Zoomii.com, estanterías para Amazon

Captura de pantalla de zoomii.com

A la pregunta ¿qué le falta a Amazon? hay múltiples respuestas. La primera, desde luego, que a ver para cuándo lanzan un amazon.es. Pero la que hace que me siga gustando más buscar libros de ciencia ficción en Gigamesh que en Amazon, a pesar de que el catálogo es muchísimo más reducido, inevitablemente, son las estanterías: la capacidad de pasear la mirada por los libros y esperar que las habilidades del diseñador de la portada, la serendipia o la habilidad del librero para colocar sus joyas me lleve al descubrimiento accidental de alguna pequeña maravilla. Así me encontré con Neal Stephenson, sin ir más lejos, pero también con un buen puñado de otros. Desde luego, las sugerencias de Amazon son una gran herramienta para descubrir cosas relacionadas con el libro que uno fue a buscar, pero no para pasear por la librería… Pues bien, eso es lo que propone Zoomi.com, que se autodefine como The «Real» Online Bookstore (ojo: ahora mismo la experiencia de usuario con Firefox 3 es muy lenta (están en ello) y el sitio no chuta, directamente, con la beta de Internet Explorer 8 :-( ) y le da una interfaz al estilo Google Maps a la librería más grande del mundo.

La cosa no es perfecta (la navegación entre secciones, por ejemplo, no es demasiado intuitiva), pero supone un paso adelante más que notable y, además es de las pocas ideas que he visto últimamente que tiene un ‘bussiness model’ más o menos claro: mejoro la interfaz de Amazon, me llevo una comisión de las ventas. Con un cierto riesgo (nada impediría que Amazon implementara algo así en su propia interfaz, aunque no creo que a Amazon le convenga matar así este tipo de iniciativas) pero claro…

La Britannica se pasa al wiki

No del todo, naturalmente, pero mucho, tal y como cuentan ellos mismos. Si no puedes vencer a tu enemigo… adopta sus métodos. Y es que en breve Britannica va a evolucionar y dar más relevancia a los usuarios. Por un lado está la red de expertos que siempre ha contribuido (y casi siempre de manera desinteresada) a la elaboración de la enciclopedia, a los que ahora se reconocerá dándoles un «hogar virtual» dentro del sitio desde el que promocionarse (ya tocaba, por otro lado) y colocar sus propios contenidos. Los usuarios «de a pie», por su lado, también podrán contribuir contenidos, en forma de «artículos, ensayos y presentaciones multimedia». El contenido será accesible para todo el mundo, pero sin el sello de certificación ?Britannica Checked?. Si los contenidos se incorporan al corpus de contenidos oficiales, se reconocerá la aportación en los créditos. La beta del nuevo servicio ya está disponible, si alguien quiere apuntarse. Ahora falta que les imiten los de la Espasa…

Uno se huele (mucho, muchísimo) que se trata más de una rendición que de un paso adelante tomado sin presiones pero, aún así, es un buen paso, digno de felicitación.

Vía.

Douglas Adams, sobre interactividad

Durante el siglo XX, por primera vez, nos han dominado las formas no interactivas de entretenimiento: el cine, la radio, la música grabada y la televisión. Antes de que llegaran, todo el entretenimiento era interactivo: teatro, música, deportes ? los protagonistas y la audiencia estaban en ello juntos, y hasta un público respetuosamente silencioso ejerce una poderosa presencia que da forma al desarrollo de cualquier drama que presencie. No necesitábamos una palabra especial para la interactividad de la misma forma que no necesitamos (todavía) una palabra especial para las personas con una sola cabeza.

Supongo que la historia mostrará los medios masivos «normales» del siglo XX como la aberración en todo esto. ‘Por favor, señorita, ¿quiere decir que solo podían sentarse y mirar? ¿No podían hacer nada más? ¿No se sentía todo el mundo terriblemente aislado o alienado o ignorado?’

«Sí, pequeño, por eso se volvieron todos locos. Antes de la Restauración.»

«Disculpe, señorita, ¿me recuerda qué fue la Restauración?»

«El fin del siglo XX, pequeño. Cuando comenzamos a recuperar la interactividad.»

Amén. Es una traducción (libre, como siempre), de lo dicho por Douglas Adamsen 1999 en How to Stop Worrying and Learn to Love the Internet. Imposible ser más visionario. Y, de regalo, toda un arma que añadir al arsenal para cuando la SGAE (y demás fauna) dice que «las cosas siempre han sido así» (donde «las cosas» se refiere al status quo de los grandes medios y las industrias de la cultura masiva). No. En el siglo XX las cosas fueron así. Porque no vivíamos en una aldea global, sino en una inmensa sala de cine global: era relativamente fácil emitir información de una fuente a todo el planeta si uno disponía de un capital importante. La web nos ha devuelto a la aldea en la que es posible hablar con cualquier vecino (que nos interese hablar con todos los vecinos es otra cosa y tampoco nadie garantiza que el vecino con quien queremos hablar quiera oírnos, por no hablar de escucharnos, pero la capacidad tecnológica está ahí).

Nota 1. No conocer a Douglas Adams y llamarse a uno mismo ‘geek’ es digno de colleja virtual. De las fuertes. Pasará a la historia como el alma de La Guía del Autoestopista Galáctico, de lectura (y visionado y escuchado y jugado y…) absolutamente imprescindibles.

Nota 2. La cita la rescata Joshua Porter en Bokardo, después de usarla para abrir uno de los capítulos de su libro Designing for the Social Web.

El dinero está en los nichos…

…al menos si se habla de redes sociales. O como mínimo esa es la conclusión a la que llega Chris Anderson al leer los números de la publicidad de las redes sociales generalistas (resulta que MySpace tiene un CPM de $0.13, que hasta este blog supera por un orden de magnitud sin problemas) y compararlo con el de redes mucho más pequeñas y focalizadas sobre temas especializados…