador de «mi» Amiga 1200, lanzado en… ¡1992! El 1200 usaba una versión barata del 020. Pero, en cualquier caso, ¿os imagináis lanzar hoy en día un ordenador basado en una CPU de ocho años de edad?
Y después del 68020… chips RISC. Esto es, los inicios de la arquitectura en la que se basan los actuales procesadores Arm de tu móvil.
Y cerramos con un par de anuncios. Uno será siempre de calculadoras HP (larga vida a la HP 48), pero hay que reconocer que las Texas Instruments siempre estarán ahí, y que, si no te atreves con la notación polaca inversa, molan lo suyo:
Y cerramos, ahora ya sí, con CEOs que hacen sus pinitos como modelos publicitarios. No tengo palabras.
El mes que viene, más. O no. Y como siempre, si os queréis ir a la fuente, aquí la tenéis.
Cerramos la anterior edición del Lecturas (la entrada de obm, no la revista del corazón) con un «dentro de unas semanas». Aquello fue un once de mayo, o sea que no han sido ni veinticinco, las semanas :-|.
La principal culpable del retraso ha sido esta «autobiografía» del general Franco en la que el rojo Vázquez Montalbán se mete en la piel del dictador. Son más de 800 páginas y a partir de la mitad se me hizo pesadete, pero no lo suficiente como para abandonarlo. Para los que, como yo, no teníamos ni idea de la historia del siglo XX español (tampoco es que la tenga mucho más ahora), recomendable aunque, insisto, pesadete (en parte por el esfuerzo de Vázquez Montalbán de redactar en el estilo del dictador, que no es exactamente entretenido). Le queda a uno la duda, naturalmente, de cuán válido es históricamente el libro. Hace unos días (el 18 de octubre) fue el aniversario de la muerte de Vázquez Montalbán (en 2003), y la hemeroteca de La Vanguardia recuperó todos los textos que le habían dedicado en el diario, entre ellos esta entrevista que le hicieron, a la salida del libro, que recupera algún otro libro del escritor dedicado a Franco, y quiero pensar que como mínimo el esfuerzo se hizo.
Si últimamente he intentado picar algo de la obra de Octavia Butler, también tenía olvidada a Ursula K. Le Guin (cualquiera diría que a las escritoras, y a las de ciencia ficción en particular, no se las promociona(¿ba?) como debería). Esta mano izquierda de la oscuridad me ha resultado interesante, pero no acaba de ser mi tipo favorito de ciencia ficción.
P.D. James no le daba mucho a la ciencia ficción (lo suyo era más bien la novela negra), pero esta Hijos de los Hombres, que se puso de moda con la película de Cuarón de 2006, está extremadamente bien. Uno es extremadamente maniático con las adaptaciones, más cuando se toman el libro como un punto de partida al que no es necesario mantenerse pegado, pero me ha gustado el libro tanto como me gustase la película en su momento (esto es, muchísimo). Es curioso que en 2006 Cuarón ya tuviera la necesidad de retrasar el escenario de la película del 2021 del libro a 2027, además de hacerla bastante «más Hollywood». Que diría que yo habría preferido que se mantuviese algo más fiel al original, pero entiendo las decisiones tomadas. En cualquier caso, muy recomendables ambas versiones de la historia.
Me ha dado últimamente un poco por los libros de divulgación sobre lingüística, y este me ha parecido sensacional, ya desde el primer capítulo dedicado a cómo el lenguaje se nos arruina con cada día que pasa. O no. O se arruina exactamente al mismo paso que se arruinaba cuando no nos damos que lo hacía… y es que igual ese arruinarse también puede llamarse evolucionar (véase este tuit sobre cómo ha evolucionado el significado de la palabra ‘nice’ en inglés e imagínese cómo debieron recibir esas evoluciones las generaciones que las sufrieron). Muy muy recomendable y extremadamente fácil de leer.
Y el último libro de la tanda es otra deuda histórica mía con las narraciones cortas de Borges. Y no será porque la colección de relatos no sea apasionante y alucinante, que lo es. Uno se queda con la fuerte impresión de que se le escapa la mitad de lo que explica el autor, pero, aun así, todos los cuentos son verdaderos «quemapáginas» y el libro se acaba en un santiamén. Ojalá algún día releerlo de la mano de alguien con más conocimiento del tema.
En fin. Ya veremos si me da tiempo a otro Lecturas antes de que se acabe el año…
Así, de salida, la portada de la Byte de octubre del 84 no parecía indicativa del número más apasionante de la historia…
Pero oiga, quién sabe… Porque, si uno aguza la mirada, ya en la página 9 tenemos que
Ay, qué nostalgia. Ahí. En el último párrafo. Si en informática se impusiesen siempre las mejores tecnologías, ese párrafo habría sido uno de los más relevantes de la historia (y los fans de Atari todavía se estarían quejando de la injusticia). Pero no. Qué se le va a hacer.
(El recadito a Sinclair tampoco está mal (véase la entrada del mes pasado-no-pasado).)
En el apartado «ya no se hacen ordenadores como antes»…
Dice aquí que el cacharro comparte diseñador con el Datsun 280Z. Anyway. Quiero uno. O dos.
No es que yo me lea toda la revista para hacer estas entradas, pero si en algún sitio pone «Commodore», mis ojos para allá que se van. Y en la página 94, entre el millón de breves dedicados a pequeños eventos…
Y claro, si la cosa va de la gran Grace Hopper, pues uno se vuelve atrás para buscar el inicio de la nota:
Quién hubiese podido estar allí… (Para ver a Grace Hopper en acción, tenéis opciones largas y breves. Todas valen la pena.)
En las novedades del mes, tenemos el IBM PC AT. Un mes antes le habían dedicado el especial a los PCs de IBM, pero el ritmo no paraba…
…y llegaba la nueva generación de Intel (quién te ha visto y quién te ve) con el 286 y entre el doble y el triple de rendimiento sobre la generación anterior. Unos cuatro mil dólares por el modelo con disquetera (de 1,2 megabytes, eso sí), cinco mil quinientos si querías dos disqueteras, monitor monocromo y tarjeta gráfica y PC-DOS.
Mi artículo preferido, en cualquier caso es este:
Y es que sí, amigas, en 1984 había que explicar que «un ratón combina la capacidad de selección de un lightpen con la maniobrabilidad y precisión de un joystick, pero es más fácil de usar que cualquiera de ellos». Maravillosa creatividad del director de arte, por cierto :-). Y no es menos espectacular que el artículo viniese con un poco de código ensamblador para ilustrar cómo usar el ratón desde tus programas:
(Y no os quejéis, que si no os enchufo capturas de código del artículo dedicado a los algoritmos criptográficos.)
Inevitablemente, unas páginas más tarde, Microsoft nos vendía su ratón:
Obsérvese, por favor, que el ratón viene con funcionalidades para Multiplan, Lotus 1-2-3, VisiCalc (Excel no era ni un embrión, en 19841) y WordStar (a pesar de que Word se había lanzado para DOS en 1983). Nótese, también, que el botón izquierdo lanza un menú, y el derecho es el que permite comandos como mover, editar, formatear o imprimir.
HP, mientras tanto, ya hacía «portátiles» (nótese el uso de las comillas):
Nueve libras son unos cuatro kilos. Pero en esos cuatro kilos cabían hasta 656 kilobytes de RAM y una pantalla de 80×16 caracteres. La vida de batería de 16 horas, eso sí, sigue siendo envidiable.
En fin. Para nada el número más apasionante de la historia de Byte. El mes que viene, más (o no). Y si queréis iros a la fuente, https://vintageapple.org/byte.
1 Cierto… pero por poco. Excel saldría al mercado el último día de septiembre del 85. ↩
Si hay alguien prestando atención (¿hay alguien prestando atención?) quizá se haya fijado en que en septiembre no publicamos la entrada correspondiente al mes de septiembre (del 84) de Byte, como amenazamos… ¿Por qué? Pues, por una vez, habíamos hecho los deberes… y preferimos no entregarlos, porque no somos muy listos. Y es que Byte decidió publicar no un número, sino dos, aquel mes… y nosotros no nos habíamos dado cuenta. La cuestión es que el PC de IBM, en aquella época, era la noticia. Hasta el punto de que Byte decidió dedicarle un número especial:
Y sí, en septiembre del 84 tenía todo el sentido del mundo dedicarle un número al PC de IBM… pero en septiembre del 24 repasar el número es un aburrimiento que no pensaba yo infligir al lector de obm. Baste decir que se repasaban las características del PC XT (por 4395 dólares de la época: un 8088 a 4.77 megahercios, 256 kilobytes de RAM ampliables a los míticos 640, disquetera de 5 ¼ y 360 kilobytes y enorme disco duro de 10 megabytes (añadir un segundo disco con 10 megas más, 1395 dólares más), y BASIC en casette) y algún que otro primo suyo…
(Si queréis tener en cuenta la inflación, en Estados Unidos desde 1984 a la actualidad básicamente hay que multiplicar por tres cada precio que veáis. Intentando no marearse.)
Quizá podríamos destacar el artículo con la previsión de que IBM iba a dominar el mercado… El PC sí lo dominaría durante décadas, pero la propia IBM explica que, después de su lanzamiento en agosto de 1981, en el 82 tenían el 80% del mercado… pero que una década más tarde se contentaban con el 20%, y para 2005 habían abandonado el mercado. Hacer previsiones en tecnología es lo que tiene…
¿Más cosas? Seguirá sorprendiéndome siempre recordar cómo una revista «generalista» podía dedicarle artículos a Prolog o a una introducción al ensamblador… Me sorprende menos que le dediquen un artículo a los procesadores de textos… pero me entristece un poco que el mercado fuera más diverso entonces que ahora (y que no mencionen a WordPerfect, que ya estaba en el mercado):
Y la idea era esperar a que llegara octubre, porque el que nosotros creíamos número de octubre trataba un tema un poco más recuperable cuarenta años más tarde…
Y sí, la lectora de vista de águila se habrá fijado en que en la portada pone que es el número de septiembre… pero nosotros no nos habíamos dado cuenta. Qué le vamos a hacer.
En cualquier caso. Al lío.
La publicidad siempre da juego… Por ejemplo. ¿Quieres hacer una presentación? Pues los proyectores actuales no existen. Tenemos, eso sí, los de diapositivas, o sea que te va a tocar fotografiar la pantalla de alguna forma y hacer una diapositiva 🤯.
Polaroid eligió una publicidad bastante minimalista. El aparato, con algo más de detalle:
¡Menos de 1500 dólares! ¡Hasta 72 colores!
¿Siguiente? Pues me parece que mientras haya anuncios del Commodore 64, os vais a comer los anuncios del Commodore 64…
Cierto es que Commodore engaña (con la foto, no con el texto) y que por 215 dólares no te ibas a llevar ni la disquetera ni la impresora ni el monitor, pero también lo es que 670 por un PC Jr con 64 kilobytes de memoria, comparado con los 215 de un 64 (pongamos que 430 con la disquetera), con el software que había disponible en la época, es como para no dudarlo ni un segundo.
¿Y más allá de los anuncios? Pues alucinar un poco, por ejemplo, con que la sección de gráficos arranque con un artículo sobre fractales (muy en boga en la época)… en que se habla con el mismísimo Benoît Mandelbrot…
Si tenéis ganas de leer (encontraréis el PDF, como el resto de números de Byte, en este archivo), en la página 189 (y siguientes) encontraréis un artículo de Isaac Kerlow introduciendo lo que es la práctica del arte digital (el tal Kerlow es un personaje curioso: en el 84 estaba a punto de fundar el departamento de gráficos por ordenador del Pratt Institute, y hacía apenas unos pocos años de su estancia en Barcelona para estudiar diseño a finales de los setenta). El aparte que le dedica a la controversia del arte digital…
…contiene un fragmento que me permito destacar:
Personalmente pienso que el ordenador sigue siendo tan solo una herramienta, pero se puede iniciar un debate interesante proyectando esa frase, con la fecha, sobre una pantalla :-).
Y un poco más adelante también se encuentra una introducción a los gráficos 3D, con sus fragmentos de código ensamblador x86 para hacerlo (porque, en aquella época, estas cosas o se hacían en ensamblador o no se hacían, claro):
Y cerraremos el repaso con dos apuntes más. El primero, un recordatorio que los «smart watches» no son un invento de este siglo:
El Seiko RC-100, con sus dos filas de diez caracteres de 5×7 píxeles, sus dos kilobytes de memoria y su interfaz RS-232C, llegó mucho antes de que se acabase el siglo XX. Y por apenas cien dólares…
El segundo apunte:
El Sinclair QL, con su procesador 68008…
En fin. Que si encontramos tiempo, volvemos este mismo mes, con el número de este mes. Mantened los dedos cruzados. Y si no os fiais, siempre podeis acudir a la fuente.
¿Había dicho alguna vez que, si te interesa la web, el podcast de Igalia es un must? El último episodio, Adpocalypse (nótese el singular de su título, por el plural del título de esta entrada), es de escucha más que recomendable.
(No me gusta incrustar podcasts de YouTube, y menos cuando no tienen vídeo, pero no he sabido incrustar desde la entrada original —contiene transcripción, por cierto— ni de Apple Podcasts, y me niego a incrustar podcasts desde Spotify por poco que tenga otra opción.)
En fin. A lo que íbamos. El ‘adpocalypsis’ (de ‘ad’, anuncio en inglés, y apocalipsis) al que se refieren es el que se le puede estar viniendo encima al mundo de los navegadores web como potencial resultado del juicio en que se ha dictaminado que Google mantiene su monopolio en servicios generales de búsqueda y en publicidad textual en búsquedavulnerando las leyes antitrust de los Estados Unidos. La cosa no está para nada decidida, porque, de salida, Google va a apelar todo lo apelable (vamos, que no se va a hacer nada al respecto en años) y, además, todavía no sabemos cómo decidirá el juez intentar romper ese monopolio. Pero el ‘adpocalypsis’ que anticipa ahora mismo la mayoría llegaría si el juez decidiese impedir a Google una de las prácticas que realiza ahora mismo: pagar una morterada por ser el proveedor de búsqueda por defecto en todo tipo de dispositivos y navegadores. Y es que, como resultado de la publicación del veredicto, ahora sabemos que Google pagó a Apple en 2022 la friolera de veinte mil millones de dólares por ser el primer motor de búsqueda tanto en Safari como para los resultados web que nos da Siri (con unas condiciones adicionales bastante curiosas: Apple se compromete a no trabajar en mejorar los resultados web de Siri, por ejemplo), y más de cuatrocientos a Mozilla para ser el primero de la lista en Firefox. No sabemos (o yo no lo sabido ver (tampoco es que me haya roto los cuernos buscando)) lo que paga Google a Samsung o Motorola por el mismo concepto, pero seguro que paga, y no poco.
¿Qué significa esto?
En primer lugar, que ahora mismo (y desde hace años, y durante unos cuantos más) todos los navegadores web se financian a través de la publicidad de Google. Apple defenderá todo lo que quiera que ellos son los adalides de la privacidad de sus usuarios y que Google son los malos (y desde luego Google se preocupa mucho, muchísimo menos por el tema que Apple)… pero no tiene ningún problema en enviar por defecto a sus clientes a Google cada vez que hacen una búsqueda web. Esos veinte mil millones dan de sobra para financiar la inversión de Apple en el desarrollo de Safari y Siri (¿pongamos que quinientos millones anuales?) y obtener a cambio más de diecinueve mil millones de beneficios netos (no está mal el margen, ¿no?). El beneficio neto total de Apple en 2022 fue de casi cien mil millones, o sea que básicamente el veinte por ciento de su beneficio viene de ‘los malos’. Lo que vale para Apple vale para Mozilla y Firefox: sin el dinero de Google no les quedan apenas ingresos (yo sigo siendo usuario fiel de Firefox y ahora mismo no considero otra alternativa). Edge no lleva a Google por defecto, pero a Microsoft le sale baratísimo (relativamente) ponerlo en el mercado porque se basa en Chromium, igual que todo el resto de navegadores que no se llaman Safari ni Firefox… Hay algunos locos por ahí intentando lanzar motores de navegador no basados en Chromium, pero ya veremos qué pasa con ellos, y nadie espera que haya un navegador viable no basado en Chromium antes de 2026. El navegador que usas lo financian los anuncios de Google.
Y, como resultado, el adpocalipsis (i) se llevaría por delante a Firefox (falta ver qué «ahorros» tiene acumulados Mozilla, pero en dos décadas no se les ha visto ninguna otra manera de generar ingresos) y (ii) haría un agujero considerable en el negocio de los de Cupertino (nada hace pensar que el beneficio que le genera el trato a Apple vaya a dejar de representar una parte más que notable de sus beneficios), y seguramente también en las finanzas de Samsung, como mínimo.
Apostaría un buen dinero a que Apple seguirá invirtiendo en el desarrollo de Safari aún en caso de adpocalipsis, pero también a que a Tim Cook no le gustaría nada perder todo ese dinero fácil. Apostaría aún más dinero a que la caída de Firefox sería cuestión de unos pocos telediarios, y no está el horno como para perder uno de los tres motores de navegación que tenemos.
(Uno podría argumentar que si entrase en juego el dinero de Microsoft para impulsar Bing, pero (i) no sé hasta qué punto un duopolio Google-Microsoft en búsqueda arregla absolutamente nada, y (ii) hay que ser muy optimista para pensar que Bing puede competir con Google, aun a pesar de lo que ha perdido el motor de búsqueda de Mountain View en los últimos años.)
¿Un adpocalipsis diferente?
Todo esto (chechar, te enrollas como una persiana) para llegar hasta aquí. ¿Qué podríamos hacer para luchar contra el monopolio de Google intentando romper menos cosas? Lo que viene a continuación (i) llevaba yo barruntándolo una temporada, (ii) no sé hasta qué punto sería aplicable legalmente y (iii) muy probablemente tenga problemas que ni se me han pasado por la cabeza, por muy buena idea que me parezca a mí.
Comentan Brian Kardell y Eric Meyer en el podcast que uno de los demandantes / partes perjudicadas del litigio es nada más y nada menos que el ejército de los Estados Unidos. Sí. Porque el ejército de los Estados Unidos necesita atraer personal para mantenerse… y para ello invierte un montón de dinero en publicidad (se prevé que más de mil millones el año que viene, algo así como el 0,5% de su presupuesto) y argumentan que, siendo Google un monopolio, las tarifas que pagan son artificialmente excesivas. Vamos, que no se celebran juicios antimonopolio porque sí, sino porque alguien sale perjudicado en el mercado, amigos. Y en este caso los anunciantes son los que opinan que la publicidad les sale excesivamente cara (y que eso repercute en el precio que acabamos pagando los consumidores por sus productos, sí).
¿Recordáis con nostalgia aquellos buenos viejos tiempos en que buscabais algo en Google, visitabais los resultados y era en las páginas web donde encontrabas la publicidad?
Sí. Hubo un tiempo en que la página de resultados de Google no tenía publicidad. Las webs que decidían financiarse con publicidad (hasta este blog lo había hecho 😱) optaban por una empresa publicitaria (disclaimer: en nuestro caso, Google) que gestionaba el proceso y hacía el pago correspondiente. Y Google era una de las empresas reinas en el tema, pero tenía competencia. Y eso hacía más eficiente el mercado publicitario, lo que redundaba en el beneficio común (dice la teoría económica, más o menos).
Pero en algún momento Google se dio cuenta de que si todo el mundo buscaba en Google, igual resultaba más eficiente (para Google) ofrecer publicidad en las páginas de resultados y así dejar de compartir una parte importante del pastel con el resto de la web. Y, pasado un tiempo más, Google se dio cuenta (¡oh!) de que todo el mundo buscaba en Google, que tenía un monopolio, y que las reglas del mercado dejaban de aplicar…
Obviamente, el remedio para el problema que se me ocurre es prohibir a Google la publicidad en sus páginas de resultados, o al menos limitar seriamente las condiciones en las que puede ofrecer esos ‘slots’ de anuncios. No resolvería esto el monopolio de Google en búsqueda, pero sí (creo) en publicidad, con lo que el <ironía>pobre ejército de los Estados Unidos</ironía> podría <sarcasmo><terror>dedicar sus dineros a mejores fines</terror></sarcasmo>.
Seguramente sería imposible / inútil por algún motivo, insisto, pero me apetecía procrastinar un rato 😇.
PS Añado. Si, como parece, la página de resultados de Google Search es un fantástico hacedor de dinero, también podrías partir «Google Search» y «Google Ads» y hacer que «Google Ads» compita en igualdad de condiciones con el resto de empresas de publicidad en la web…